Diversas iniciativas populares recuperan espacios, salas de cine, teatros y solares para el uso cultural. Es la victoria de la sociedad civil frente al anquilosamiento de las instituciones durante las dos últimas décadas
VALENCIA. Son las diez y media de la mañana de un martes. Sentadas en una de las mesas que hay frente a lo que fue y será una cafetería, Menchu Suárez le explica a Viviana de la Fuente cómo se han de colocar unos pomos metálicos. Son nuevos y se pondrán en las puertas de los aseos de los multicines Aragón. Tras estar nueve años cerrados, el complejo abrirá sus puertas este 27 de noviembre y lo hará remozado hasta en los más mínimos detalles después de casi medio año de trabajo.
"Ha habido momentos duros, como cuando tuvimos que cambiar la fontanería, pero ya vemos la luz al final del túnel", comenta Ignasi García, de pie, en medio del recibidor. Mientras, en la planta superior, delante del ordenador se encuentran Eugeni Machancoses e Ismael Gallart, que están revisando modelos de pestillos para poner en las nuevas puertas.
Llega el electricista, que se pone a hablar con Menchu sobre un enchufe. "Ayer comprobé que funcionaba», manifiesta sorprendido el técnico. Menchu le acompaña. ¿Cuántos enchufes puede tener un cine? "Decenas", asiente risueño García, con cara de haberlos contado uno a uno varias veces. "Y no son sólo los enchufes, son los puntos de luz, puertas...".
Manuel Pascual se va a un rincón a preparar su cámara para seguir grabando esta historia de amor al cine y valentía
Mientras García habla, Alicia Serrano, presidenta de la cooperativa La Cinemista, Amparo Gómez y Pol Nieto van de un lado a otro llevando paneles, sillas... En medio de ese ir y venir laborioso aparece el realizador Manuel Pascual que está rodando un documental sobre el proceso de recuperación de los cines. Saluda a los que tiene más cerca y, tímido, se va a un rincón a preparar su cámara para seguir grabando esta historia de amor al cine y valentía. Una historia que comenzó hace más de dos años en la confluencia de las calles Dénia con Sevilla, en un bar de Ruzafa, el café Tostao también conocido como La Cubana por el origen de sus propietarios. Allí se reunía periódicamente este grupo de amigos para plantear la idea de recuperar y reabrir los cines Aragón. "Lo llamábamos la oficina; quedábamos en la oficina", recuerda García.
Entre cigarrillos, cafés, cervezas y conversaciones varias fue tomando forma la iniciativa y acometieron un primer intento, fallido, hasta que hace medio año volvieron a probar. Una vez contaron con el visto bueno de la propiedad, crearon la cooperativa La Cinemista, con la que gestionan esta reapertura. Al principio eran sólo cuatro, pero pronto llegaron a ser las ocho personas que actualmente forman el grupo, a los que hay que unir un socio no empleado.
Con ser llamativa, la experiencia de La Cinemista no es única en la Comunitat Valenciana, ni en la ciudad de Valencia. Más bien al contrario, es una suerte de tendencia que tiene antecedentes tan ilustres como el Solar Corona. Desde hace cuatro años un colectivo de ciudadanos, que funciona como asamblea, gestiona el uso de este espacio público para actividades sociales y culturales.
"Tenemos una cesión en precario", bromea el gestor cultural Domingo Mestre, uno de los impulsores de la iniciativa, junto a Adrián Torres y Javier Molinero, entre otros.
(Fragmento del reportaje publicado en su integridad en la revista Plaza de noviembre, ya a la venta).