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EL INTERIOR DE LAS COSAS / OPINIÓN

Las mejores lunas de agosto

7/08/2023 - 

Mis nietos llevan sus tambores a cuestas, siguiendo los pasos de la dolçaina y el tabal. Han comenzado las fiestas de verano de Morella. Un estruendo maravilloso de alegría. Ayer, las diferentes quintas morellanas de hace décadas, empezaron el mejor día festivo. La muntà dels cadafals. Mis hijos, desde que tuvieron dieciocho años no faltan a esta cita que, para mí, es el mejor día de las fiestas.

En Morella, como el resto de pueblos en el mes de agosto, ves pasar la vida sin remedio. Hijos y nietos vibrando entre la algarabía, con sus pañuelos rojos al cuello y sintiendo que cumplen con las tradiciones de sus abuelos y bisabuelos. Ayer fue una jornada brillante. Llena de vida. Además porque este año se celebra L’Anunci que anuncia las fiestas del Sexenni que serán, también en agosto, de 2024.

Aquí la vida se cuenta de seis en seis. Hace seis años viví uno de los mejores Anuncis. No tenía nietos, pero gocé con mis hijos rebosantes de vida y entusiasmo. Este año tengo nietos y quiero disfrutar de su primer Anunci. Porque la vida en Morella se mueve entre seis años. Un ciclo en que se han marchado personas muy queridas y en el que, al mismo tiempo, han llegado a la vida los más pequeños.

En esta primera semana de agosto, la muerte de Ramón Lobo, estimado colega, escritor y uno de los mejores corresponsales de guerra, ha dinamitado mi corazón. Qué brutal fue hace unos meses aquella entrevista con Javier del Pino, en el programa A Vivir de la cadena SER. Ramón se despedía de la audiencia, de todas nosotras, de todos. Fue demoledor escuchar cómo nos explicaba el proceso de la muerte, cómo enfrentarse a una fecha de caducidad, a unos meses de vida, cómo despedirte y animar a quienes más te estiman.

Ha muerto Ramón Lobo. Y ha sido tristísimo. A pesar de saber que le quedaban días. Ha sido muy triste. El genial periodista nos ha dejado el legado de saber enfrentarnos a la muerte, a nuestro fin y destino.

He escuchado todo aquello y a todos aquellos que han hablado en su nombre, que le han acompañado hasta los últimos instantes, antes de su sedación. Ha sido muy emocionante. Porque la muerte no importa si hemos vivido la vida.

Ha sido impresionante, sobre todo, porque nos ha dejado un periodista magistral, honrado y con principios. Una especie de periodista que ya no existe en esta profesión. Para mí ha sido uno de los mejores ejemplos del Ryszard Kapuscinski de este país. Ramón nos enseñó, y lo demostró, que los necios no sirven para este oficio.

Ramón Lobo ha sido la mejor luna llena de este mes de agosto. Su brillante luz seguirá iluminando el camino de aquellas y aquellos que se adentran en esta maravillosa profesión tan amenazada y jodida en los tiempos que corren.

Porque Ramón Lobo nos ha ido recordando y remarcando el devenir periodístico, la devaluación de la verdad, la propagación de la mentira y las noticias falsas, de los bulos, de toda ignominia contra una profesión que era noble, que siempre quiso ser noble y honrada.

Ayer, domingo, desde Morella, no dejé de llamar a mi vecina que sigue aguantando el mes de agosto encerrada en su casa. Estaba jodida por el calor que no cesa. Me contó, además, que el nuevo conseller de Educación del nuevo gobierno  autonómico de la derecha y su ultraderecha, ha dicho que en las escuelas hay que estudiar valenciano, no catalán. La verdad, le comenté, es que tienen un problema añadido. ¿Qué van a hacer y qué van a decidir entre estudiar castellano y español en las escuelas?.

En Morella, le conté a mi vecina, las cosas son un poco extrañas. Imagino que el nuevo gobierno autonómico no impondrá eso de distinguir entre el valenciano y el catalán. Qué es muy fuerte y producto de la ignorancia. Pero, vamos, que vivimos tiempos inciertos. Y nos puede pasar cualquier cosa.

Por último, otra de mis mejores lunas de este mes de agosto ha sido mi querido amigo y compañero Miguel Ángel Troncho, Pregonero de las Fiestas de Morella. Realizó un discurso maravilloso, entrañable. Migue, decirte que te quiero y que me gustaría ser masovera, pero del siglo XXI. Que hoy no soy nadie, como decenas y decenas de morellanas y morellanos.

Buena semana, buena suerte.

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