VALÈNCIA. El principio de incertidumbre -también llamado relación de indeterminación de Heisenberg- afirma que no podemos conocer con certeza dos magnitudes a la vez y, por tanto, cuanto mas empeño ponemos en conocer una de ellas en profundidad más perdemos de vista la otra. Por otro lado Kant, el gran filosofo alemán, dijo por activa y por pasiva que no podemos conocer el hecho en sí. El noúmeno -como él lo llamó- o la verdad, lo que es, el núcleo de lo que acontece. Según Kant, solo podemos conocer algunos detalles de lo que sucede y siempre bajo el tamiz de nuestra propia percepción.
Estas dos teorías describen claramente los límites de nuestra capacidad de conocer en qué mundo nos movemos realmente; mientras son clave para entender cómo comportarse en tiempos como el que vivimos, aceptando que muchas cosas se nos escapan queramos o no. Hoy nos debemos enfrentar al mismo tiempo a la guerra de Ucrania y sus consecuencias, a la inflación producida por la infinita impresión de dinero y su efecto en la economía, a la subida de tipos derivada de esa inflación, a la caída de las bolsas y los bonos de forma simultanea y a la reapertura de China y las consecuencias que tendrá en el comercio mundial. Todos estos puntos de corto plazo.
Pero también, y como procesos de largo plazo, debemos enfrentarnos a las consecuencias del proceso de desglobalización y tensión internacional surgida tras la pandemia, al efecto en el trabajo que puede tener la adopción de tecnologías como la inteligencia artificial o el metaverso, o a los efectos impredecibles del cambio climático y de las decisiones que se tomen para combatirlo. Todo ello concluye en una verdad: nos enfrentamos a uno de los períodos de mayor incertidumbre de los últimos años. Posiblemente de las ultimas décadas. ¿Cómo debemos enfrentarlo?
Una cuestión es clara: no intenten predecir las consecuencias de todo esto. Como nos indica el principio de incertidumbre, si nos fijamos por ejemplo en conocer en detalle las consecuencias de la desglobalización perderemos foco sobre otros acontecimientos y no conseguiremos nada, gastar energía y sentirnos perdidos. Por otro lado y siguiendo a Kant, si intentamos desentrañar la verdad, nos encontraremos con un muro, o con un espejo, nos veremos a nosotros mismos. Y tampoco llegaremos a nada. Es increíble lo poco que podemos realmente saber con certeza a pesar de nuestra soberbia.
Así que, ¿cuál es la clave? En mi humilde opinión centrarse en lo que permanece detrás de lo fenómenos. Si hablamos de economía e inversión en lo que siempre funciona.
Pase lo que pase podemos decir que:
Estas tres cosas son verdades inmutables, pues puede comprobarse su realidad a lo largo de muchos procesos de crisis en los últimos dos siglos. Son, por lo tanto, algunas de las realidades que nos tienen que ayudar a transitar estos tiempos
Las empresas seguirá existiendo y, por tanto invertir en empresas -ya sea por la parte de las acciones o de los bonos- es una opción perfecta para nuestro dinero. Esto no quiere decir que todas sean buenas inversiones ni que las buenas compañías no sufran momentáneamente.
Cualquiera que haya estudiado los ciclos de las empresas sabe que estas nacen, se desarrollan y mueren, por lo que nos pueden dar alegrías o tristezas. Que se lo pregunten a Newton y su inversión en la compañía de las indias orientales, por ejemplo. Cualquier economista al que preguntemos nos hablará así mismo ampliamente de los ciclos de la economía. Pero nadie pondrá en duda nuestra aseveración.
Así por ejemplo, un buen índice o ETF nos puede ayudar a mitigar el problema de en qué empresa invertir y cuándo, mientras podemos elegir sectores, países o incluso el mundo para invertir nuestros ahorros. Todo ello sabiendo que tarde o temprano podremos alcanzar una rentabilidad razonable. Podríamos hacer otras cosas, muchas, algunas mas rentables, pero esta es simple y acertada.
Por supuesto nadie negará nuestra segunda aseveración, que el cash pierde poder adquisitivo cada día, y eso debe llevarnos a pensar que solo debemos mantenerlo aquel dinero que vamos a necesitar en los próximos tiempos, pero no el grueso de nuestros ahorros. La percepción superficial será que no perdemos, pero la tozuda realidad nos dirá otra cosa cuando a la vuelta de unos años el dinero ahorrado no nos dé para mucho.
Por ultimo queda claro, como nos ha demostrado el pasado, que todo cambia. La crisis financiera de 2008 o la de 1929 se esfumaron y un día volvió la alegría. Lo importante es que esa alegría nos encuentre preparados para un nuevo periodo de buena cosecha pues, como Churchill dijo muchas veces, la única forma adecuada de vivir es viendo la oportunidad en cada adversidad.
Lorenzo Serratosa es cofundador de la EAF valenciana Kau Markets y presidente de Substrate AI