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el interior de las cosas / OPINIÓN

Siete días de enero

24/01/2022 - 

 Hace 45 años, un día como este 24 de enero, un comando terrorista de la extrema derecha irrumpió en el despacho de abogados laboralistas, perteneciente a Comisiones Obreras y militantes del Partido Comunista, abriendo fuego sin piedad contra quienes se encontraban en este piso del número 55 de la calle de Atocha. Fueron asesinadas cinco personas y tres fueron gravemente heridas. Era el mismo bufete en el que trabajaba Manuela Carmena, que fuera alcaldesa de Madrid. Esa tarde, Manuela no acudió al piso de Atocha porque tenía una reunión en otro despacho de abogados. 

Hace 45 años de esta masacre, de este brutal atentado que puso sobre las cuerdas la transición hacia la democracia de este país. 1977, un tiempo en el que la extrema derecha, Fuerza Nueva, a través de sus extensiones falangistas y sus diversos comandos terroristas, vivía con total impunidad mientras asesinaba, agredía y perseguía a todos los colectivos progresistas. Sembraron el terror en las universidades, en los barrios obreros, en cualquier actividad que se realizara en un tiempo en el que, afortunadamente, fue legalizado el PCE, en aquel maravilloso jueves santo y rojo, 9 de abril de 1977.

Recuerdo, como si fuera hoy, el entierro de las víctimas de Atocha, más de cien mil personas, en silencio, estremecidas, recorrimos las calles de Madrid con la rabia y el dolor a cuestas y con el miedo a un franquismo que se resistía a desaparecer. Unos meses después, también fuimos miles y miles de personas quienes celebramos en las calles de Madrid la legalización del Partido Comunista, con la alegría y dignidad necesarias, como uno de los principales símbolos del cambio que urgía en todo el país. Antes de cumplir los veinte años  habíamos vivido y sentido unos hechos que, afortunadamente, cambiaron el devenir de todo el país.

Hace 45 años y, hoy, la extrema derecha se sienta en los escaños de las instituciones públicas. Vuelven a representar el gran poder del miedo, sin escrúpulos, envenenando la opinión pública y agitando los avisperos sociales precisos. Son los mismos que no supieron perder, que siguen sintiéndose herederos naturales del legado franquista. Ahora cometen otra forma de afrentas, intimidaciones, otro terror que expanden en las redes sociales, como son las agresiones, provocaciones, las noticias falsas y los bulos. Disponen de miles de perfiles siervos, de un canal de televisión online, de dudosa legalidad, desde donde varias y varios ultras están difamando y predicando el apocalipsis, y todos los males de gobiernos ‘comunistas’. Una reconocida fascista valenciana, supuestamente comunicadora, encabeza lo más vil de la nueva extrema derecha, así como unos cuantos conocidos ultras de este país valenciano. Campan a sus anchas y parece que disfruten de total impunidad. Se dedican a enredar, difamar, a mentir, a imponer una realidad ficticia. Y, aun así, varias empresas y medios de comunicación han decidido ser los altavoces del fascismo.

Pero no es solo Vox quien está practicando estos nuevos métodos de intimidación a la sociedad, el PP es, ahora mismo, el partido más experto en estas tareas. Desde el jefe de filas, Casado, la presidenta autonómica Ayuso, el alcalde de Madrid… hasta las y los representantes autonómicos, comarcales y locales de nuestro territorio. Han perdido la brújula del sentido común. Una maquiavélica estrategia, sembrar el desconcierto, el desprestigio hacia las administraciones públicas, fabricar el más ensordecedor ruido para silenciar la verdad, elevar el tono y la mala educación en cualquier situación, en debates mediáticos y ciudadanos.

Hoy, 45 años tras la matanza de Atocha, y recomiendo expresamente la gran película Siete días de enero, dirigida por Juan Antonio Bardem en 1979. Un buen trabajo que describe emocional y fielmente, los días previos al atentando. Es una de las mejores crónicas de aquel momento, tan triste y jodido, y muy necesaria para comprender por qué pasaron aquellas y cosas y por qué, hoy, siguen pasando. 

Hoy también quiero sentir y emocionarme con el nombramiento de Maya Fernández Allende, nieta de Salvador Allende, como nueva ministra de Defensa. Maya asume la dirección del mismo ejército que dirigiera el dictador Pinochet, y que asesinara a su abuelo en la sede presidencial del Palacio de la Moneda. El nuevo presidente chileno, Gabriel Boric, ha formado un gobierno para la esperanza y para la restauración de la dignidad del estimado país chileno.

Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Salvador Allende. 11 de septiembre. 1973

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