VALÈNCIA (EFE). Los cambios de tendencia en la forma de llover, con cinco episodios de lluvias muy fuertes en los últimos tres años, ha obligado al Ayuntamiento de València a desplegar un plan integral de "inversiones invisibles", que incluye el uso de materiales permeables en parques o urbanizaciones, 14 millones para mejorar el alcantarillado o 90 millones para depósitos de tormenta.
Así lo explica la concejala de Ciclo Integral del Agua del Ayuntamiento de València, Elisa Valía, en una entrevista con la Agencia EFE, en la que destaca la importancia de los 6 depósitos de tormenta previstos en este plan, tanques subterráneos que almacenan el agua de la lluvia hasta que la depuradora tiene capacidad para procesarla.
Explica que la ciudad de València ha aprendido la lección tras las grandes tormentas de los últimos años y ha destacado la importancia de los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible (SUDS), que son “calles, plazas, parques o vías” construidas con materiales permeables para que el agua se filtre bajo tierra y que permiten “renaturalizar” el ciclo del agua.
Preparar la ciudad frente a la lluvia no es tarea fácil en un momento en que “la emergencia climática ha hecho que cambie la forma de llover”, considera Valía, quien afirma que, en los tres años que lleva al frente de la entidad, ha habido cinco episodios de lluvias “muy fuertes”.
En concreto, el último de ellos, el de mayo de 2022, que inundó casas y comercios en el barrio del Cabanyal, constituyó el récord de precipitaciones acumuladas en la ciudad desde 1871, fecha de inicio de los registros.
Cuando la previsión del tiempo es de lluvia intensa se activa el protocolo de lluvias, un proceso por el que el agua que recoge la red de colectores pasa a los depósitos de tormenta, donde permanece hasta que la depuradora tiene la suficiente capacidad como para acoger ese agua.
La ciudad es “tan llana” que, cuando llueve mucho, el agua no fluiría de forma natural en algunos puntos, por lo que para facilitar el drenaje se utilizan 32 estaciones de bombeo, que dirigen el agua por la red, que cuenta con 1.400 kilómetros de conducciones y 72.000 imbornales.
Además, la Concejalía cuenta con una red histórica que le sirve de apoyo: la de las seis acequias que discurren por València, en las que se han invertido 9 millones de euros para “eliminar carga de agua” y poder utilizarlas como refuerzo a la salida de agua del centro histórico en caso de lluvia.
El centro no es, sin embargo, la zona de mayor riesgo de inundación, aunque se presta especial atención a los pasos inferiores y a los parques, sobre todo en otoño, cuando la caída de las hojas puede dificultar que el agua de lluvia desagüe por las alcantarillas.
La "zona cero" de las lluvias es el distrito de Poblats Marítims, que comprende barrios como el Cabanyal o la Malvarrosa, con calles situadas “por debajo del nivel del mar” que, por tanto, son más fácilmente inundables.
Dentro de estas calles con menor elevación, existen además algunas viviendas cuyo suelo está “por debajo del nivel de la calle”, entre otras cosas por la tendencia decorativa de recuperar los azulejos originales de los edificios, típicos en la zona, lo que hace que sea “mucho más fácil que el agua entre en las viviendas”.
El Cabanyal reúne ahora “mejores condiciones de desagüe que en la última década”, según la concejala, que admite, sin embargo, que es urgente la construcción del depósito de tormentas de la Malvarrosa, ya proyectado.
Se trata de uno de los seis proyectos de nuevos depósitos que ya ha redactado el Ayuntamiento, que conllevarán una inversión de 90 millones de euros y un aumento de la capacidad de la red en 106.000 metros cúbicos.
En concreto, además del de la Malvarrosa, se han planteado nuevos tanques de tormenta en El Saler -para reforzar la depuradora-, la calle Ibiza -relacionado con el parque de desembocadura-, la Alameda, el Huerto de San Valero y la calle Tomás de Montañana.
En cuanto a los Sistemas Urbanos de Drenaje Sostenible asegura que buscan “renaturalizar la relación con el agua, que el ciclo urbano del agua se parezca lo más posible al ciclo natural”.
Son infraestructuras u obras como calles, parques, plazas o vías planteados como sistemas de drenaje alternativos y que, por sus materiales o diseño, permiten almacenar o filtrar agua al terreno.
Así, por ejemplo, cuando llueve sobre el Parque Central de València, cinco SUDS permiten que el agua permee y caiga en depósitos subterráneos que almacenan las precipitaciones.
Del mismo modo, cuando llueve sobre el nuevo rastro de la ciudad, que tiene la mitad de la superficie cubierta con hormigón poroso, el agua penetra en el terreno y llega a un tubo que la transporta a la red de drenaje convencional.
Así ocurre también en diversos puntos del Jardín del Turia, en una urbanización en la avenida de Ausiàs March, en el carril bici de la calle doctor Manuel Candela o en la plaza de la Ermita de San Jerónimo, en Orriols, donde pavimentos permeables, balsas subterráneas o cunetas drenantes permiten la salida del agua.
Valía explica que el Ayuntamiento ya trabaja en la modificación de la ordenanza municipal para que las nuevas actuaciones urbanísticas deban cumplir con esa condición como requisito.
Hasta entonces, se trabaja de forma coordinada con los promotores de proyectos urbanísticos como el PAI Túria Nova, situado detrás del Hospital La Fe, o el Casal València Arena, que van a incorporar este tipo de materiales.
Pero la política de prevención de inundaciones va más allá, y por ello el Ayuntamiento ha incrementado el presupuesto que se destina a la red de alcantarillado, de 10,5 millones a 14,5 en tres años, algo que Valía ha considerado “vital” para la ciudad, tanto para el mantenimiento ordinario como para el refuerzo de las acciones en situación de lluvias fuertes.
“Deberíamos tener siempre presente que el agua es siempre un recurso, no un residuo, aunque sea agua residual”, destaca Elisa Valía, quien apuesta por “darle el máximo número de vidas posible a cada gota” y “diseñar las ciudades aliándose con el agua, no dándole la espalda”.