China está a la cabeza del desconfinamiento y lo que está sucede allí podría ser usado como modelo para lo que se espera en otros lugares
MADRID. Lo peor parece haber quedado atrás. El número de nuevos infectados ha empezado a disminuir en la mayoría de los países, los hospitales ya no son escenario de caos apocalíptico, los respiradores y las mascarillas están en buen estado, y todo el mundo habla ahora de planes de desconfinamiento y de cuándo se producirá la reapertura de la economía mundial.
En este sentido, China está a la cabeza del desconfinamiento. Lo que está sucediendo allí bien podría ser usado como un modelo para lo que se espera en otros lugares. A pesar de que el país se ha reabierto (aunque los desplazamientos entre provincias está bajo estricto control), la población china sigue mostrando mucha cautela: el tráfico en el transporte público es limitado, con las estaciones de tren en su mayoría vacías, la venta de propiedades y los atascos de tráfico, que son indicadores típicos de actividad, se han estabilizado después de empezar a subir en marzo y los restaurantes están a la mitad de su aforo.
Asimismo, los centros comerciales están viendo el recorte del volumen de visitas a la mitad de lo que había antes de la crisis y los restaurantes de comida rápida están más ocupados durante la semana que los fines de semana. Por ejemplo, Yum China, que opera Kentucky Fried Chicken en todo el país, ha puesto en marcha promociones especiales para los sábados y domingos. Sólo el 64% de los encuestados visitaron un restaurante durante el mes de abril.
Claramente, la sociedad sigue siendo muy cautelosa ante la posibilidad de una segunda ola de contagios, y no es de extrañar, pues la provincia de Heilongjiang vio un repentino rebrote del virus en abril que provocó temores en todo el país. Actualmente, las fábricas están todas en funcionamiento y produciendo según las directrices del Gobierno central, que dio prioridad a la reapertura de la economía. Sin embargo, las carteras de pedidos no están llenas, ya que los clientes extranjeros permanecen confinados, lo que lleva a que se acumulen grandes stocks de productos en los almacenes.
Los propietarios de los centros comerciales renunciaron a los alquileres cuando las ciudades estaban cerradas, pero esto ya ha terminado, aunque el tránsito de personas sigue siendo escaso. El Gobierno renunció a todos los pagos de la Seguridad Social, y las autoridades locales suspendieron el cobro de impuestos mientras proporcionaban subsidios a las empresas que no podían operar durante el cierre, pero esto también ha terminado.
Por lo tanto, creemos que los resultados de las empresas chinas que cotizan en bolsa para el segundo trimestre podrían ser casi tan malos como los del primer trimestre, a pesar de que China ha reabierto sus puertas.
Para volver a ponerse en pie, el gigante asiático necesita que la situación del coronavirus esté decisivamente bajo control a nivel mundial y que las economías extranjeras reábranse reactiven. Antes de que se cumplan estas dos condiciones, creemos que el Gobierno chino no anunciará ningún estímulo fiscal poderoso ni ningún recorte agresivo de los tipos de interés. Sería desperdiciar munición.
Hasta ahora, las medidas fiscales han sido un esfuerzo aislado que sólo suma el 3% del PIB. El llamado 'dinero helicóptero' se limitó a ciertas ciudades y se centró estrictamente en el consumo, como la ciudad de Nanjing, que regaló 45 millones de dólares en cupones de restaurantes a sus 8,8 millones de ciudadanos (o menos de 6 dólares por persona). Por lo tanto, es fundamental para China que Europa y los Estados Unidos reabran lo antes posible para impulsar la demanda de productos chinos. Es entonces cuando China probablemente decida actuar con fuerza en los frentes monetario y fiscal, con el impacto positivo que se puede esperar en los mercados de valores.
Mientras tanto, mantenemos la misma opinión que al inicio de 2020: terminaremos el año con índices de acciones chinas más altos. Las bolsas chinas superaron a todos los mercados desarrollados en 2019 y están repitiendo hazaña nuevamente este año. Creemos que una parte significativa de la considerable cantidad de efectivo que se está imprimiendo a través de la flexibilización cuantitativa de la Fed y el BCE se invertirá en acciones y bonos chinos.
El país ofrece una abundante liquidez de mercado, una combinación de política monetaria sólida con tipos de interés reales positivos, una moneda estable respaldada por una balanza por cuenta corriente neutra y grandes reservas de divisas, una ponderación en los índices MSCI que sigue aumentando, una economía que puede soportar las actuales turbulencias gracias a la demanda de su creciente clase media y, sobre todo, una estabilidad política.
Fabrice Jacob es CEO de JK Capital Management (Grupo La Française)