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BITÁCORA DE UN MUNDO REINVENTADO / OPINIÓN

Jefes a ocho euros

Foto: PEXELS/SORA SHIMAZAKI
22/07/2022 - 

No ha trabajado, pero la palabra la entiende por lo menos.

Ya le he dicho que entiende algunas palabras.

Puedo darle por él un radio reloj despertador. 

Juan Carlos Márquez. Fírmeme aquí. Relato incluido en: Autoficción.


Buenos días, señor usurero. Traigo un jefe, ¿cuánto me da?

Ufff… ahora mismo los jefes cotizan a la baja, ¿qué es?, ¿coordinador, jefe de servicio, de sección, gerente? 

Eso da igual, ahora mismo lo que puntúa es lo idiota que sea, o eso me han dicho en la sala de espera…

¿Espera? ¿Las listas de espera? Pero vamos a ver, ¿os creéis que lo tengo que resolver yo todo?, os dije cuatro primeras al día, ¡no querréis que se dispare la lista de espera!

Sí, tiene razón, me trae usted un idiota, pero así los hay a patadas. Un jefe idiota es algo muy vulgar, ya se sabe, no vale tanto como se cree. Incompetentes como éste no llaman la atención en la Conselleria.

Pero éste es incompetente y además vago, súbamelo a 10 pavos por lo menos, no pisa el hospital, se saca reuniones o seminarios de la manga para no venir y no hace ni las planillas de guardias a tiempo, ni bien hechas. 

Es muy del montón, ya le digo, tendría usted que ver cómo tengo el stock, desde la pandemia no les doy salida ni regalados, los traen aquí y luego no vuelven a por ellos. Incompetente y vago dice, nada del otro mundo.

Foto: PEXELS/SORA SHIMAZAKI

Ya, pero no encontrará uno con un punto maligno como este, en cuanto abres la boca te empieza a cambiar de cupo cada mes, y te manda al exilio, a Siberia si estuviera dentro del departamento…

 ¡Eso es mentira!

 ¿Ve? Y además miente, lo tiene todo, es un artista, no le tiemblan ni las pestañas. Súbame el precio, ande. El otro día le freí a llamadas y no me cogió en toda la mañana, pero dice que estaba de ocho a tres en su despacho, ¡hasta se lo llega a creer!

Ya, pero está el sistema lleno, tipos como el suyo me los traen a capazos, tendría que ver el stock que se me ha hecho en poco tiempo. Esto es pura chatarra, ya se lo digo, bisutería barata, no lo revendo ni en un circo. Y ahora que han prohibido los animales…

Pues estamos buenos, cagüen la mar. Bloqueé la consulta hace seis meses para traérselo esta mañana y ahora me da usted una miseria. Cuando vuelva me queda la planta, y la urgencia, no sabe usted cómo se llena la observación, me van a dar las tantas hoy y me dice usted seis euros. Yo con esto no me puedo pagar ni medio permiso sin sueldo…

 ¿Os creéis que tengo que solucionarlo yo todo?

 ¡Mire! ¿Ve? Ahí lo tiene. Está en bucle, jefe Premium, pura cepa, pata negra, ¿no?

Bah, ni que me hubiera traído una paletilla de ibérico…

Es un as, se lo juro. No se puede hablar con él. Si le dice que han subido las quejas en el SAIP le responderá que los mangos también han subido en el súper un 3 %. Nunca escucha, agota al rival, tiene técnica depurada, la mejor. Todos huyen con los ojos en blanco, consigue lo que quiera.

A mí en este despacho no me tengas perdiendo el tiempo, Rodríguez, que esto es un cuartucho. Mira, no hay luz natural, ni ventilación, y huele a sótano. Si yo tuviera que pasar consulta aquí no tendría dónde poner mis títulos…

Vale, vale, narcisista y fatuo sube a 7 pavos, pero 10 ni de coña. Hágase cargo de que todos los que tengo en el almacén son así, y nadie devuelve el dinero. 

Foto: PEXELS/ANDREA PIACQUADIO

Ya, lo sé, si es hasta tendencia: la tolerancia a los jefes imbéciles ha disminuido, lo cuenta una consultora en El Times. Con el teletrabajo, la gente se plantea qué está dispuesta a aguantar de su jefe. Las empresas empiezan a cuestionarse si sus directivos valen para dirigir equipos.

Sí, pero eso que dices será en América, que se cambian de trabajo como de camisa. Si me dijera usted que éste es un jefe de El Corte Inglés o de Mercadona, pero dice que ha estado toda la vida en Sanidad, no será imbécil por agresivo, sino por lo pasivo: seguro que no ha puesto una sanción ni una falta leve en su vida, vamos, ni por saber morir, aunque se la líen parda. Le daré un consejo sincero: lléveselo de vuelta al hospital y haga como que no está, es lo que hacen todos los equipos, estas piezas hay que saber “llevarlas”. Si le dan buenas ideas y hacen como que se le ocurren a él, tal vez aguanten todos sin mucho sobresalto unos añitos, que la jubilación está ahí al lado.

Qué listo, eso ya fue antes de la pandemia, pero ahora estamos todos laminados, y éste encima se ha venido arriba. Ahí donde lo ve, ha dividido al equipo, saca lo peor de nosotros, y los compañeros se rinden, prefieren irse al extranjero y hasta presentarse otra vez al Mir. Fuga de médicos, ¿no lo ha oído? Los más viejunos se van a la privada, caen como conejos. Luego ahí arriba te salen con que no los hay, ¡pero si somos el país del mundo con más facultades de medicina! Con estas condiciones no hay quien pueda, ya hemos hecho catas con todos los ansiolíticos del mercado y nos hacen cosquillas.

Pues pida cita en salud mental.

Me dan para 2030… Pero no me lo ha mirado usted bien, vea qué ejemplar le traigo, iguálemelo. Ha ahuyentado ya a tres de las mejores sustitutas que teníamos, y dos enfermeras especialistas, con lo que escasean, usted no sabe el talento que tiene: a nadie le duran menos los contratos… 

Ya, pero tienen ustedes que aguantar, por eso se hicieron médicos, ¿no? En el código iba el ideal de servicio y la moral de alcoyano, ¿o no se acuerda ya de los once años de carrerita, cómo fueron?

Sí, lo sé, pero hemos pasado una pandemia, los primeros meses íbamos forrados en bolsas de basura. Apiádese. Antes nos aplaudían a las ocho.

Nada, nada, haber elegido muerte. Usted tiene un trabajo fijo y, además, le gusta. No se queje tanto y coja los 7 euros, no se hable más. Si me hubiera traído un lote, no sé, directora de enfermería y jefa de sección, o: gerente y supervisora de planta. Mire, si no le va bien, se pone usted de jefe. Ahora no se necesita tener la tesis hecha.

 ¿Qué quiere usted? ¿Matarme? Puedo aceptar 7 pavos, pero idiota no soy. Si acepto el cargo, en unos meses me acanallo y me tiran de casa. Tengo mujer e hijos, y un padre mayor.  No soy mala persona.

Bueno, pues lo dicho. Precio final 7 euros. 

Pero mire usted lo quietecito que está, si es que no pega palo al agua, ni protesta, ni se le ocurre nada. No irá a la Conselleria a exigir recursos así lo maten.

Si no le gusta el trato, vaya donde gerencia y quéjese ahí.

Pero si la semana pasada le traje al gerente y no me dio más de tres pavos.

Bueno, vale, se lo subo a 8 porque me da mucha pena, la verdad, pero no puedo ser una ONG.

 ¡No hagáis las estancias tan largas, que no somos una ONG!

Las suelta buenas, ¿eso de la ONG no me lo sube un poco? Éste de aquí lo disimula como puede, pero trata a la enfermería como escoria, y a las familias sin recursos ni le digo. Es muy clasista, súbale un puntillo.

Ya no puedo subir más, es un regalo.

Qué miseria. Nunca fui bueno para el regate, los pacientes me sacan siempre el trankimazin de 2 mg y la baja de año y pico. 

Consiga que lo asciendan, hombre, es la forma sutil de quitarse de encima a los que nadie aguanta. Seguro que puede ir a un hospital más grande, se sentirá premiado y ustedes respiran.

Sí, claro, estilo Villarejo. Qué mundo.

Pues déjelo todo y móntese una ludoteca, ¿dijo que era pediatra? 

Psiquiatra.

Ah, entonces puede abrir una granja de loquitos, he oído que en la Conselleria se da la licencia para una con cuatro chavos, los meten de cien en cien, y con tres auxiliares que contrate ya lo tiene. Locos ahora los hay a patadas, tantos como jefes insufribles, si me hace buena tarifa le mando a mi cuñado, que ya no puedo con él. Si me lo cura, le doy el doble por este jefe suyo tan ordinario. Pero a mí no me trate, que yo soy irrecuperable, ¡ja, ja!

Válgame el cielo, no me salga usted con la bromita, que llevo veinte años aguantándola.

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