Después de leer atentamente en estas páginas la extensa y aguda entrevista de Carlos Garsán al actual director del Museo de Bellas Artes de Valencia, San Pío V, Pablo González Tornel, sólo quería llegar hasta el final. Después de despacharse con razón y gran sinceridad, tras un año en el cargo, uno esperaba un final trágico. Hubiera sido un buen cierre anunciar algo así como que “de esta manera no se puede trabajar y lo mejor es con un bizcocho dejar el cargo el día ocho”, a la vuelta de vacaciones ya que casi todos en esa Conselleria de Cultura están apenas sin agenda.
Nos pintó un panorama bastante gris, por no decir absolutamente marengo. Total ausencia de apoyo institucional de la Autonomía y Madrid, titular del centro; carencia de financiación de planes museológicos, carencia de personal técnico e implicación en su realidad e historia, conclusión del proyecto arquitectónico con treinta años de retraso, ausencia de autonomía más que necesaria y no sólo dependencia burocrática…Llegar a afirmar, como hizo, que desconocía “las razones de fondo por las que no se destina presupuesto al plan museológico” ya lo dice todo. Está muy bien esa idea de que para un amante del arte poder trabajar entre tanta belleza es suficiente para colmar las aspiraciones de un historiador, secuela intelectual de Nietzsche, Benjamin o Neron. Pero eso no va en el cargo de una dirección. Eso es poesía, Romanticismo sinfónico o artístico como señal decadente. En resumen, la belleza es consustancial al ser humano, pero no el objetivo primordial cuando se asume una responsabilidad gerencial o un momento de “cuelgue” freudiano. ¿Si no se marcan terrenos, para qué queremos políticos que deciden si no saben de casi nada? Más aún cuando la gestión política responde a proyectos concretos, objetivos y prioridades
Ahora entenderán mejor por qué su antecesor en el cargo y quien ganó también la plaza por concurso, un Catedrático que venía a Valencia para cerrar sus años y poner en práctica su experiencia de conocimiento, salió corriendo a los pocos meses de acceder al puesto. Lo tenía muy claro. Este museo, por lo visto, no interesa a nadie en el poder. Jamás. Ellos son más modernos. Se contentan con la abstracción y la conceptualidad del IVAM. Mejor no entender la evolución. El resto, pese a su sentimiento nacionalista, o al menos aquellos museos que cuentan nuestra intrahistoria y explican de dónde venimos y hasta dónde fuimos a través del Gótico, el Renacimiento, el Barroco o la Desamortización, está de más. Esa idea de belleza y creación o de contentar voluntades estéticas es lo único que nos han traído por aquí esos supuestos cargos cuyos puestos algunos han ganado en las instituciones a base de dudosos concursos de méritos y fantasía, que no es el caso. Algo así como, mejor el silencio de las musas y el gesto ante el amado líder, estilo Centro de Cultura Contemporánea o IVAM que al menos tienen garantías libertarias. Pero pelear políticamente, lo justo
Muchos llevamos años esperando la cacareada cafetería, la biblioteca en el Pabellón Benlliure, los aparcamientos, el acceso desde Viveros o incluso la urbanización de la zona y hasta la peatonalización del entorno. No entraré en el tema de exposiciones, si al final tampoco se promocionan y son aleatorias a un gusto o un discurso pasajero aunque muchas estén muy bien y continuemos anclados en el sorollismo. La burocracia funcionarial tiene esos inconvenientes cuando nada se quiere resolver
Por no hacer, ni siquiera el municipio limpia los alcorques de la fachada principal. A estos gobernantes sólo les interesa las cifras, pero para ponerse medallas temporales. Nunca la realidad museística por muchos patronatos y presidentes al uso que nos nombren para que figuren como Belfebús por el Louvre.
Hasta que soltó…“De repente, el museo no es un museo de hoy sino de anteayer. Todo envejece. Yo intento intervenir sobre la museografía del museo a pequeña escala pero intervenciones como vaciar y volver a llenar la Sala de Retablos sin una inyección económica fuerte es muy difícil”. ¡Toma ya, Marzá/Amoraga/,Tamarit/ Delgado/ Iceta/Gloria Gaynor y sucedáneos varios de fondo!
Ahora comienzo a entender porqué el “Kunselller” Marzà se quería ir. Nos va a dejar una parcela cultural en ropa interior. Una ruina. Él y quienes le acompañan en su gabinete. Creen que por recibir una donación todo está hecho. Lo viene advirtiendo desde hace muchos meses Miguel Falomir, director del Prado. Cada vez que viene por aquí nos lo recuerda con buenas palabras. Pues eso.
En realidad todo no es culpa de Marzá, aunque sea su responsabilidad. Él y su Secretaria Autonómica y direcciones generales dan hasta donde llegan. Más bien es la tibieza de nuestro autogobierno que se contenta con palabras bondadosas, estilo Puig frente a Iceta. Solo le quedó hacer la ola porque le va a dar supuestamente un millón de euros más allá por el 2023 a Les Arts, aunque no sepan cómo repartirlo, salvo entre la pandilla que publicita lo que no le corresponde. Ausencia de ideas. Pero del San Pío V, mejor no hablar. No existe valentía. Menos aún proyecto. Las iniciativas se sacan adelante con un par y un proyecto. O si no como el Capitán Moro. “Eso lo pago yo”.
Nuestra Conselleria de Cultura está más por el reparto de migajas entre condescendientes o posibles votantes, pero no en poner orden en una institución de cuya gestión es absolutamente responsable. Lo de la Academia de San Carlos, titular de gran parte de los fondos, mejor dejarlo para el olvido. Son también producto de la subvención, como el Consell Valencià de Cultura que desde su creación vive en una realidad paralela.
Me da mucha pena la situación del San Pío V después de tantos años de gobiernos de todos los colores que han actuado siempre de la misma manera. Ya no sólo de este museo sobre el que se les llena la boca al calificarlo como segunda pinacoteca española -más bien quinta- que debería ser símbolo de Historia y Arte, sino otros muchos desatendidos u olvidados por simple desconocimiento de nuestra realidad cultural. O simplemente silencio cómplice, que es peor. Tenemos lo que merecemos. Un Gobierno que no está ni se le espera mientras no exista foto en la que lucir y sí mucho trabajo silencioso que realizar. Es nuestra realidad. A veces hay que ser valiente. Lo otro es pleitesía política, belleza, como nos cuentan, y sumisión a un poder que nunca será eterno, aunque se llame Generalitat y nos quiera seducir con himnos, banderas y gestos “patrióticos”. Estilo Maximiliano Thous.
El San Pío V merece un acto de rebeldía civil.