VALÈNCIA. El Plan Director del Castell de Santa Anna ha sido aprobado por unanimidad en el plenario del mes de marzo. Los trabajos para su elaboración fueron contratados el pasado 24 de marzo de 2022 con un presupuesto de 17.545 euros. Estos han consistido en la elaboración de un documento que plasma la estrategia de trabajo para consolidar y poner en valor los restos del fortín renacentista del s. XVI.
La Generalitat Valenciana ha financiado el 60% del coste total del plan a través de una subvención de 10.527,00 €. Con esta herramienta, Oliva puede actuar por fases y optar a diferentes subvenciones para convertir el Castell en un mirador. Así mismo, ayuda a consolidar un Bien de Interés Cultural, referente de las construcciones renacentistas de la época.
La primera fase del plan consistirá en la consolidación de las estructuras existentes y la realización de calas arqueológicas para determinar intervenciones futuras. Este trabajo está consignado y se espera que se pueda desarrollar una vez se obtengan los permisos y se adjudican las obras. "Todo lo que se invierte en patrimonio acaba devolviéndose a nuestra economía; además crea cohesión social para hacernos sentir orgullosos y orgullosas de la historia, cultura e identidad", ha destacado regidor de Cultura y Patrimonio, Julio Llorca.
El Castell de Santa Anna fue construido sobre los restos de la ermita de Santa Anna, datada de antes de la segunda mitad del siglo XVI. Su creación fue concebida para fortificar y defender las tierras del tercer Conde de Oliva, Francesc Gilabert de Centelles, frente a los ataques e invasiones de los piratas berberiscos. Pero también para controlar la población morisca del Raval ante una posible sublevación.
Con la guerra de Sucesión y la victoria de Felipe V (17 de noviembre del 1708), D'Asfeld ordenó el escombro de todas las murallas y castillo de Oliva, haciéndose efectivo a principios del 1709. La fortificación estuvo en funcionamiento hasta finales del siglo XVII, al menos, como un elemento más de la defensa de la costa. Durante el siglo XVIII, en concreto en el año 1747, se construyó dentro del perímetro fortificado una nueva ermita de Santa Anna, de la cual hoy en día todavía se conservan restos.