Hace unos cinco años, a mitad de mi primera legislatura como concejal, justificaba mi entrada en la política activa con un artículo de opinión, la cual, transcurrido el tiempo y la experiencia, sigue siendo exactamente la misma: la necesidad de participar en las decisiones que nos atañen a todos.
No sé qué tiempo es el ideal permanecer en política activamente, pero sí que creo que no debe de ser un tiempo demasiado largo el que se esté en primera línea.
En política se puede estar de mil formas. Se puede estar ocupando un cargo institucional; fundamental para aspirar a cualquier otro cargo es pasar por ser primero concejal, es la mejor de las escuelas de formación política, se toca la calle, se pisa el barro y se aprende oficio. También se puede estar trabajando orgánicamente en un partido; otra escuela sobre los comportamientos humanos, las aspiraciones, las ambiciones, las lealtades, las traiciones, los principios y todas las virtudes y miserias humanas. Se puede estar gobernando, en la oposición o hasta de mero observador crítico.
Estamos acostumbrados a oír a gente que conocemos decir: "Yo paso de la política", "estar en política solo te traerá disgustos", "no te metas ahí, son todos iguales"... pues bien, por mucho que les pese a algunos y gracias a los dioses, desde hace ya más de cuarenta años, todos los españoles estamos metidos en política. Pasamos de ser víctimas de "su" política, a ser protagonistas de "nuestra" política.
Participaremos más o menos, pero todos hacemos política, unos mojándonos y tomando partido, otros protestando y optando por todas las opciones que se nos ofrecen.
El hecho de tener el derecho, y poder ejercerlo, de ir a votar nos hace a todos participes de la política. El pagar nuestros impuestos y poder exigir responsabilidades sobre lo que se hace con ellos, nos hace participes de la política.
Existe una postura, por desgracia muy generalizada, de intentar pasar desapercibido totalmente en política. Según en qué ambientes, se evita que salga a la conversación el tema político, cuanto más cerrado es el circulo en que te mueves, amistades, pueblo, club... más vetado está el tema. Cuando surge la conversación no tarda en aparecer el clásico que enseguida dice, con intención de zanjar el tema: "yo paso de la política, soy apolítico", le falta apostillar el comentario de un antiguo chiste: "yo soy apolítico, de derechas de toda la vida, como mi padre". Este tipo de personas, al final, resultan ser quienes tienen una postura más firme en defensa de algunas de las opciones que se puedan tener y llegado el momento serán los que con más fervor la defiendan y en muchas ocasiones incluso sin saber por qué lo hacen.
Antonio Machado, a través de uno de sus personajes, el profesor Juan de Mairena, decía: "La política, señores, es una actividad importantísima. Yo nunca aconsejaré el apoliticismo, sino, en último término, el desdeño de la política mala que hacen los trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el obtener ganancia y colocar parientes".
Esta desafección, ficticia, generalizada, hacen que sean ciertas las palabras de Juan de Mairena sobre cierta política y es el mejor abono para la perpetuación del bipartidismo, la simplificación de las opciones, la desaparición de los controles y el reparto del poder entre dos bloques, supuestamente separados ideológicamente, pero que en realidad son únicamente dos grupos de intereses con un acuerdo tácito de alternancia para el cual cualquier otra opción molesta y hay que hacer lo posible por eliminarla.
Pero, nos guste o no, todos, todas somos política, todo es política y todo se mueve por política.
Tenemos miedo a manifestarlo, a decirlo, a que "se nos vea el plumero". Es una opción el mantenerlo en secreto, pero nunca creeré en la imparcialidad de nadie, siempre tendrás un criterio, una opinión, una simpatía, unos principios que te inclinen hacia alguna opción.
Por suerte, con sus mil defectos e imperfecciones, vivimos en un país, España, no me molesta nombrarlo como a algunos, donde podemos expresar nuestras opiniones, elegir entre las distintas opciones, e incluso, si no la encontramos, tenemos la posibilidad de crearla, todo es posible.
La realidad nos demuestra, y vuelvo a Machado, que es cierto aquello de que "si nosotros mismos no hacemos política, otros la harán por nosotros y, seguramente, contra nosotros".
Todo es política y todos estamos en política. No seamos cínicos al decir que estamos al margen, para después criticar a diestro y siniestro. Nunca es cierto el: "yo paso de todo, yo paso de política". Hace años, cuando todo aquello de la movida madrileña, circulaba una frase que es fiel reflejo de lo que digo:
"Nadie pasa de todo hasta que se muere, y entonces pasa un entierro".
No deberíamos esperar a que pase eso, debemos participar en la Política, con mayúsculas, implicarnos, ser y estar en política. Aunque suene rimbombante y apocalíptico, se puede decir que parte de nuestra vida nos va en ello.
Si esta necesaria implicación en política la haces desde una perspectiva centrada, liberal, transversal, moderada en algunos aspectos y radical en otros, estarás contribuyendo a la creación de una sociedad mejor, más libre, más justa y avanzada, y eso proporciona, lo sé por propia experiencia, cierta tranquilidad moral.
Conste que esto último sí qué es pura opinión y posicionamiento claramente personal que, incluso, se puede considerar como cuña publicitaria.