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el gremio de panaderos impulsa la apertura de hornos en un reto que implica a alcaldes

Las penas de la despoblación en la Valencia de interior con pan son menos penas

28/01/2024 - 

VALÈNCIA. Abre cuatro días a la semana por las tardes. En ocasiones, incluso menos. Gran parte de su elaboración la suministra por encargo. Su local se halla a casi hora y media de València, en un trayecto que incluye un sinuoso tramo de carretera. Está ubicado en la aldea de Corcolilla, en el término de Alpuente, que no engloba ni a 700 habitantes.

El horno moruno tiene cola de clientes antes de su apertura, que los domingos de meses en los que el día alarga se produce a las dos de la tarde. Ofrece, además de sabroso pan, boyas de aceite, magdalenas o mantecado, entre otros artículos a los que les otorga ese aroma y paladar que caracteriza al producto artesano.

Contribuye a la vida de su comarca, la Serranía, y funciona. "Sin bar ni horno un pueblo pierde gran parte de su esencia", resume Juanjo Rausell, presidente del Gremio de Panaderos y Pasteleros de Valencia, entidad que agrupa a 196 elaboradores de la provincia y que se expande en 400 puntos de venta.

Sin madrugar

Desde su punto de vista, hacerse cargo de un local de estas características en un municipio de interior resulta rentable y satisfactorio. "No hace falta la oferta de siete días a la semana de las capitales. Puedes abrir de miércoles a domingo para aprovechar el fin de semana, con más afluencia de gente, y hacerlo por las tardes (esto, en la práctica, supone evitar los exagerados madrugones ligados habitualmente a la tarea de hornero)", detalla insistiendo en la base de la "calidad".

Juanjo Rausell, presidente del Gremio de Panaderos y Pasteleros de Valencia.

Recuerda igualmente la existencia de ayudas para remodelación y adecuación de negocios, que pueden alcanzar el 70% de los gastos. A la fuente de ingresos de la clientela habitual -sea del lugar o que acuda con asiduidad ex profeso, como ocurre con el horno moruno de Corcolilla- se suma el reparto a bares de la zona.

"Se trata de un negocio que permite vivir de él", anima a emprender el presidente del Gremio de Panaderos y Pasteleros, que cuenta con asociados en El Puig, l´Eliana, Picassent, Silla o la pequeña pedanía valenciana de Casas de Bárcena. Eso sí, recalca que "hace falta que los alcaldes se impliquen para impulsar los hornos, para que haya un relevo de quien se jubila o para que se reabran".

Como primer edil involucrado en esta causa, la de mantener un horno abierto en una localidad de interior con escasa población, destaca el de Gátova, Jesús Salmerón. A principios del pasado otoño inició una campaña buscando a un hornero con el fin de evitar el cierre definitivo por jubilación del único local que suministra pan y bollería en este municipio de la comarca de Camp de Túria.

La reacción de Gátova

En julio había dejado de ofrecer su elaboración. Esta circunstancia provocó que el vecindario que requería de pan de horno debiera desplazarse en vehículo para conseguirlo decenas de kilómetros. Salmerón logró la solución temporal de un reparto a domicilio tres días a la semana; no obstante, la definitiva llegó en octubre.

El alcalde no dudó en agradecer públicamente al nuevo hornero, Iván Pastor, y a su esposa, profesora de la escuela de pastelería, que aceptaran un reto profesional tan profesional como vital. Como especificaba Salmerón, "han apostado por Gátova para iniciar un nuevo proyecto de vida". 

En su caso significaba cambiar una localidad de más de 20.000 moradores cercana al litoral por otra de interior con poco más de 400. Ahora, transcurridos unos meses, el primer edil recalca la aportación del establecimiento. "Funciona de categoría. Lo hace todo a leña y artesanal, sin congelados. Ha recuperado recetas centenarias de Amparín -la anterior propietaria, y la gente está muy contenta", subraya.

El alcalde de Gátova, con el nuevo hornero y la anterior hornera, que se jubiló.

"Hace falta que más alcaldes se impliquen así", recalca -en alusión a Salmerón- Rausell, reelegido en junio del pasado año en el cargo de presidente del Gremio de Panaderos y Pasteleros. No se limita a afirmarlo con ahínco, sino que explica que mantiene conversaciones en esa línea con el presidente de la Diputación, Vicent Mompó, para desarrollar un proyecto de mayor envergadura en ese sentido.

El máximo mandatario provincial es un firme defensor -tal como ratifica con vídeos en redes sociales- de los hornos como pilares de la coexistencia en un municipio. En el caso del término que dirige, Gavarda, radicado en la Ribera Alta, apenas supera el millar de vecinos. 

Cuenta con el horno L´arnadí, que promueve productos de temporada como coca d´anous, o incluso buñuelos en Fallas, que muestra en su escaparate y que también vende por su página web para toda la península con compras a partir de 40 euros.

De Gavarda a Higueruelas 

Otro ejemplo de localidad de interior con servicio básico de horno lo constituye Higueruelas, que se halla, al igual que Alpuente y su aldea de Corcolilla, en la comarca de la Serranía (18.000 habitantes en conjunto), epítome, entre otras como la Vall d´Albaida y Utiel-Requena, del riesgo de despoblación en la provincia de Valencia. También cuenta con horno propio para dar servicio a sus 530 habitantes, y también a sus tres bares o al restaurante. 

El abanico comercial en el municipio se amplía a un supermercado, un estanco que incluye venta de productos ajenos al tabaco, una carnicería y una farmacia. Aglutina el repertorio básico de suministros para afrontar las necesidades diarias.

"Tenemos un horno local en el que compra la gente residente en el municipio y quienes vienen los fines de semana por disponer de segunda vivienda aquí.  Hace muy buenas las tortitas de almendra o las empanadillas", describe el alcalde de Loriguilla, Melanio Esteban,  presidente del Foro por el Impulso de Municipios de Interior, organismo promovido por la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP).

Lugar social

Los hornos como idea de negocio, sobre todo en municipios donde cerraron hace años o en los que sus propietarios actuales apuran su última etapa laboral antes de jubilarse, pueden contribuir a ese impulso. Además de su argumento alimenticio, aportan el plus de lugar donde conversar, hacer vida social e incluso, remarcando los casos de Corcolilla o La Yesa, de ejercer de motores del turismo.

Como indica el bien surtido refranero español, "las penas con pan son menos penas". O, mirado desde una perspectiva más optimista, y recurriendo de nuevo al sabio legado de generaciones, "al buen amigo dale tu pan y tu vino", ya que producción vinícola de calidad también ofrece la Valencia de interior.

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