VALÈNCIA. Aunque pueda parecer que los años pandémicos han devenido en una suerte de masa confusa, un repaso rápido a los calendarios de restricciones nos devuelven pronto a ese pasado que, aunque muy cercano, hoy nos parece borroso, un calendario que ha mirado con temor y esperanza a partes iguales la industria cultural. Decir que han sido años complicados para el sector es una obviedad, pero lo cierto es que no hubo precedente de un escenario como el que nos trajo el coronavirus. Del cierre total de todos los establecimientos a un desconfinamiento que los abrió con timidez. Y ahí cada subsector -si así lo llamamos- tenía su propio librillo. Con mascarilla, sin mascarilla; con distancia de seguridad, dejando butacas vacías entre el público; aquí se puede comer, allí no… Estos dos años han dejado un reguero de normas hasta que, por fin, con el 2022 llegó lo más parecido a la normalidad -con respecto a la pandemia, se entiende- que hemos visto desde marzo de 2020. Conciertos sin distancia de seguridad, cines con palomitas, teatros sin mascarilla…. Todo lo superficial parece haber vuelto a la normalidad en este primer semestre del año, pero, ¿ha vuelto realmente la cultura valenciana a la normalidad?
Dos realidades en la música
El sector de la música en directo vive dos realidades totalmente diferentes y sin término medio: la de los grandes festivales y la de salas de concierto. En el primer caso, es bien conocido que en las últimas semanas ha quedado al descubierto la crisis de suministro y personal técnico, que ha puesto en jaque algunos eventos. Pero más allá de eso, la acumulación de festivales pendientes y la burbuja de nuevos actores en el sector ha creado una saturación que deja una realidad compleja: nunca ha habido tantas ganas de ir a un festival (después de dos años sin esa posibilidad) y, a la vez, nunca ha sido tan difícil rentabilizarlo. En la Comunitat Valenciana, el modelo de festivales con abonos baratos y alto gasto en barra ha tenido ganadores y víctimas.
En el escenario post-covid, la experiencia de los festivales se ha recuperado con creces. No es un problema de público, es un problema de oferta. Las facturaciones han descendido notablemente, el ritmo de venta de entradas se ha desestabilizado retrasándolo hasta el último momento, al igual que la reventa en masa en cuanto se han ido acercando las fechas. Pero el público sigue llenando como antaño las propuestas de las promotoras.
Diversity València, el festival que venía a intentar romper con ese modelo con abonos más caros, se suspendió; al igual que el concierto de Bryan Adams. València ha pasado de contar con los dedos de dos manos los grandes eventos musicales urbanos a no poder asumir la tromba de ello.
En la otra cara de la moneda están las salas de conciertos, que se vieron especialmente afectadas por el vaivén de restricciones. Si los festivales estaban descartados desde el primer momento, estos establecimientos se regían por las normas de pubs y discotecas, el entonces temido “ocio nocturno”. Las restricciones se diseñaban pensando en otro tipo de locales y tuvieron serias dificultades para adaptarse. Muerto el perro, se acabó la rabia. Lorenzo Melero, gerente de Loco Club, confirma que “se ha vuelto a la normalidad y el público ya llena la sala como siempre”. Hasta mediados de julio han mantenido una intensa programación porque, además de la boyante escena local, las giras internacionales que se fueron posponiendo también han ido saldando deudas.
Los museos recuperan el pulso del público
En el caso de los grandes centros expositivos de València, la fotografía es bien distinta a la que arrojaban hace un año. Donde antes había mascarillas, distancia de seguridad y limitación de aforo, ahora hay un regreso del público que sabe, incluso, más dulce de los esperado. En el caso del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), ha duplicado sus cifras de visitantes en este primer semestre de 2022 respecto al mismo periodo del año anterior. En los primeros seis meses de 2021, todavía con algunas restricciones debido a la pandemia de coronavirus, se registró un total de 39.415 visitantes frente a los 86.542 contabilizados hasta la fecha en 2022, un 120% más. Además, indican desde el museo a Culturplaza, si tomamos como referencia el 2020, el año en que estalló la pandemia, el IVAM ha superado en un 131% las cifras de asistentes.
Pero la tendencia no es solo de recuperación pandémica, sino que va mucho más allá, pues el centro ha acogido en estos meses, en colaboración con la Capitalidad del Diseño, dos muestras que han resultado en todo un éxito de visitantes: Anni y Josef Albers. El arte y la vida y Ruta gráfica. El diseño del sonido de València. “Los meses de marzo y abril del 2022, incluso, han superado el volumen de visitantes de los mismos meses del 2019, el año anterior al inicio del Covid en que el museo alcanzó datos históricos con la celebración de su 30º aniversario”, revelan desde el centro. Se recupera el público local pero también el extranjero, que durante el primer semestre de 2022 ha supuesto un 34%, principalmente de países europeos (Holanda, Francia, Alemania, Inglaterra e Italia), frente al 26% que supuso en 2021 con muchas más restricciones que las actuales.
También apuntan a una recuperación desde el Museu de Belles Arts de València. Indican desde el centro que los últimos datos mensuales son de en torno a los 15.000 visitantes, con lo que prevén cerrar el curso, si sigue la tendencia, con un volumen de visitantes de unos 170.000, 20.000 por encima de la media prepandémica. Preguntados por este diario, apuntan que el principal trabajo que se está llevando a cabo desde el centro es el de atracción del público local, que está respondiendo a esa nueva apertura de los museos, un visitante de ‘kilómetro cero’ que está compensando un público internacional que, desde Belles Arts, no consideran que haya vuelto con la fuerza de antaño. Al menos por el momento.
Por su parte, el Centre del Carme ha cerrado este segundo trimestre del año con 77.528 visitante, la segunda mejor cifra de su historia, según el estudio de datos mensual que se lleva realizando desde el año 2015. “El centro de agitación cultural se mueve ya en cifras anteriores a la crisis sanitaria”, indican desde el centro. Respecto al dato acumulado del semestre, en esta primera mitad del año el Centre del Carme ha recibido un total de 135.837 visitantes, lo que supone un 62,52 % más que en los seis primeros meses de 2021. Entre la lluvia de datos destaca, además, la de público infantil y juvenil, que ha supuesto el 46,35 % del total de visitantes recibidos entre enero y junio de 2022, y también, de nuevo, la importancia de ese público de ‘kilómetro cero’: los residentes en la Comunitat Valenciana representan el 73,66 % del total de visitantes de este año.
Las artes escénicas sufren
Tras la pandemia, teatros como el Olympia observan un parón de consumo, con un espectador que selecciona muy meticulosamente el producto que consume: “Hay mucha oferta y la la respuesta del público es muy desigual”, comenta Fayos, María Ángeles Fayos, presidenta de la Asociación Valenciana de Empresas de Teatro y Circo y directora de comunicación en el Teatro Olympia. “El público selecciona más las funciones ya que prefiere destinar sus recursos a otras prioridades (alimentación, suministros…), por lo que estamos observando que lo que va bien se mantiene pero el resto va mucho peor que antes de la pandemia”, reflexiona Fayos, quien ya apunta a temores de cara a la nueva temporada. “Tenemos un futuro complicado, con subidas en costes y bajada en la demanda, y después de haber superado la pandemia estamos en una situación muy delicada a nivel de estructura”.
También los teatros alternativos sufren un periodo de incertidumbre con una asistencia que sigue siendo menor que la prepandémica. “Algo se ha perdido por el camino en la relación con el teatro. Ya estábamos en crisis y ahora se puede agudizar”, explica Jacobo Pallarés, Codirector de Espai Inestable y presidente de la Red de Teatros Alternativos de España. Es momento, explica, de poner el foco en incrementar los trabajos de creación de audiencias. “Mi experiencia con Chile en estas semanas es de ver los teatros llenos en plena pandemia. ¿por qué no en España? Porque allí están haciendo un trabajo enorme con la mediación, con la relación con el entorno….”. Y mirar el futuro no es baladí en un contexto muy cambiante, no solo a largo plazo, sino también a corto, con retos complejos pero, también, oportunidades. “Las instituciones están apoyando como nunca, está llegando dinero de Europa, estamos en el cambio de chip, de pensamiento, de paradigma (queramos o no) y también sabemos que debemos trabajar con las audiencias de otra manera, debemos apostar por la mediación, por las residencias, por los procesos para comunicarnos mejor y hacer partícipes a los espectadores”.
María Ferrer, gerente de l'Associació de Professionals de Circ de la Comunitat Valenciana, tampoco considera que se hayan alcanzado las cifras de asistencia previas a la pandemia, sin embargo sí ve un mayor flujo de asistencia a los espectáculos callejeros: “Son los que más triunfan, asisten todo tipo de públicos y al ir rodando por toda la ciudad cuentan con una gran afluencia de asistentes”, comenta. Desde dentro, la compañía Lucas Escobedo si que vive la sensación de que las cifras más o menos se van estableciendo, aunque con más prudencia: “Nuestra sensación es que se va recuperado el público, aunque lo que cambia es la organización…. Antes compraban más entradas anticipadas y ahora más cercanas a la fecha de la representación”. Un temor que, aunque va decreciendo, aún navega entre la incertidumbre. De cara a la próxima temporada de gira se contemplan “muchas dudas”: “Tenemos una buena gira por delante pero la realidad es que las artes escénicas siguen moviéndose en un entorno precario y totalmente desprotegido. Seguiremos caminando”, comentan desde la compañía circense.
El caso de los cines
Los datos del cine se auditan entrada a entrada, así que no hay trampa ni cartón. Y tal vez sea el sector más fatigado con diferencia de esta crisis sanitaria. “Los números de 2019 están muy, muy lejos, y se va evolucionando poco a poco”, confiesa Antonio Such, de los Cines Babel y presidente de AVECINE. En el caso de los multicines, que son la mayoría de salas de la Comunitat, tienen sus propias olas: los blockbusters han ido siendo una bocanada de aire dentro de una regularidad mala. La inflación ha hundido las ventas del ambigú, el acortamiento de las ventanas de exhibición hace que las películas tengan menos recorrido, y el público familiar aún no ha retomado los hábitos: este es parte del diagnóstico de Antonio Martín, que gestiona los cines MN4. “La manera de ver cine ha cambiado, pero sobre todo, salvo alguna excepción, ya ningún pase funciona como 2019, que fue un año especialmente bueno”, explica.
Por otra parte, cines como Babel, centrados en la exhibición independiente, también siguen viendo con lejanía la recuperación del público a niveles de 2019, pero en este caso sin los picos de los multiversos. Ahora en verano, el cine familiar alarga aún más la sombra al cine de autor que se toma un descanso hasta los meses de septiembre u octubre, cuando empezarán a llegar a salas algunas de las películas adquiridas en la temporada de festivales. “Esperemos que en septiembre, ya sin nueva ola y con una cartelera mejor, se recupere de verdad el público”, comenta Such, si bien augura que el ritmo será muy progresivo. Las crisis con vertientes económicas siempre han afectado mucho al sector del cine. A esto se le suma la movilidad turística, que no beneficia a las salas de cine.
Los dos empresarios prefieren ser optimistas, y prevén que aunque lenta, se llegará a una situación mucho más favorable que vaya más allá de la superviviencia.