CASTELLÓ. Que el sector cerámico castellonense atraviesa uno de los momentos más complicados de su historia no es ningún secreto, y ejemplos para argumentarlo hay de sobra. En la tesitura actual, marcada por una gran crisis de demanda, las firmas de tamaño medio son las que más difícil tienen el futuro. Precisamente, una de ellas, Ceracasa, vive una situación angustiosa.
La histórica compañía de l'Alcora comienza a negociar este viernes un ERE de extinción para la totalidad de su plantilla, formada por 94 personas. Aunque es muy probable que la salida de los trabajadores se produzca de forma gradual, para facilitar que la empresa pueda atender los pedidos que le vayan llegando, solo hay una vía para que la azulejera pueda lograr su supervivencia: el acceso a la financiación necesaria.
Aunque el pasivo de Ceracasa no es muy elevado, sí hay obligaciones que legalmente debe atender. En este sentido, una vez que las instituciones de crédito han cerrado el grifo al sector, esto se ha vuelto imposible y la empresa se ha visto abocada a proceder a la paralización total de la actividad, excepto en el departamento de expediciones.
De hecho, en el último año la firma ya había materializado un expediente de regulación temporal de empleo y su actividad productiva era muy reducida.
Así las cosas, solo un inversor privado, o un comprador, podría salvar a Ceracasa. Ya hace tiempo que la firma venía negociando su traspaso, pero esto finalmente no se ha producido, en unas negociaciones lastradas también por la delicada situación del sector de los últimos tiempos.