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EL INVERSOR ESTÁ DESNUDO / OPINIÓN

Las 'sombras' poco percibidas que alimentarían otro repunte de la inflación

24/11/2021 - 

VALÈNCIA. La inflación de larga duración no es el escenario principal que manejan los analistas. Aun así ahorradores y consumidores harían bien en no tomar el asunto a la ligera. Lo cierto es que el tema está en boca de cada vez más actores, mientras supervisores monetarios a gran escala lo tachan de fenómeno puntual.

Durante una década bancos centrales han manejado una política de bajos tipos para dar soporte a las economías nacionales y continentales, y así evitar caídas a depresiones financieras. Ahora se presenta la duda si una tal represión es sana a la larga. Tal vez sería más sabio volver a una normalidad en cuanto antes. Diría que los tiempos hasta acompañan y que el ciclo invita a hacer algo distinto en cuanto a política monetaria. En este sentido me consta que nuestros amigos anglosajones, tanto al otro lado del Atlántico como también en el Reino Unido, ya lo estarían contemplando.

Desde que la inflación toco su techo en 1980, la tasa y los tipos de interés llevan 40 años erosionándose hasta el punto de deflación. En Europa hemos presenciado hasta un clima de tipos negativos, fenómeno hasta entonces nunca visto. En todos estos 40 años solo hubo 2 momentos en los que la tendencia bajista se invirtió (2011 y 2018) pero ambos no perduraron mucho en el tiempo.

El principal motivo de la caída de la curva en estos últimos 40 años se puede atribuir a la penetración en el mercado de los países emergentes -con elevada competencia salarial en su mano de obra productiva-, una fuerte reubicación de las producciones hacia nuevas regiones por el punto anterior y los avances tecnológicos para la automoción en países industrializados, con duras consecuencias en los puestos de trabajo de baja cualificación.


Estas fuerzas 'deflacionarias' todavía hoy están activas, principalmente traducidas en forma del sobrenvejecimiento de la población y el sobrendeudamiento de los estados. Debido a ello muchos nos hablan ahora de que el incremento del coste de la vida presente será solo puntual. La principal convicción se debe a que la presión al alza de los costes se ha visto acelerada principalmente por el fenómeno de la covid-19, con importantes cortes en las cadenas de suministro logístico-comercial que todavía están provocando importantes cuellos de botella.

No hay duda que lo comentado en el párrafo anterior ha actuado como acelerador de la situación aunque hay otras dinámicas que podrían perfectamente hacer cambiar las expectativas en cuanto al tiempo de duración de un IPC al alza. La primera dinámica son los precios energéticos. La demanda hacia energías más limpias ha reducido inversiones en combustibles fósiles, cuya sustitución no se ha podido compensar plenamente y se ha traducido en menor oferta; un hecho que con situaciones de crisis como el coronavirus se ha ido destapando poco a poco y probablemente con mayor fuerza que en un entorno más normal. En consecuencia, se han visto incrementado los precios de las fuentes de energía más contaminantes pero de rápido acceso como el petróleo, el carbón y el gas.

Vigilar la espiral de salarios-precios

La otra dinámica que debemos vigilar es la espiral de salarios-precios. Las distintas ayudas estatales para afrontar la pandemia han hecho crecer los ahorros de las familias en Estados Unidos hasta representar casi un 11% del PIB nacional. En Europa no hay signos equivalentes todavía pero es cierto que iniciativas como en España de incrementar el sueldo mínimo podrían estar contribuyendo a una tal situación. Sea como fuera el caso es que en Estados Unidos los empleados no gozaron de una posición negociadora tan fuerte como la actual desde hace 40 años. Los empleadores, con la necesidad de cerrar la brecha creada por la covid-19 -por la ejecución de órdenes pendientes- necesitan contratar y trasladaran a los precios de los productos el incremento de coste laboral en un gesto empresarial cuasi natural.

Como inversores y ahorradores debemos tener en cuenta los escenarios alternativos, ya que no hay garantía de que la inflación será solo pasajera. Una inflación descontrolada y muy por encima de las expectativas de ahora seria el peor escenario también para los mercados financieros. No cabe duda de que los bancos centrales harán lo posible para apaciguar movimientos bruscos, solo que la inflación es asunto complejo a controlar, por mucho que en los últimos 10 años parece haber funcionado bien. Solo digo que 'reprimir' algo durante mucho tiempo (represión financiera de los últimos años) no es un escenario 'cómodo' y son varios factores que pueden hacer saltar los plomos. Más vale prevenir entonces...

Christian Dürr es Socio-Director en ETICA Patrimonios EAF

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