El Café de Ricard procede de una finca de Colombia, una de las pocas a cargo de una mujer, y se caracteriza por sus notas dulces y afrutadas. El cocinero valenciano comparte valores con la firma de café de especialidad, ya que ambos apuestan por la materia prima y el proceso artesanal
VALÈNCIA. El amor por la gastronomía está basado en el respeto por el producto. Más allá de la técnica culinaria y los procesos de elaboración, se encuentra la materia prima, cuya esencia es importante trasladar con fidelidad al plato. Lo mismo sucede con la taza, por más que el café sea uno de los grandes olvidados de la alta cocina. Chefs como Ricard Camarena se han propuesto poner en valor un alimento con tantas posibilidades por revelar, y de ahí su matrimonio con el tostador de café de especialidad Don Gallo, junto al que ahora presenta El Café de Ricard Camarena, by Don Gallo.
El cocinero valenciano comparte valores con la firma, en la medida que trabajan con el mejor producto y lo miman durante todo el proceso. La filosofía de Don Gallo, al igual que la de Ricard, pasa por hacer las cosas bien hechas. Y de ahí la apuesta por los cafés de especialidad, que constituyen una pequeña parte de la producción mundial de café, entre un 2% y un 3%, con características organolépticas excepcionales, de temporada y recién tostados. A la trazabilidad del producto, se suma el esmero en su tratamiento, de modo que el tueste se realiza con la más alta tecnología y procurando extraer la máxima expresión de cada grano. Así es como la honestidad viaja desde la finca hasta la taza.
En concreto, El Café de Ricard está seleccionado en origen y procede de una finca de Santa Isabel, en Tolima (Colombia). Al frente de ella se encuentra Ofelia Narváez, una de las pocas mujeres que dirigen una plantación cafetera, situada a 1757 msnm de altitud y conocida como 'El Recuerdo'. Tras 19 años trabajando con su familia, Narváez ha logrado que su producto alcance los estándares de calidad más altos. Una vez cosechado el café, procede a un despulpado de 12 horas y una fermentación de la cereza de 28 horas, con agitación constante, para luego someter los granos a un doble lavado con agua.
El resultado es un café excepcional, con notas de caramelo y miel, cuyo final afrutado evoca el albaricoque. De un tiempo a esta parte, se viene sirviendo en todos los restaurantes de Ricard Camarena -tanto en el gastronómico, como en Canalla Bistro, Central Bar, Habitual y Cocaloka-, donde además se pueden adquirir los lotes para llevar. También es posible comprarlo a través de la tienda online, con distribución a toda la Península, de modo que cualquier gastrónomo pueda preparar un café de alta cocina en casa.
El debate no es nuevo: desde hace tiempo, el sector de la gastronomía se pregunta cómo se ha podido cuidar tan poco un producto tan cultural como el café, con el que solemos terminar todas las buenas comidas. No se entiende cerrar un menú en un restaurante Michelin con un café de cápsula. Así que, tal y como ha sucedido con otros habituales de la mesa, por ejemplo la cerveza o el pan, que hasta ahora entendíamos como productos humildes y relegábamos a las marcas comerciales, están ganando peso aquellas firmas artesanales que cuidan al detalle aquello que ofrecen. Y así es como llegamos a la irrupción, que ya parece imparable, del café de especialidad en la alta cocina.
En palabras de Ricard Camarena, cuyo restaurante gastronómico está galardonado con dos estrellas Michelin y tres soles Repsol, “la colaboración con cafés Don Gallo va más allá de contar con el El Café de Ricard y de tener un café de especialidad, que al principio iba a estar únicamente en Ricard Camarena Restaurante, pero que finalmente se servirá en todos nuestras casas. Lo que buscamos es que la experiencia del cliente sea lo más redonda posible, gracias a un producto que sigue nuestra línea de trabajo, ya que se tiene el control, desde la selección, al tueste o envasado. El café suele ser lo último que toma un cliente y lo que queremos es que se marche con el mejor sabor de boca posible. Creemos que con este producto lo conseguiremos".
Hemos hablado de la selección en origen, pero la apuesta por el mejor producto no tiene sentido sin un tratamiento posterior a la altura, como el que garantiza el tueste artesanal. Cada variedad de café es única, por lo que se debe buscar el perfil óptimo que potencie su valor mediante alta tecnología y conocimiento técnico. Una de las particularidades de Don Gallo es el Omni Roast, una tendencia dentro del sector de especialidad, que se decanta por el tueste único para realzar las virtudes propias de cada origen o terroir.
Así como el chef hace el plato, el mejor café depende de que que haya detrás un experto en la materia, pero también una buena maquinaria y un buen servicio. Cuando el café llega al restaurante, es clave un equipamiento de buena calidad (ya sea maquinaria de Espresso, de filtro, de Moka…) y un personal con la formación adecuada. Lo esencial es que el barista sepa aprovechar las virtudes de cada variedad al preparar el café. Por ejemplo, teniendo en cuenta que los cafés elaborados en Espresso tienen más cuerpo por la presión, mientras que el filtro resalta los enzimáticos, con notas frutales y florales.
Un buen café no solo es un plus para cualquier negocio de restauración, sino también una tendencia que se está convirtiendo en requisito para la gastronomía más exigente. El amor hacia el producto, muy por encima de cualquier consideración, es una filosofía que define tanto a Ricard Camarena como a Don Gallo Coffee Roasters, y ahora también al café que presentan. Una cuestión de honestidad con el comensal. Por eso, El Café de Ricard es, en realidad, el café de todos los gastrónomos que disfrutan de esta bebida.