Veo últimamente muy subiditos a los amigos socialistas y todavía me pregunto la razón. Desconozco quién o qué les ha otorgado a la banda valenciana de Pedro Sánchez autoridad moral ilimitada para juzgar y, peor, prejuzgar a los demás mientras ellos hacen lo que les da la gana. Porque lo valen, pensarán ellos, pero mi opinión es que tienen el rostro más pétreo que el castillo de Morella.
Porque ahí es donde empezó todo y, peor todavía, continúa. Porque en Morella nació el presidente de la Generalitat Valenciana, el socialista Ximo Puig; porque de allí fue alcalde muchos años y porque la información de Morella y su comarca que se ve en la televisión autonómica À Punt la va a gestionar un conocido empresario de comunicación. De nombre, Francis; de apellido, Puig. Por 120.000 euros para los próximos cuatro años. ¿Les he comentado que Francis y Ximo son hermanos?
Esto ya sería un escándalo. Pero en cuanto de poca vergüenza los socialistas no conocen límites. Pasen y vean: la resolución es de la semana pasada, cuando Competencia ya ha sancionado a las empresas de Francis Puig por duplicar facturas, repartirse contratos y repartirse las subvenciones públicas. Solo con esto, en una comunidad autónoma medio normal, ya estarían sancionados administrativamente y no se les permitiría presentarse a concursos públicos. No es el caso, claro, y las empresas de comunicación han continuado ganando convocatoria tras convocatoria. Hasta casi el día de ayer, como el que dice. ¿Conocían que Ximo Puig y este empresario son hermanos?
Pero todo esto no es suficiente en la Comunitat Valenciana socialista, claro. El propio Francis Puig, y sus empresas, están siendo investigadas en los juzgados por estos mismos hechos. El propio imputado Francis Puig reconoció en sede judicial que había justificado mal las subvenciones. Pero que nadie de la Generalitat Valenciana le había dicho nada ni le había hecho requerimiento alguno para que devolviera lo cobrado de manera indebida. Un total de dos millones de euros.
El chocolate del loro. Moco de pavo. Pues tampoco es tanto. De hecho, la Abogacía de la Generalitat considera que tal cantidad de dinero público no es digna de defenderse ante los tribunales y no se ha personado en la causa contra (¿adivinan?) el hermano del presidente.
Porque Ximo Puig y Francis Puig son hermanos. Pero hermanos, hermanos. Nada de leche, ni políticos, ni de partido. Hermanos de sangre. A quienes busquen vínculos familiares de refilón por los cuales ponen el grito en el cielo, deberían de verdad dedicarse a mirar en el árbol genealógico de quien se ha llevado sistemáticamente dinero público de manera irregular al justificarlo con facturas duplicadas, sedes sociales en casas de parientes. En fin, una serie de catastróficas desdichas en estos concursos públicos.
Aquí el pudor va por barrios. Porque si los socialistas lo tuvieran, hubieran cortado ya este hilo. Pero no. Ellos son más de pedir explicaciones en lugar de darlas. Por eso, piden transparencia a los demás mientras se niegan en el consejo de administración de À Punt los expedientes de todos los contratos que se ha llevado Comunicació del Ports, que es como se llama la empresa del hermano del presidente.
Es mejor hacer oídos sordos a lo que declara Francis, a las resoluciones de la comisión de Competencia y a la relación familiar entre máximo responsable de la adjudicataria (Ximo) y adjudicador (Puig). Que siga el baile y que continúe la impunidad mientras los dedos apuntan en todas direcciones menos hacia donde deben mirar. O hasta que los valencianos digan basta, lo que llegue primero.
¡Qué viva la familia unida!