se abre un escenario distinto con menos directrices autonómicas y sin bloques oficiales

La nueva (i)lógica de pactos locales sin el silogismo del Botànic  

31/05/2023 - 

VALÈNCIA. PSPV, Compromís y Unides Podem configuran el Botánic. Este modelo de pacto resulta extrapolable de la esfera autonómica a la local. Por tanto, los ayuntamientos que puedan ser gobernados por esa conjunción de fuerzas lo harán. 

Este silogismo, vigente desde 2015, ya resulta obsoleto. La primera premisa va a desaparecer en las próximas semanas, cuando se constituyan los plenos y el PP gobierne en gran parte de ellos. Y, sobre todo, porque el Botànic como concepto trasladado desde un conocido jardín de València dejará de ser una realidad tangible.

No habrá Botànic, ergo la obligación que implicaba a escala municipal desaparece. Esto significa que, por ejemplo, el alcalde de Sueca, el socialista Dimas Vázquez, no tendrá que sufrir la amenaza de un expediente de expulsión que nunca llegó a sustanciarse por pactar con PP y Ciudadanos para que Compromís, la candidatura más votada en 2019, no gobernara. 

El primer edil suecano no solamente ha aguantado los cuatro años esa presión, sino que fue proclamado aspirante del PSPV por la agrupación local hace escasos meses sin que la autonómica pusiera impedimento alguno y, además, ha sido el candidato más votado este pasado 28 de mayo. Si hace cuatro años no pactó con Compromís, ahora, vencedor y sin Botànic, puede hacerlo con mayor motivo. Mirado desde la perspectiva del futuro, quizás fue más un pionero que un díscolo.

Paiporta y Oliva

Retrotraída en el tiempo esta coyuntura, Maribel Albalat o Ana Morell no habrían tenido que hacer de tripas corazón para, apurando al máximo el tiempo de resignación, otorgar, con los votos socialistas, las alcaldías de Paiporta y Oliva a Compromís. Lo sustanciaron a su pesar, por indicación de la dirección de su partido, en 2019. 

Ahora no lo necesitarán. Albalat ha mejorado resultados y ha alcanzado un cómodo triunfo en Paiporta. Suma nueve concejales sobre el total de 21. Necesita a los tres de Compromís para lograr la mayoría absoluta. 

La coalición compromisaria tuvo el apoyo de los cuatro socialistas en 2015 con el fin de ascender, con sus seis, a la alcaldía. En 2019 ya empataron a sextetos y, a última hora, pactaron acuerdo de alternancia. Ahora, si se mantiene la lógica del quid pro quo -que ya no el truncado silogismo botánico- el trío de munícipes compromisarios hará de báculo de Albalat.

En Oliva, por su parte, Ana Morell permitirá -no le queda otro remedio con sus cinco ediles- lo que no pudo, por indicaciones superiores, hacer en 2019, y dará paso al pujante Projecte Oliva, con diez concejales. PSPV y Compromís, por otra parte, ya apenas aúnan siete actas.

Bloques ¿homogéneos?

La coalición botánica impulsada por Ximo Puig, Mónica Oltra (principalmente) y Antonio Montiel (primer síndic de Podemos) se anticipó a Pedro Sánchez, ya a escala estatal, en la política de bloques. Configuraron en 2015 uno propio, de manera que, por extensión y casi automáticamente, dejaron al resto como otro, como el bloque rival, al que calificaron de derechas. 

Albert Rivera, por entonces presidente de Ciudadanos, acabó de cimentar esa lógica al considerar al PP "socio preferente", lo que multiplicó los pactos municipales con la formación popular (Rocafort, Vilamarxant...) aunque hizo bastante más que pinitos con el PSPV (la citada Sueca, Tavernes Blanques o, sobre todo por su magnitud, Torrent).

Esa correlación de bloques gestada del Botànic ha calado en el imaginario colectivo y todavía ha dejado su poso hasta que tanto los tres partidos afectados como los de la oposición acaben de hacerse a la idea de que esa lógica ya ha terminado. No hay Botànic. Cada municipio más o menos decide sin una referencia autonómica. Salvo que PP y Vox decidan oficializar que son un bloque, una circunstancia que a buen seguro no ocurrirá antes de las elecciones generales pese a que los plenos municipales sí que se constituirán antes.

"En principio queremos repetir los pactos de 2015 y 2019, pero las direcciones locales han de determinar si han sido buenos o no y proponer alternativas, que pueden ser quedarse en la oposición o una abstención que permita la investidura", apuntan desde Compromís. Las agrupaciones decidirán y la coalición, a nivel regional, dará su plácet o no.

Esta nueva era de pactos podría derivar, por ejemplo, en que en Alzira Compromís llegara a un acuerdo de gobierno con el PSPV (ahí seguiría la lógica botánica) y (aquí está la novedad) con Ciudadanos. Esto último rompería los esquemas mentales del pasado mandato. No obstante, el candidato local compromisario, Alfons Domínguez, ya ha lanzado el lazo el edil naranja, Miguel Vidal, y le ha propuesto configurar gobierno. El actual Cs, con una treintena de concejales en la provincia, deja bastante más margen de decisiones a sus munícipes que hace cuatro años.

¿PSPV con Vox?

Eso sí, Compromís y PSPV conservan la inercia -y la afinidad necesaria- para aglutinar fuerzas en Alzira. O para, previsiblemente, que la primera coalición ceda la alcaldía de Catarroja a Lorena Silvent tras sacar esta siete concejales frente a los cinco del primer edil compromisario Jesús Monzó. Tras aguantar ocho años de acompañante y los últimos cuatro de vicealcaldesa, ahora la aspirante socialista espera la devolución de lealtad a apoyar a la fuerza más votada. 

Aunque ya no haya Botànic. Se trata, en la nueva era, de un acuerdo más personal y menos de directrices autonómicas. Hacia esa tendencia parece que va encaminada la nueva dinámica. PSPV y Compromís suscribirán pactos municipales a su libre albedrío, sin el dedo indicador de sus cúpulas. Sin demasiadas cortapisas. Tanto, que podría producirse el caso, por ejemplo, de que en Loriguilla los dos ediles socialistas firmaran un acuerdo con los tres de Ucin y el de Vox. Les une una circunstancia tan poderosa como compartir enemigo común: el exalcalde Sergio Alfaro, antes en Ciudadanos y ahora en el PP.

PP y Vox se miran para ver quién da el primer paso en la futura relación que se les abre. Ya han sostenido pactos esporádicos desde 2019, como en Puzol (no acabó bien). No obstante, la formación voxista casi ha quintuplicado su número de concejales en la provincia (como pronosticó su presidente provincial, Ignacio Gil Lázaro) y ahora resultará más determinante, aunque de momento no quiera revelar sus consignas de acuerdo. 

De hecho, Amparo Folgado, la aspirante popular, necesita los votos de sus cuatro ediles para ser alcaldesa de Torrent. Ya les ha hecho el primer guiño hablando de similitudes. La devolución de favor puede llegar desde Náquera, en la comarca de Camp de Túria. Vox ganó el domingo y obtuvo cuatro ediles; el PP logró tres. Ambos suman mayoría absoluta. También se han producido acercamientos.

Partidos locales

En esta nueva era de pactos postbotànic las formaciones localistas contarán con un relevante protagonismo. Por ejemplo, el Partido de Requena y Aldeas (PRYA), con tres munícipes, decantará la vara de mando local. PSPV y PP lograron ocho actas cada uno. El que consiga tres más suma mayoría absoluta. La popular Rocío Cortés tiene más papeletas. 

Mas Camarena-Torre en Conill, en Bétera, ha repetido sus cuatro ediles. En 2019 respaldó al PP y cimentó una compleja coalición. En 2013 podría resultar más sencillo. Con los ocho concejales que lidera la alcaldesa Elia Verdevío tendría mayoría absoluta. No obstante, la formación que defiende las urbanizaciones ya ha anunciado que va a tantear otras opciones. Realmente solo queda una segunda que encaje: la de pactar con PSPV y Compromís. 

Empieza, por tanto, una nueva etapa de acuerdos menos predecibles, de bloques resquebrajados o por crear y de decisiones locales que no dependerán tanto de consignas autonómicas.



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