VALÈNCIA. Pocos dudan ya de que el 28 de mayo de 2023 se celebrarán las elecciones autonómicas en la Comunitat Valenciana, coincidiendo además con los comicios locales que tendrán lugar en toda España. De ser así, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, volverá al calendario conjunto con el resto del país aunque cruzando los dedos para que Pedro Sánchez no apueste por un 'superdomingo' y sitúe también en esa fecha las elecciones generales, dado que en estos momentos no parece demasiado beneficioso para el Botànic ir de la mano con el Gobierno de España a una cita con las urnas.
Así pues, queda menos de un año para que los valencianos decidan quien gobernará la Comunitat. Valencia Plaza consulta a ocho analistas sobre la gran incógnita a resolver en mayo de 2023: ¿Seguirá gobernando el Botànic? ¿Cuáles son las claves para saber si habrá continuidad o el bloque de derechas logra el vuelco? En líneas generales, los expertos dudan de si habrá Botànic III y ponen sobre la mesa los factores que consideran determinantes para su continuidad (o no) como la gestión ante la crisis económica, el desgaste del Gobierno de España y las posibles alianzas electorales.
Guillermo López. Catedrático de Periodismo por la Universitat de València y analista político.
Creo que hay más opciones a día de hoy de que el Botànic no logre repetir. Es cierto que si nos limitamos a analizar su gestión tendría posibilidades, porque el Botànic ha sido un gobierno de contención de daños, sin grandes errores ni con medidas demasiado arriesgadas. Es decir, el mayor mérito diría que ha sido 'no ser el PP': cambiar la noción de la gestión del Gobierno valenciano en parámetros de transparencia, honradez... aunque tampoco sin grandes hitos. Por ejemplo, no se ha logrado la reforma de la financiación, y en cambio se buscan iniciativas 'coloridas' para poner la Comunitat en el mapa, como los premios Goya o el Benidorm Fest; es verdad que con menor gasto que el que comprometía el PP para estos logros. También es cierto que la oposición del Botànic no está en un gran estado de forma, pero esto no tiene por qué ser definitivo, dado que las elecciones suelen perderlas los gobiernos, más que ganarlas la oposición. Y en este sentido, aquí puede perder estas elecciones el Gobierno de España, al que veo muy desgastado y cuyas perspectivas económicas, atenazados por la inflación y la crisis energética, ya no son nada buenas. Puig no querrá concurrir en esta ocasión con las generales y sí las hará coincidir con las locales, lo que le da mejores posibilidades, pero aun así estarán muy abiertas.
Ahora bien, creo que el Botànic tiene el lastre de su vinculación con quienes hacen las políticas en Madrid. Al PSPV le veo con dudas entre mostrarse seguidista con el Gobierno de Sánchez o mostrarse más reivindicativo. Una situación muy similar a la que vivió Alberto Fabra con Mariano Rajoy. A esto hay que sumar que el bloque de derechas apunta a pasar de tres fuerzas a dos por la desaparición de Ciudadanos, y esos votos irán en masa a PP y Vox. En cuanto a la izquierda, está por ver si habrá confluencia Compromís, Podem y EU, pero dudo que salga bien porque son sensibilidades distintas que se acentúan especialmente en el ámbito autonómico. Si van por separado, corren el riesgo de que Unides Podem no entre en Les Corts, con lo que las cuentas probablemente no saldrían. Por todo ello, creo que el Botànic podría seguir si sólo nos limitáramos a su gestión y la oposición que tiene enfrente, pero la mala tendencia nacional y la coyuntura desfavorable en cuanto a bloques de partidos pueden penalizarles. Es por eso que si tuviera que apostar, diría que no habrá Botànic III en 2023.
Aida Vizcaíno. Profesora de Ciencias Políticas en la Universitat de València.
Ante tan compleja respuesta, lo único en claro que parece esperarse para 2023 es un resultado muy ajustado entre ambos bloques. Para que se produzca la tercera edición del Botànic, con una correlación de fuerzas entre sus partidos notablemente diferente, no sólo debe capitalizar la gestión de los fondos europeos sino que debe conseguir que se superponga política y mediáticamente al barro político que se intensificará a partir de septiembre. Y la desaceleración económica que se prevé para 23 no rema a su favor. Es posible que el marco contextual de las elecciones tenga tintes económicos, escenario al que el Botànic no se ha enfrentado hasta ahora. Si recordamos, en 2015 fue la corrupción, que no es lo mismo. Veremos cómo maniobra la izquierda valenciana porque a la derecha se le presupone comodidad en estas lides.
¿Y cómo llegaría este bloque a 2023? Por ahora, parapetándose en las siglas estatales. A falta de un año, el candidato autonómico de la derecha sigue siendo desconocido para la ciudadanía. Necesita activar algunos temas particulares que valencianicen su programa político. Y lo visibilicen. También parece claro que, si quieren llegar al Palau, tendrán que pactar con la extrema derecha, relación, por ahora, más tibia que en otros territorios.
Quico Miralles. Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas y director de Atzuvieta, consultora de comunicación y estrategia. Analista.
Crec que el Botànic tornarà a governar si no hi ha un desastre econòmic o recessió molt prolongada derivada de la guerra a Rússia. Els elements que veig importants són:
1. Els baixos índex de coneixement de Carlos Mazón i ja no diguem dels candidats de Vox i Ciudadanos per a unes eleccions que al seu electorat importen poc. Tenen la contradicció que per donar-los a conèixer han de polaritzar les eleccions, i si les polaritzen amb l’extrema dreta pel mig van en contra de l'estratègia estatal de Feijoo que és rebaixar la tensió perquè l’electorat socialista s’abstinga per la marxa de l’economia.
2. Ximo Puig i el Botànic (i altres candidats com Oltra o especialment Baldoví) tenen un coneixement ciutadà molt més alt, bones valoracions i no generen una animadversió especial en l’electorat de dretes, a diferència de Pedro Sánchez; les seues polítiques esta legislatura no han sigut molt ambicioses, no tenen un discurs identitari o nacionalista fort, tenen a la patronal a favor i han aconseguit coses com la fàbrica de bateries, Benidorm Fest, etcètera.
3. Els efectes de la barrera del 5%, ara mateix té més números de quedar-se fora Ciudadanos atès que el pacte amb el PP sembla descartable, mentre que Unidas Podemos té millors números, estan governant, funcionen pel vot de marca (a Dalmau ja no el coneixia ningú i va migfuncionar) un tiró relatiu de Yolanda Díaz i a una mala possibilitats d’acord amb Compromís, hi ha moltes més opcions que es perden un 3-4% de vots per la dreta que per l’esquerra.
Blanca Nicasio. Profesora de Ciencias Políticas de la Universidad UCH-CEU.
Partiendo del cambiante contexto político, así como de la volatilidad de los electores, lo más prudente, a un año de elecciones, es dejar cierto margen a la incertidumbre. Si bien, se pueden apuntar algunas claves que pueden influir en que se materialice o no un Botànic III. La primera, el cambio en el estado de ánimo en unos y otros, que puede afianzar las elecciones andaluzas. Una mayoría del PP reforzaría la idea del PP como alternativa de gobierno, además serían las quintas elecciones recientes en las que el PSOE no despega (tras Galicia, P. Vasco, Madrid y CYL), lo que perjudicaría a un Botànic III. De hecho, hay encuestas que reflejan un cambio de gobierno en feudos socialistas como Castilla La Mancha.
La segunda, tiene que ver con qué votantes se quedarán en casa: en Andalucía, se observa una alta movilización del electorado de derecha. Así pues, el miedo a un gobierno con la ultraderecha será empleado, por los partidos de izquierdas, para sembrar dudas en los votantes moderados del PP, intentando evitar también el trasvase de votos de su bloque al otro. Y la tercera, la fortaleza con la que lleguen a las elecciones Compromís y UP. De momento, el PSOE parece que no pierde apoyo electoral, por lo que será clave evitar guerras como se han visto en Andalucía, así como contar con buenos líderes que arrastren voto, especialmente en Alicante -donde la derecha tiene más proyección-. Sin olvidar, el efecto de la barrera. Un Botànic III necesitaría que UP consiga representación y, aunque de momento, las encuestas reflejan su entrada, en un año puede pasar de todo.
Oscar Barberá. Profesor de Ciencias Políticas en la Universitat de València.
Estamos en un proceso lento de realineamiento del sistema de partidos que hace particularmente difícil estimar el apoyo electoral en el corto y medio plazo. Creo que es mejor entender el contexto con la mirada puesta en el largo plazo. Desde esta perspectiva, hay como mínimo un par de elementos que permiten pensar que podría haber una reedición del Botànic dentro de un año. El primero de ellos tiene que ver con la valoración de la situación política y la gestión del gobierno autonómico. El último barómetro de la Generalitat de 2021 mostraba que cerca de un 40% de los ciudadanos consideran que la situación política es buena o muy buena. Estas son cifras equivalentes a la situación previa a la Gran Recesión. No hay datos recientes de valoración de la gestión, pero la actuación de la Generalitat durante la pandemia de la covid-19 fue tan buena o mala como en el resto de España, por lo que no cabe esperar muchas diferencias respecto a otras comunidades que ya han revalidado el voto de los ciudadanos.
El segundo tiene que ver con el Zeitgeist (el signo de los tiempos) en el que está instalado el Botànic. El cambio de gobierno de 2015 se produjo en medio de una ola de indignación contra la corrupción y, sobre todo, los efectos de las políticas de austeridad derivadas de la Gran Recesión. Como es bien sabido, la orientación política con la que se ha afrontado la pandemia del covid y también para paliar las consecuencias de la guerra en Ucrania están en las antípodas de la austeridad. El esfuerzo de reindustrialización y modernización derivado del plan de recuperación de la UE que va a marcar la agenda política y alimentar el crecimiento económico de la próxima década tiene como protagonista al Estado, la digitalización y la lucha contra el cambio climático. Estas prioridades son también las que guían la brújula del Botànic y, dicho sea de paso, las preferencias de los ciudadanos (e.g. alrededor de un 50% de los ciudadanos valencianos en 2021 quería mejorar servicios públicos, frente al 30% que prefería bajar impuestos). Ahora bien, es posible que una inflación elevada y persistente pueda cambiar esta dinámica de fondo, pero este es un escenario todavía incierto.
Susi Boix. Abogada y consultora política. Analista para diversos medios de comunicación.
El Botànic puede no renovar una tercera legislatura. Su permanencia depende, en primer lugar, de los propios socios de gobierno. Todo parece apuntar a que Ximo Puig renunciará a esa singularidad que le brindó al pueblo valenciano poniendo en práctica la posibilidad de adelantar las elecciones autonómicas para que no coincidieran con las municipales, a pesar del más que evidente enfado de la vicepresidenta, Mónica Oltra, y sus compañeros de partido. Ahora parece que esa identidad propia ya no es tan importante cuando de ello depende la permanencia en el Consell, y Compromís requiere de la fuerza municipalista para mantener su cuota de gobierno, y, por ende, del propio Botànic.
Y, en segundo lugar, dependerá de la oposición, donde será un factor clave Ciudadanos que, según las últimas encuestas, es probable que no supere la barrera del 5%, causando una pérdida de votos que en mayor medida recuperaría el PPCV, algo que podría romper con la continuidad del Botànic.
Juan Rodríguez Teruel. Profesor de Ciencias Políticas en la Universitat de València y Fundador de Agenda Pública.
El Botànic podrá reeditarse de nuevo en 2023, si se dan dos condiciones. Primero, que Puig preserve su liderazgo personal, si con ello puede retener buena parte del voto de izquierdas que va a dejar de apoyar a Podemos, y atrae parte de los restos de Ciudadanos, que en noviembre de 2019 ya se habían reducido a menos de 200.000 votos. De momento, su compañero Pedro Sánchez no tiene garantizado ninguno de los trasvases en las elecciones generales. Pero Puig tiene más opciones para conseguirlo.
La segunda condición es que Compromís evite que Vox se convierta en la tercera fuerza parlamentaria en las Corts, arrebatándole la tercera posición. Eso indicaría que no habría mayoría absoluta para la suma PP+Vox, algo que requiere necesariamente que estos grupos estén entre las tres primeras posiciones.
Podríamos añadir la necesidad de que Yolanda Díaz consiga refundar la unidad de la izquierda radical valenciana. Pero podemos intuir que las divisiones internas que aún hoy lastran ese espacio dentro y fuera de la Comunidad Valenciana harán ese objetivo muy complicado. Y por ello, será clave ver cómo quedan las tres primeras posiciones, en un escenario muy ajustado: es probable que dos esas tres fuerzas determinen el próximo gobierno de coalición.
Idoia Arreaza. Politóloga especializada en análisis político. Coordinadora del CIS Valencià de La Comarca Científica.
No recuerdo otros contextos previos a elecciones en que los bloques de posibles gobiernos estuviesen tan parejos: las encuestas, con unos pronósticos casi de 50/50 entre bloques, no son concluyentes ni por aproximación. Con un electorado tan polarizado todo puede pasar.
Todo dependerá en buena parte de lo que ocurra con Ciudadanos y Unidas Podemos; en ambos casos decantará la balanza la capacidad que sus formaciones próximas tengan de capitalizar los votos que previsiblemente perderán.
Un dato importante a tener en cuenta es que, generalmente, las crisis pasan factura a los gobiernos y el coronavirus parece no haber golpeado excesivamente al Botànic en la valoración que se hace de su gestión entre la ciudadanía. Puede ser más determinante esta valoración para empezar a proyectar las posibles posiciones que los pronósticos sobre representación. Basándonos en esto, podría haber más probabilidades para que se diera un tercer Botànic.