VALÈNCIA (EFE/Concha Tejerina). Músicos por la salud nació en 2015 tras una experiencia personal de Guillermo Giner, su creador y presidente, y desde entonces, a través de microconciertos en directo en hospitales y centros sociosanitarios, ha contribuido a la mejoría física y psíquica de los pacientes, ayudándoles a reducir la ansiedad y a evadirse un rato de la realidad que están viviendo.
"Buscamos ayudar a las personas en sus peores momentos", asegura Giner en una entrevista con EFE, quien subraya que en solo siete años han ofrecido cerca de 25.000 micronciertos en 365 hospitales y centros residenciales de toda España, donde la música, la "mejor medicina del alma", se ha revelado como una herramienta coadyuvante que "puede ayudar a una recuperación más eficaz".
Músicos por la Salud tiene su origen en una experiencia personal de Guillermo Giner, que acompañó durante cerca de once meses a su madre en un hospital, que llegó a considerar "su propia casa", unas largas estancias hospitalarias que se hicieron más llevaderas gracias a la música.
"Era abonada al Palau y Les Artes, le gustaba escuchar ópera o zarzuela", y cuando en los momentos de máximo dolor le ponía los auriculares "cantaba, la música le permitía evadirse de la situación", explica para añadir que también fue beneficioso para él porque al ver a su madre así "no me daba miedo ir al hospital".
Tras morir en 2015 quiso poner esa experiencia propia a disposición de otras personas y tras hablar con músicos que habían tenido contacto con otras ONG en Países Bajos o Estados Unidos, acudió con la idea a la Conselleria de Sanidad. El primer microconcierto, como prueba piloto, se realizó en el Hospital Lluis Alcanyís de Xàtiva.
"Fue un exito impresionante", recuerda Giner, que explica que primero tocaron en el hall del hospital y después en los servicios de hemodiálisis y oncología, donde los pacientes, ante "algo inesperado, nos recibieron maravillosamente bien. A la segunda canción ya estaban cantando y, al finalizar, nos preguntaron cuándo íbamos a volver".
Además de hospitales, celebran microconciertos en el ámbito sociosanitario, acompañando con la música a mayores, personas con discapacidad, Alzhéimer, Down, o personas en centros de salud mental, y en el asistencial, en casos de víctimas de malos tratos, personas sin hogar, refugiados o en centros penitenciarios.
Otra de las iniciativas que ha impulsado es 'Campanas por la salud', un "sonido de la esperanza" para el paciente oncológico que, al tocar tres veces la campana, revela que ha finalizado un tratamiento.
La actividad de Músicos por la salud es gratuita y aunque durante sus primeros cuatro años de vida se mantuvo gracias a la financiación privada, en 2019 solicitó por primera vez una subvención pública a través del 0,7 % solidario del IRPF.
Esto les permitió contratar a músicos que tenían como voluntarios, lo que derivó en una nueva salida laboral para estos profesionales, y en la actualidad cuentan con una plantilla de 30 personas y cerca de 3.000 músicos voluntarios.
Giner señala que aspiran a poder atender todas las demandas de los hospitales y para ello necesitarían tener una financiación garantizada al menos durante cuatro años, ya que las actuales ayudas les obligan a presentarse cada año.
Lamenta que aunque en otros países europeos se han puesto en marcha estrategias para que las artes formen parte del entorno sociosanitario, en España "es todavía una asignatura pendiente" y confía en que si se materializa la proposición no de ley aprobada por unanimidad en les Corts, la Comunitat Valenciana se convertiría en la primera del país en destinar presupuesto real a la inclusión de la música en la Sanidad.
Afirma que hay evidencia científica de los beneficios, tanto físicos como psíquicos, que tiene la música y, si su receptor es una persona que está enferma y precisa una atención sanitaria o un ingreso hospitalario, se puede convertir en "una herramienta coadyuvante que puede ayudarle a una recuperación más eficaz".
De hecho, explica, los pacientes que quieren decir algo tras la actuación pueden hacerlo en unos libros llamados 'momentos en cada hospital', donde se han escrito frases como 'qué buenos malos momentos nos hacéis pasar' (oncología); 'Gracias de todo riñón' (hemodiálisis) o 'cuando venís vosotros es la sesión en Canarias porque dura una hora menos".
También cuenta la experiencia de una mujer de 28 años, que tras 21 días en coma en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Clínico, reaccionó y comenzó a mover cabeza y brazos tras escuchar su canción favorita a través de un violín y un instrumento de viento.
La necesidad de hacer una intervención distinta en cada uno de los servicios y unidades hospitalarias -UCI, hospital de día de Oncología, Hemodiálisis...-, y con cada paciente con el que interactúan, llevó a esta entidad a crear un metodología propia y diferencial
Así, el músico llega al servicio y antes de empezar habla con la supervisora, que le comenta si hay alguna situación especial entre los pacientes, tras presentarse les pregunta si les parece bien que se quede, les comenta que pueden detener la actuación en cualquier momento y, en tercer lugar, les interpela qué les apetece escuchar.
Además, los pacientes o sus familiares pueden encargar sus canciones favoritas, que intentan llevar en la siguientes visitas. "Es música a la carta. Para que sea emocionalmente significativo, o es a la carta o no funciona", afirma Giner.
El músico tiene totalmente prohibido estar sentado, debe interactuar individualmente con cada uno de los pacientes. "La idea es que cada uno sienta que, por un momento, está tocando solo para él o para ella".
"Tenemos unos rasgos que nos hacen únicos: la música, la atención, el efecto sorpresa, el canto, lo emocionalmente significativo que representa para el paciente poder elegir la música, y la actividad grupal", afirma Giner, quien destaca que el 95 % de sus músicos son mujeres que cantan autoacompañándose con un instrumento musical, habitualmente la guitarra.