Ya estamos en Santa Santa, un tiempo tan diferente como nuestra propia sociedad. Mientras unos los toman como un periodo de descanso, unos días de asueto como puedan ser las fiestas de la primavera en países no católicos. Lo sabemos muy bien en la Comunitat Valenciana, puesto que ya hemos recibido miles de visitantes de tantas partes de España y de otros países en un tiempo considerado de temporada alta.
Turistas hay de todos los tipos, desde lo que vienen atraídos por nuestras playas, nuestras ciudades y, sí, también nuestras procesiones. Son tradición, son arte y son cultura. Disfrutar de la liturgia de las procesiones, de la belleza de las imágenes no es cuestión de fe, sino de sensibilidad. No importa tanto la creencia religiosa como el sentimiento artístico. Es tan absurdo como abominar de los sublimes versos de Miguel Hernández porque fuera comunista. Yo no lo haré, como espero que quienes no sean cristianos lo hagan con la Pasión.
Porque muchos también nos gustan nuestras procesiones, la Diablesa de mi Orihuela, los Benlliure de Crevillente o la Semana Santa de Valencia. Y para otros es tiempo de austeridad y reflexión.
Cualquier opción que se quiera tomar en buena, incluso compatible diría yo. No serían los primeros que aprovechan estos días para trasladarse a otro punto de España para ver la imaginería de Sevilla o la solemnidad de Castilla y León. La cultura como atractivo turístico.
Lo importante es que exista esta libertad individual, que desde hace tiempo hay una corriente político-mediática muy peligrosa, de ministras que actúan más como juezas que como legisladoras. Sobre todo porque lo segundo lo hacen muy mal, como se ha podido comprobar en la demencial Ley del Sí es Sí. Y el tercer sí, estoy hablando de las ministras podemitas, que están contagiando su terquedad a sus compañeras de gabinete.
Yo, que soy un mar de dudas, no alcanzo a comprender a todas aquellas personas que lo saben todo, lo conocen todo y que, además, tienen la verdad sobre todas las cosas. Igual, aprovechando la época, deberíamos bajar algunas imágenes de los tronos y sacar a algunas en procesión. Pero igual es lo que quieren.
Porque nunca se equivocan ellas, siempre son los jueces (estos sí, de verdad) fascistas, la sociedad patriarcal, el árbitro, el césped o el tiempo. Da igual que sea el consentimiento de las relaciones sexuales como la última polémica sobre la gestación subrogada, saltado extemporáneamente a finales de la semana pasada porque una mujer, Ana Obregón, ha decidido recurrir a ello para tener una hija. "Eso es violencia contra las mujeres", no ha tardado en decir Irene Montero.
Últimamente todo es violencia contra las mujeres: existe la violencia obstétrica; la violencia vicaria; la violencia económica, etcétera. Todo es violencia, al parecer, menos la violencia sexual. Porque para los violadores se han bajado las penas. Vergüenza eterna a quienes votaron a favor.
No tengo problema ninguno en dar mi opinión porque me siento una mujer libre y esto no me lo va a quitar nadie. La gestación subrogada es, sin duda, un asunto delicado. Entiendo a las parejas que quieran tener un hijo propio, pero por cuestiones de la naturaleza, no puedan hacerlo. Ya sean parejas homosexuales varones (las lesbianas pueden recurrir a la fecundación in vitro, algo totalmente legal y a lo que nadie se opone) o heterosexuales.
Pero también comprendo a quienes aseguran que tener un bebé no debe ser un negocio, que haya mujeres que por necesidades económicas se vean obligadas a tener hijos continuamente, lo que redunda en peligros para la salud de la gestante, sin duda.
Entre ambos extremos, creo que está la virtud. Por eso entiendo que en el Partido Popular se haya abierto al debate, en el que quiero participar. Sí a la gestación subrogada, pero sin compensación económica para la mujer. Sí al pago de los gastos que conlleva un embarazo, pero que nunca una mujer tenga que verse abocada a la obligación por necesidad.
Viendo, leyendo y hablando estos últimos días he llegado a esta reflexión, seguro que no compartida por todos, ni siquiera en mi propio partido. Pero esto es una de las cosas que más me gustan del Partido Popular. Nadie desde un micrófono red nos dice lo que tenemos que repetir. Que somos libres en todo, de opinión para hablar sobre gestación subrogada y de obra para salir de vacaciones o de procesión esta Semana Santa. Y, como cantaba Jarcha en la Transición, sin ira.
Sea cual sea su opinión, sean libres y felices esta Semana Santa. De eso no tengan ninguna duda.