La Fundación Bancaja Sagunto acogerá la muestra Nostalgia y recopilará las obras más recientes del pintor, quien retomó su vida pública en 2015 al poner a la venta todas sus obras. La inauguración está prevista para el 9 de septiembre a las 19:30 horas
VALENCIA. Las telas de José Sanfrancisco Orero están acostumbradas a los golpes frenéticos y rápidos de la espátula del pintor. Solo así, el artista valenciano consigue esa sensación de frescura en todas sus obras, esconder los cuerpos entre la pasta y colar ráfagas fugaces en una estampa inmóvil. A medio camino entre España y Argentina, Sanfrancisco ha luchado con la paleta contra las injusticias sociales y lo que pinta representa todo aquello que le duele, "que no es más que el dolor de los demás", confiesa él. En 1968, por motivos personales, decidió abandonar los certámenes y las exposiciones. Quien fue autor de Flora y Fauna de l'Albufera, que representó a la Comunitat en la Exposición de Sevilla de 1992, ha pasado casi medio siglo lejos de las exhibiciones voluntariamente, la última parte de su vida recluido en su estudio de Masías, en Moncada (Valencia).
Nostalgia es un recorrido por la vida artística del pintor, con cerca de una veintena de obras, realizadas casi todas ellas en los últimos cinco años, pues aunque se ha alejado de las exhibiciones no lo ha hecho de la espátula y la cuchilla, cuya técnica domina a la perfección. Su obra está compuesta por más de 3.000 lienzos, esculturas, libros y grabados, los 2.000 primeros cuadros los realizó desde 1958 hasta 1968, en su Periodo oscuro, conocido así por las tonalidades. Las llevó a cabo en Mendoza, Argentina, y entre ellas destaca Música Salvaje, que podrá verse en la muestra y fue la pieza con la que ganó el Gran Premio Salón Nacional de San Luís (Argentina) con tan solo 21 años. Tienen protagonismo las obras realizadas desde el año 2000, inscritas en su Etapa de la luz, ya en la costa mediterránea. La colección podrá visitarse del 1 al 23 de septiembre en la Casa Capellà Pallarés de la Fundación Bancaja de Sagunto.
La selección es un canal para atravesar la anatomía del hispanoargentino, el único objetivo del artista es que quienes contemplen la obra descubran su sentir, las emociones de su retiro. “He vivido 42 años en España, en mi apartheid voluntario. Trabajando como hijo del silencio. Esta muestra que se expondrá a la consideración del público valenciano es apenas un pellizco de lo realizado en este lugar”, señala el autor. Una de las obras que bautizan la exposición es Uturunco contemplativo, un óleo sobre lienzo pintado en 2016 que refleja la añoranza de una infancia carente de la barbarie actual, lejos de una civilización errante y doliente, también una adolescencia entre "salvajes". El título homenajea a la primera guerrilla del siglo XX en Argentina, la de los Uturuncos, que quería provocar el regreso de Juan Domingo Perón de su exilio.
Sanfrancisco entiende la labor de un artista como la voz de un pueblo, pero sin fronteras; "la voz de los que no saben, no pueden, o no les dejan hablar. Así lo he entendido desde mi uso de razón”, explica José. La selección se trata, principalmente, de una imagen abstracta y acusadora, como Atocha (2014), Aylan (2015) o La noche de las bicicletas (2016), que conmemora la matanza de Tiananmén en 1989. Amadou Diallo ilustra la muerte de un joven inmigrante guineano de 23 años que murió brutalmente asesinado tras recibir 41 disparos de 4 policías neoyorquinos.
El comisario de la muestra, amigo del pintor y concejal del Ayuntamiento de Moncada, Miguel Gallego, relata que ha visto pasar a cientos de artistas por su localidad, no obstante, considera a Sanfrancisco como "un genio en todo lo que hace, dice, o piensa”. “Son muchos años trabajando y compartiendo experiencias con este artista", apunta Gallego, "después de mucho vivir junto a él, le convencí de que su obra debía ser dada a conocer en España, ya que fuera, es un reconocido escritor, escultor y sobre todo pintor”.
El Año Sorolla clausura sus actividades en València con una gran exposición en Fundación Bancaja en la que la emoción une el trazo del pintor y el relato de Manuel Vicent