VALÈNCIA (EP). El viaje del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a Marruecos y su encuentro con el rey Mohamed VI ha dado por cerrada la crisis diplomática entre los dos países, que miran ahora con optimismo hacia una nueva etapa en su relación, pero ha abierto un nuevo frente, Argelia, con la que en el contexto energético actual la reconciliación es acuciante.
El momento elegido por Sánchez para avalar el plan de autonomía propuesto por Marruecos para el Sáhara Occidental en 2007 como "la base más seria, creíble y realista" para resolver el contencioso no ha sido el más propicio, aunque ha servido para pasar página con Marruecos.
Por un lado, la tradicional mala relación entre Argelia, principal valedor del Frente Polisario, y Marruecos se encuentra en uno de sus puntos más bajos, después de que Argel rompiera relaciones diplomáticas con Rabat el pasado agosto y en noviembre procediera al cierre del Gasoducto Magreb-Europa (GME) que bombeaba gas hasta la Península Ibérica a través de territorio marroquí.
Por otro, la invasión rusa de Ucrania ha disparado los precios del gas, que ya estaban al alza, y ha hecho que desde Europa se busquen desesperadamente nuevas fuentes de suministro que no sean Rusia, principal abastecedor del continente. Argelia era hasta fechas recientes el principal suministrador de gas para España, un suministro que el Gobierno dijo que estaba garantizado tras el cierre del gasoducto GME.
A pesar de este contexto, a tenor de lo manifestado por Argelia, el Gobierno habría vuelto a cometer el mismo error que con la acogida en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, por motivos humanitarios: no avisar a la otra parte. Así, igual que Rabat no fue informado de la llegada del dirigente saharaui, Argel tampoco fue avisada de la nueva postura del Gobierno respecto al Sáhara.
Fuentes diplomáticas argelinas desmintieron a Moncloa, que dijo haber avisado a Argelia antes de conocerse el contenido de la carta de Sánchez a Mohamed VI, asegurando que no fueron alertadas a ningún nivel de lo que consideran una "segunda traición histórica" a los saharauis.
Como resultado de ello, Argelia procedió el 19 de marzo, un día después de publicarse la carta, a llamar a consultas a su embajador en Madrid, Said Moussi, "sorprendida por este brusco giro de la posición de la antigua potencia administradora del Sáhara Occidental".
Desde ese momento, en el Gobierno se han esforzado, como había ocurrido hasta ahora con Marruecos, por poner en valor la importancia de la relación bilateral y sobre todo por vender un mensaje de tranquilidad en lo que al suministro de gas se refiere.
Así, tanto Sánchez como algunos de sus ministros, entre ellos el de Exteriores, José Manuel Albares, han repetido cada vez que se les ha preguntado por ello que Argelia es un "socio estratégico y fiable" que siempre ha cumplido con sus contratos en materia de gas, descartando que las desavenencias actuales puedan tener un impacto en el suministro.
Tras la decisión de Argelia de cerrar el gasoducto GME, tanto Albares como la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, viajaron a Argel para reunirse con las autoridades, incluido el presidente, Abdelmayid Tebune, y garantizar que el suministro no se vería afectado, algo que les fue confirmado.
El propio Sánchez tuvo ocasión de abordar el asunto en la llamada telefónica que mantuvo el 6 de marzo con el mandatario argelino, quien reiteró no solo el compromiso de su país con garantizar el suministro a España sino también la voluntad de Argelia de ayudar en lo posible a Europa ante la crisis energética actual haciendo llegar más gas, según fuentes gubernamentales españolas.
Sin embargo, el giro hacia Marruecos podría terminar pasando factura. El consejero delegado de Sonatrach, Toufik Hakkar, ha indicado que Argelia "ha decidido mantener para todos sus clientes precios relativamente correctos" pese a que el precio del gas se ha disparado, pero "no se descarta recalcular los precios con nuestros clientes españoles".
Según Teresa Ribera, la revisión de los precios por parte de Sonatrach se lleva negociando desde octubre. La vicepresidenta reconocido que es complicado, y en un contexto como el actual "es lógico que les lleve más tiempo del que nos hubiera gustado", si bien ha dejado claro que es una cuestión entre empresas y no entre gobiernos. En todo caso, ha confiado en que se llegue pronto a un acuerdo y el incremento sea "moderado".
Pese a lo delicado de la situación, tanto Sánchez como el ministro de Exteriores han indicado que no está en su agenda un viaje a Argelia. En una conversación informal con los periodistas que le han acompañado a Rabat, el presidente sostuvo que la situación de la relación es "razonable".
Sánchez puso en valor que "la colaboración migratoria y de seguridad sigue igual", incidiendo así en otro aspecto fundamental en la relación con el país magrebí, la lucha contra la inmigración ilegal, dado que es punto de partida de pateras con destino a España, así como la lucha antiterrorista, en la que es clave por su situación geográfica. No obstante, indico que el Gobierno trabajará "para la normalidad".
Quien sí viajará este mismo lunes a Argelia es el primer ministro italiano, Mario Draghi, en el marco de los esfuerzos renovados de este país para diversificar sus fuentes de energía. Su visita sucederá a la realizada a finales de febrero, tras el inicio de la invasión rusa de Ucrania, por el ministro de Exteriores, Luigi Di Maio, quien se desplazó acompañaro por del consejero delegado de la empresa ENI, Claudio Descalzi. Este último ha regresado a Argelia hace unos días.
Italia estaría en mejor posición teóricamente para incrementar las importaciones de gas en un momento en que toda Europa busca alternativas al gas ruso. El presidente de Sonatrach expresó hace semanas la voluntad de hacer llegar más gas a los europeos y apuntó a que la forma más sencilla, a priori, sería por el país transalpino.
El gasoducto TransMed, que lleva el gas argelino a Italia, tiene una capacidad de 32 bcm anuales pero actualmente solo está canalizando 22 bcm, lo que dejaría teóricamente un margen de 10 bcm adicionales. En el caso del gasoducto MedGaz, que abastece a España, cuenta con una capacidad de 8 bcm y la previsión es que pueda llegar hasta los 10 bcm, pero este nivel aún no se ha alcanzado.