VALÈNCIA. La celebración de las primarias el pasado domingo no ha terminado de apaciguar las aguas en el PSPV. La victoria del actual secretario general y presidente de la Generalitat, Ximo Puig, frente al alcalde de Burjassot, Rafa García, aspirante que concurría bajo el paraguas 'sanchista', no ha sido suficiente para que muchos militantes consideren que el papel del líder en estos últimos años ha sido positivo.
Así, según señalan fuentes socialistas, pese a que en la gran mayoría de agrupaciones se están produciendo acuerdos -tal y como ocurrió tras las primarias federales- para conformar una lista única de delegados que acudan al congreso en función de los porcentajes logrados por cada candidato, Puig (56,7%) y García (42,3%), en algunos de estos núcleos se ha producido una revuelta adicional a la hora de votar la gestión del secretario general del PSPV durante su mandato.
Esto es precisamente lo que ocurrió en la agrupación de Jesús-Patraix de València en la noche del martes, donde la lista única fue votada conjuntamente pero donde se tumbó la gestión de Puig por un estrecho margen de votos. En este sentido, fuentes del partido recalcaron que la afluencia en la citada agrupación no fue demasiado alta, dado que había un acuerdo previo sobre la lista y se dio por hecho -por parte de los 'ximistas'- el voto favorable a las distintas cuestiones, elección de delegados y gestión. Sin embargo, este último punto no fue aprobado por los afiliados, en su mayoría partidarios de Rafa García, del secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, y del 'sanchismo' en general.
Cabe recordar que, precisamente en este distrito, se vivió en las primarias del pasado domingo una igualdad absoluta entre los afines a Puig y los de García. Así, el resultado arrojó un empate a 58 votos con una fuerte participación del 79%, la más alta en todo el Cap i Casal. De esta manera, la maniobra ejecutada en esta agrupación pilló por sorpresa a los seguidores de Puig, que se vieron derrotados por un estrecho margen en el apartado de la gestión del líder. En este sentido, internamente circulaban este miércoles mensajes animando a los militantes de este sector a acudir a las diferentes asambleas para evitar todas las derrotas posibles en este aspecto aunque se hubiera llegado a un acuerdo a la hora de pactar una lista única de delegados.
Un caso similar se produjo este miércoles en el distrito de Russafa, una agrupación donde Rafa García se había impuesto a Puig por tres votos. Así, pese a sacarse adelante la lista conjunta por 43 votos a favor y un solo voto en blanco, la gestión de Puig fue rechazada por 18 votos a 15 según informaron fuentes del partido.
Por otro lado, en el distrito de Marítimo, donde Puig había ganado con claridad por más de 30 votos, los afines a Rafa García y al 'sanchismo' se abstuvieron, a juicio de los partidarios del líder del PSPV, por no disponer de los números suficientes para tumbar la gestión. Una posición, la de no respaldar la labor de Puig, que apunta a repetirse en otras agrupaciones -en algunas ya estaba ocurriendo este miércoles- tanto de la provincia de Valencia como de Alicante y Castellón.
No obstante, pese a la situación de discrepancia que se visibiliza de esta acción, el hecho en sí no tiene por qué ser relevante de cara al congreso del último fin de semana de julio, dado que, según explicaron fuentes socialistas, estas votaciones de las agrupaciones no tienen un valor decisivo puesto que en el plenario del propio cónclave se vota globalmente la gestión del secretario general, Ximo Puig.
Es decir, todos los delegados elegidos están llamados a poder aprobar o rechazar la tarea llevada a cabo durante el mandato del líder, por lo que si hay un acuerdo en la mayoría de agrupaciones por porcentaje de voto en las primarias (56% de Puig frente a 42% García), lo lógico es que el actual secretario general tenga el respaldo suficiente para sacar adelante la gestión. Tal vez por ello, algunos dirigentes próximos al presidente de la Generalitat tachaban esta maniobra de "pataleta", mientras fuentes de la otra orilla se escudaban en la libertad de la militancia para mostrar su desacuerdo con la gestión de Puig en estos años.