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el ayuntamiento sigue ofreciendo más dinero como compensación

València se enroca con que la propiedad del legado Blasco es suya y la Fundación irá a los tribunales

Foto: EVA MÁÑEZ
8/01/2019 - 

VALÈNCIA. La casa museo Blasco Ibáñez en València se parece a Bill Murray porque está atrapada en el tiempo. Desde que se inauguró hace más de dos décadas “todo sigue igual”. La exposición permanente sigue exhibiendo los mismos objetos, de la misma manera, con la misma distribución; es permanente en el sentido más amplio de la palabra. La planta superior sigue sin ser un centro de estudios que acoja a los profesionales de todo el mundo que se acercan, en vano, buscando archivos y documentos. A su alrededor todo ha cambiado. Dentro, nada. Está inmóvil. ¿Dónde están los fondos digitalizados?

Lo dicen desde la Fundación Centro de Estudios Blasco Ibáñez. Y lo aseveran con cierto “hartazgo”. No ven voluntad de impulsar la Casa Museo; la alegría que les supuso el nombramiento de Emilio Sales como director se ha diluido en cuanto han visto que no se le daban las herramientas necesarias para su trabajo. No hay resultados efectivos y eficientes. La oda al estatismo que constituye la Casa Museo es un buen ejemplo de ese desinterés.

Cansados de considerarse segundo y tercer plato en la política cultural local, de lo que consideran magro interés por fomentar la imagen del escritor y político republicano valenciano, con respuestas tan antológicas como la que recibieron desde la Diputación de València de que “Blasco ya está amortizado”, los miembros de la Fundación se reunirán este miércoles a las cinco de la tarde en una sesión de su patronato en la que votarán si siguen adelante con la reclamación del legado del autor de Los cuatro jinetes del Apocalipsis; adelante con todas las consecuencias.

Los fondos depositados en la que fue la residencia de Blasco Ibáñez en la Malvarrosa se dividen en dos partes. Hay una, la que se denomina como segunda parte del legado, la más intimista, compuesta por cartas a su novia y luego esposa, María Blasco, libros de notas cinematográficas, contratos de cine, fotografías de sus viajes, que en la Fundación están convencidos de que se les debe devolver sí o sí. “No hay ninguna duda”, aseguran. Estas València las puede dar ya por perdidas, agregan.

Es la primera parte, la que ya estaba depositada en la Casa-Museo antes del convenio que se firmó para el periodo 2012-17 y que se prorrogó hasta final de 2018, cuya propiedad es motivo de litigio entre la Fundación y el Ayuntamiento. La Fundación reclama la propiedad de estos fondos (cartas con su familia, fotografías, documentos, libros y dibujos, entre otros), y para ello esgrimen un escrito de Gloria Llorca, nieta del escritor, en el que revirtió la donación. El Ayuntamiento se enroca en que no tiene que devolverlo en ningún caso.

Así lo sostiene la concejal de Cultura, Glòria Tello. “Esa propiedad ha sido reiteradamente declarada por los Servicios jurídicos del Ayuntamiento y por el propio Abogado de la ciudad como correspondiente al Ayuntamiento y en ningún caso de la fundación. Lo ha reiterado más de una vez y tenemos los informes técnicos”, insiste; “lo que piden tiene un informe jurídico en contra y mientras no haya otra resolución judicial, no podemos acceder ya que caeríamos en el delito de prevaricación”, se justifica.

Es más, Tello asegura que tras la última reunión que tuvieron en la concejalía, consultaron a los Servicios Jurídicos la posibilidad de acudir a “una resolución extrajudicial del problema, como un arbitraje o una mediación”. Pero, explica, después de hacer la consulta y recibir un informe del abogado de la ciudad negando esa posibilidad, ya que según el letrado del consistorio este tema ya está resuelto jurídicamente “con contundencia”, decidieron seguir con su idea inicial de renovar sólo el convenio, sin reconocimiento de propiedad.

Desde la Concejalía quieren restarle importancia al conflicto. “Es mucho menos dramático de lo que parece”, asegura Tello. Asimismo, blande una propuesta de convenio, presentada antes de verano, “mejor y más ventajosa” para la Fundación que la que tenían hasta ahora, ya que, entre otras cosas, “aumenta la contraprestación económica anual”. Este último aspecto no parece muy difícil. Según el plan estratégico de subvenciones del consistorio (2017-2019), el Ayuntamiento de València dedica 10.000 euros anuales a la Fundación “con el fin de promocionar y difundir la obra y la figura de Vicente Blasco Ibáñez con los medios materiales, humanos y jurídicos a su alcance”. 

El espejo Max Aub

La Fundación Max Aub, espejo en el que se miran los miembros de la Fundación Blasco y a la cual quisieran emular, aprobó hace un par de semanas un presupuesto anual de 131.500 euros. El Ayuntamiento de Segobre aporta 24.000 euros; es decir, que el consistorio castellonense apoya con dos veces y media más capital a Aub que València a Blasco Ibáñez.

El conflicto de fondo se arrastra desde los tiempos de Rita Barberá como alcaldesa. De hecho, por este mismo motivo la Fundación Blasco estuvo ya a punto de ir a juicio en 2012. Y antes, en 2009. En la Fundación Blasco miran al futuro. Están cansados de estos tira y afloja. De la escasez monetaria. Y del empecinamiento del consistorio en no reconocer a los herederos del novelista sus derechos de propiedad. “Su argumento es siempre el mismo. No hay problema. Lo llevaremos al Contencioso. Que decidan los tribunales y que se atengan a las consecuencias”, apostillan.

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