VALÈNCIA. Todo lector voraz que se precie acaba desarrollando a lo largo de los años un capazo de pequeñas idiosincrasias en su relación con los libros. En ocasiones son costumbres casi imperceptibles para el ojo externo, pero ahí están, habitando en el centro de gravedad permanente del bibliófilo.
Algunos optan por un régimen espartano para mantener impoluta su aura de objeto sagrado. Van creando así una colección de ejemplares prístinos, asépticos, carentes de la más mínima rozadura. “Si el universo es caos y destrucción, que la menos mi biblioteca sea un remanso de paz y orden, un refugio frente al ruido exterior”, parecen decirse. Por el contrario, otros abogan por darle un trote continuo a sus volúmenes hasta convertirlos en un reflejo de la vida que ellos mismos han tenido, un compendio de huellas de los días pasados, del trajín que supone existir. Tomos con golpes, manchas y aventuras en sus lomos y entre sus párrafos. Hay quien guarda flores secas y hojas de árbol entre sus páginas y hay quien desde hace lustros relee un mismo título en una fecha concreta del almanaque. Y sí, aunque a algunos puristas les dé un parraque, también encontramos individuos que ordenan por colores sus estantes.
Si somos lo que leemos, quizás nuestra forma de comportarnos con los libros sea también un reflejo de la verdadera esencia que contenemos. Con esta idea anclada al retrovisor, en Culturplaza hemos sometido a unos cuantos profesionales de la cultura al test definitivo para conocer sus manías lectoras. Un cuestionario sin concesiones, a cara de perro.
Fuera caretas.
- Comenzamos sin paños calientes con un asunto que divide a la fauna bibliófila: ¿estás a favor o en contra de subrayar los libros? Si es a favor: ¿solamente con lápiz? Si es en contra, ¿tomas notas en algún lugar?
Jéssica Martínez (intérprete, dramaturga y gestora cultural): Como creadora no puedo evitar subrayarlo todo y tomar notas en los márgenes. Ideas, frases, imágenes, nombres, puntos y aparte... Cualquier cosa puede ser el inicio de otros mundos y yo soy de aprovecharlo todo. Por supuesto, con lápiz. El bolígrafo ya me parece demasiado agresivo. (NOTA: Cuando me prestan un libro y está subrayado, tampoco puedo evitar preguntarme por qué el propietario subrayó esto y no aquello. Puro cotilleo).
Almudena Amador (librera en Ramon Llull): A favor de todo lo que sea hacer tuyo el libro. Yo he subrayado con lápiz, con boli y hasta con fluorescentes. Ahora soy más de lápiz o de doblar esquinitas (que tiene su propio código) y anotar a la par en una libreta.
Mar Benegas (escritora, poeta y especialista en literatura infantil y juvenil): Los subrayo, escribo en los márgenes, pregunto y respondo, doblo páginas, incluso me enfado con ellos. En casa somos de los dos bandos, el bando de los libros impolutos y el bando de los libros "intervenidos", con los conflictos que eso puede ocasionar cuando se comparte biblioteca.
Alicia Sellés ( presidenta de la Federación Española de Asociaciones de Archivos, Bibliotecas, Documentación y Museos, FESABID): Subrayo y, por supuesto, únicamente con lápiz, mis libros de trabajo y/o estudio, porque me ayuda a visibilizar y a pensar. Las notas o frases de otros se van acumulando en libretas, papeles sueltos y notas en el móvil. He descubierto que me gusta subrayar lo que leo en el Kindle y descubrir que coincide con lo que otros y otras subrayan.
- Te estás leyendo un libro, las páginas van pasando y nada, no te engancha...¿Lo dejas o te obligas a acabarlo?
Mar Hernández, ‘Malota’ (ilustradora): Depende del nivel de desencanto y también de la persona que me haya recomendado la lectura. Me ocurre a veces que si el libro es una recomendación de una buena amiga, hago un esfuerzo por acabarlo aunque a mí no me esté gustando demasiado.
Mati Martí (artista visual y fotógrafa): Lo dejo, siempre lo dejo.
Laura Bellver (periodista, integrante de proyectos como la revista Impresas): Creo que he madurado en este sentido, porque antes me obligaba a terminar todo libro que empezaba. Sin embargo, ahora pienso que la vida es demasiado corta como para no disfrutar de las lecturas que elijo. Si no he acertado, ¿por qué “torturarme”? ¡Será por opciones!
Martínez: Normalmente no me fuerzo, lo aparco. Lo miro entre mis manos y me digo que no estoy para perder tiempo. Pero casi siempre vuelvo a cogerlo en otro momento o lugar. Lo veo en la estantería y pienso que quizá el libro ha cambiado o quizá soy yo la que lo ha hecho. Sin embargo, después de leer Ser o no ser (un cuerpo) de Santiago Alba Rico, he empezado a plantearme la lectura "que no engancha" como un espacio que no nos pertenece a nosotros, sino a nuestros cuerpos, así que probablemente sea él quien decida la próxima vez.
Amador: Depende del caso. Si busco que me enganche y no lo hace, sí, lo dejo. Si me cuesta pero me interesa o pienso que estoy aprendiendo algo, voy poco a poco pero no lo dejo. También es verdad que normalmente escojo sabiendo o intuyendo lo que me voy a encontrar y en general las sorpresas son para bien. Pero estoy muy a favor de dejar los libros si no nos están aportando lo que buscábamos o no nos convencen. Hay mucho bueno y la vida es finita
Benegas: Lo dejo, lo dejo sin ningún remordimiento.
- Llega el turno de una cuestión polémica y en la que reina la crispación: fajas en los libros, ¿a favor o en contra?
Bellver: ¡Fuera fajas! En los libros y en los cuerpos.
Martínez. En contra. Los libros no deberían necesitar publicidad. Personalmente, intento que esas fajas no determinen mi interés o desinterés hacia un libro. La faja sujeta, comprime, encorseta las posibilidades de la obra; y esas frases que la acompañan suelen resaltar un aspecto que condiciona, que conduce la mirada, que incluso manipula.
Amador: Son antipáticas pero entiendo que tienen su gancho las citas que lo recomiendan y puede que te ayuden a ubicar el libro.
Benegas: A mí me molestan, más que otra cosa, la verdad.
- Hasta las lectoras más empedernidas tienen que hacer pausas de vez en cuando. Llegado tal extremo, ¿utilizas marcapáginas o te vale cualquier papel que tengas a mano?
Bellver: Tengo dos marcapáginas predilectos (uno que me regalaron de pequeña y otro hecho por mi sobrino), pero como siempre ando con varias lecturas en paralelo, al final acabo usando de todo (siempre que no deforme el libro).
Pau Sanchis (editor en Edicions del Buc): Tota pedra fa paret i tot paper fa de punt. Però també tinc punts de llibre convencionals, si no me'ls furta el meu fill.
Martínez. Lo aprovecho todo: tickets de la compra, billetes de autobús y metro, pedazos de fajas, lápices, tarjetas de negocios a los que nunca iré, postales, fotografías, entradas de cine y teatro, listas de la compra, folletos publicitarios sacados del buzón, pegatinas... Una manía: en cada uno de mis libros hay uno de estos ‘marcapáginas’ y suele ser el que utilizo la primera vez que lo leo.
Martí. Tickets de la compra, tarjetas de visita, recibos de luz, fotos, clips…
Amador: Me chiflan los marcapáginas pero llegado el caso pongo lo primero que pillo, generalmente papel de fumar. Ay.
Benegas: ¡Hasta calcetines he usado!
Sellés: Me sirve la faja, las etiquetas de las camisetas, los cromos de mi hijo, billetes de tren…pero me gustan mucho los marcapáginas y por eso los colecciono y uso de vez en cuando.
- Doblar esquinas: ¿acto legítimo o atentado contra el libro?
Hernández: Intento no doblar las páginas de los libros. Cuando no tengo nada a mano para marcar y estoy medio dormida en la cama suelo doblar una esquina superior, intentando que sea de manera sutil.
Bellver: Mmm… Prefiero doblar esquinas a subrayar, pero apenas aprieto para marcarlos poquito jajaja
Sanchis: Ell no ho faria.
Martí: Acto legítimo, siempre vuelvo a esas páginas marcadas.
Sellés: Atentado, clarísimo
- Es hora de ponernos metodológicos. ¿Tienes algún sistema para ordenar tu biblioteca?
Hernández: Trato de separar por géneros, ensayo, novela, álbumes ilustrados, cómics. Suelo poner más a la vista aquellos que me han gustado especialmente y a los que recurro de vez en cuando.
Sanchis: Alfabètic (per cognom) i per gèneres (poesia, narrativa, assaig, teatre). Amb matisos: la novel·la negra va a banda, els còmics per col·leccions, i els catàlegs o altres llibres més o menys artístics tenen racons especials.
Martí. Si es novela, por editoriales. En el caso de ensayos y otro tipo de libros por temas.
Sellés: Siendo bibliotecaria, queda muy poco profesional decir que no...No soy muy rigurosa, pero agrupo los libros por autores/as, idioma, tengo un rinconcito de poesía y, por supuesto, está el tema formatos que me obliga a subir gran formato a los últimos estantes…
- Instagram está repleto de rincones adorables y perfectamente decorados en los que la gente finge darse a la lectura. Pero aquí estamos en el mundo real, ¿cuáles son tus lugares preferidos para leer?
Bellver: Lo cierto es que… ¡Cualquiera! Me abstraigo con una lectura que me interese aunque esté rodeada de bullicio. Eso sí: si puedo elegir, el sofá de mi casa. También me encanta leer mientras voy en tren o en avión. De hecho, asocio muchos viajes a libros concretos por ello.
Amador: Lo que más me gusta del mundo es leer frente al mar. Terraza, vista y brisa, lo mejor para mí. Fundamental estar cómoda y tener buena luz. Sofá y mantita con flexo directo, también.
Hernández: El sofá, la cama y los parques.
Sanchis: Tinc una butaca a l'estudi que m'agradaria utilitzar més. També m'agrada molt llegir en moviment, en trens, avions, autobusos, però últimament viatge poc. M'agrada llegir molt als bars. Més que llocs preferits, però, jo parlaria de moments. Llegir de matí, a l'hora de l'esmorzar o de vesprada és molt millor que de nit, quan fa massa son.
Martí: Al solete mola.
-Hablemos de literatura y poliamor. ¿Lees más de un libro a la vez o eres de lectura monógama?
Sanchis: Sempre en tinc molts en dansa. Per motius professionals, però també per pur vici. Hi ha llibres que es lligen de dalt avall, d'una o dues tirades, altres que fan niu a la tauleta de nit, altres que van i tornen, però quasi mai estic llegint només un llibre.
Martínez: Siempre tengo dos o tres libros abiertos: uno por puro placer y otro (u otros) que requieren una lectura más activa (ensayo o teoría). Ahora mismo duermen conmigo Antígona de Sófocles, Sociología de la cultura de Antonio Ariño y Abundancia de Eva Fernández y Asamblea de Abundancia.
Benegas: Uy, soy muy infiel. Lo que echo de menos es tiempo para leer más por placer, novelas, por ejemplo, que no me da la vida para leer novelas, por ejemplo.
- Hay amistades que se han roto para siempre por un libro no devuelto… Con ese riesgo en mente, ¿prestas libros?
Hernández: Sí, a personas que los aprecian y los cuidan como yo.
Bellver: ¡Por supuesto! Y también los dono en las librerías solidarias AIDA Books&More. Si no las conocéis, ¡deberíais!
Martínez. Siempre intento recordar a quién los presto, pero soy consciente de que puede que algunos de ellos no vuelvan. El intercambio de libros es una buena forma de generar y mantener vínculos. Los libros no devueltos suelen ser signos de relaciones innecesarias: duelen, pero hay que dejarlas ir.
Benegas: No, ya no. He perdido libros muy queridos y la confianza en las personas a las que se los presté. Ahora prefiero regalarlos. Los libros especiales, a los que tengo un cariño especial, no, no los presto.
Sellés: ¡MUCHOS!
- El término japonés Tsundoku define el hábito de adquirir libros...e ir dejando que se amontonen sin leerlos.En tu caso, ¿te sientes reconocido en esta definición? ¿Compras más libros de los que eres capaz de leer?
Sanchis: Per descomptat, però no és culpa dels llibres sinó de totes les coses que s'han de fer i que ens treuen temps per llegir. Ells ja s'esperen, i algun dia els tocarà. En compre molts més dels que puc llegir, però molt menys dels que voldria. I mai compte els que tinc pendents, perquè no crec que hi haja llibres pendents. Simplement, són.
Martínez: Intento contenerme. Los libros siempre van a estar ahí: en las librerías, en las bibliotecas o en casas de amigos. Pero confieso que tengo muchas adquisiciones pendientes de leer. Aún así, no pierdo la esperanza de leerlos todos, no quiero renunciar a la posibilidad de parar el mundo.
Benegas: Me identifico mucho con un meme que circula por ahí: "me he dado cuenta que comprar libros y leerlos son dos aficiones diferentes", tal cual. No podría saber cuántos libros tengo pendientes, esperando el momento de ser leídos o consultados, porque leo mucho por trabajo y ahí están, hasta que les toca su turno.
Martí: No suelo comprar por comprar, si compro es porque algo me interesa o tengo la necesidad.
Sellés: Compro más que leo, pero también leo mucho prestado. Además, compro algunos que sé que no voy leer, pero los quiero tener…para ojear, para consultar, para quien sabe qué…No sabría decir los que tengo ahora pendientes, bastantes… de lectura inminente unos cinco…
Amador: Compro, me llevo o me envían más libros de los que puedo leer. Y cuando me voy dos días fuera, me llevo libros para varias semanas, no vaya a ser que lo necesite o me apetezca o vete a saber... pura locura. Pendientes tengo miles. Y aún vivo en la fantasía de poder leerlos todos alguna vez.