VALÈNCIA (VP). El lehendakari del Gobierno Vasco, Iñigo Urkullu, visitó la exposición Jorge Oteiza y Eduardo Chillida. Diálogo en los años 50 y 60 en el Museo San Telmo (San Sebastián) en un recorrido en el que estuvo acompañado por el alcalde de la ciudad, Eneko Goia, el consejero de Cultura y Política Lingüística, Bingen Zupiria, el presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón y la gerente Irene Guasque.
Iñigo Urkullu, guiado por la directora del museo, Susana Soto y el comisario Javier González de Durana, realizó un recorrido de cerca de dos horas a la exposición; una muestra que fue inédita hasta la producción por parte de la Fundación Bancaja y la presentación en su sede de Valencia en noviembre de 2021, mostrando por primera vez de forma conjunta la obra de ambos artistas vascos casi veinte años después de su fallecimiento.
La muestra itineró posteriormente al Museo San Telmo, donde puede visitarse hasta el 2 de octubre. Esta exposición inédita cuenta con el consenso y la colaboración de las instituciones legatarias de ambos artistas tanto la Fundación Museo Jorge Oteiza (Altzuza, Nafarroa) como Chillida Leku (Hernani, Gipuzkoa).
La muestra suscita un diálogo entre sus esculturas, centrado en la producción realizada durante dos décadas –los años 50 y 60- en las que Oteiza y Chillida se conocieron, tuvieron relación de amistad y cada uno contempló con atención e interés la obra del otro. El recorrido expositivo ofrece una conversación entre sus pensamientos estéticos y sus realizaciones escultóricas, revelando en pie de igualdad las metáforas paradigmáticas de Oteiza y las metonimias sintagmáticas de Chillida.
La selección de obra se ha realizado desde una perspectiva cronológica, iniciándose en 1948 con sendos viajes -cuando Oteiza regresa a España después de su larga estancia en Latinoamérica y Chillida se marcha a París con la voluntad de convertirse en escultor-, y concluye en 1969 -con la culminación de la estatuaria del Santuario de Arantzazu por parte de Oteiza y la instalación de la primera gran obra pública de Chillida en Europa ante el edificio parisino de la UNESCO-.
Ambos trabajaron para el Santuario de Arantzazu, donde dejaron algunas de sus mejores obras de la primera mitad de los años 50 ―abstracción geométrica en las puertas y existencialismo trágico en la estatuaria―, pero cuando alcanzaron la plenitud creativa fue a partir de 1955-56, cuando Oteiza dio inicio y completó sus investigaciones espaciales que denominó “propósito experimental”, y Chillida empezó a “cortar el hierro” para crear el peculiar y romántico lenguaje cercano al informalismo.
El Año Sorolla clausura sus actividades en València con una gran exposición en Fundación Bancaja en la que la emoción une el trazo del pintor y el relato de Manuel Vicent