La crisis del gigante chino inmobiliario Evergrande, el techo fiscal en EE UU y el 'tapering' de la Reserva Federal (FED), entre ellos
MADRID. La economía mundial ha caminado (e incluso corrido) con muletas durante los últimos dieciocho meses, con un increíble apoyo de la política monetaria y fiscal que ha fomentado la recuperación y un período de bonanza para los mercados mundiales. El escenario ha sido idílico durante la mayor parte del verano, con los rendimientos de los bonos retrocediendo a medida que el crecimiento mundial se topaba con un bache, pero los inversores soñaban con una temporada de beneficios estelar en el segundo trimestre. Ahora ha llegado el momento de quitarse las muletas, y los mercados tienen cierta sensación de tambaleo. Incluso después de la corrección de septiembre, el MSCI mundial ha cedido un 14% en lo que va de año (dividendos incluidos, en dólares). Vemos el reciente movimiento como una corrección, más que como una nueva tendencia, pero el riesgo político está aumentando, y el otoño promete ser más volátil.
Afortunadamente, vemos claros indicios de que la cuarta ola mundial de la covid-19 está retrocediendo y esperamos que una mayor normalización social apoye el crecimiento hasta finales de año. Las noticias sobre las vacunas han sido serias (menor eficacia frente a la variante Delta, sensibilidad temporal del ARNm, tercera inyección, carga viral de los vacunados, Israel, etc.), pero aun así estas han conseguido desvincular fuertemente los casos y las hospitalizaciones (y las muertes). Por lo tanto, si bien es posible que se produzca una quinta oleada este invierno, suponemos que las restricciones relacionadas serán aún menores.
Desgraciadamente, las interrupciones de la cadena de suministro están resultando mucho más duraderas de lo que esperaban los responsables políticos, y el aumento de los precios de las materias primas no hace sino agravar la situación. Esto último es una amenaza importante para la demanda de los consumidores, cuya fuerza será muy necesaria a medida que el impulso fiscal occidental se reduzca, especialmente en Estados Unidos.
Desde un punto de vista más positivo, esperamos que los responsables políticos chinos relajen con cautela la combinación de sus políticas y eviten un aterrizaje brusco de la economía (+8,0% este año, +5,2% el próximo). La retirada del impulso fiscal también será lenta en la zona euro, con países como Francia e Italia que no muestran ninguna prisa por acercar los déficits hasta el 3%, y con el fondo de recuperación de la UE (NGEU) aún en juego en 2022. Con todo, suponemos que la recuperación continuará, y que el PIB de la zona euro recuperará los niveles anteriores a la crisis en el cuarto trimestre de 2021 (+4,9% este año, +4,5% el próximo). Vemos un crecimiento mundial del 5,7% este año y del 4,4% el próximo, con riesgos sesgados a la baja, ya que el aumento de los precios de las materias primas y la persistente presión inflacionista amenazan las perspectivas de los consumidores.
Pero por otro lado el riesgo político aumenta. Los inversores tendrán que enfrentar varios muros este otoño.
Hace tres meses, ya advertimos que "el choque es en parte transitorio, pero tenemos buenas razones para creer que la inflación no volverá a esas tendencias tan apagadas anteriores a la crisis". El tamaño y la velocidad del apoyo de la combinación de políticas, un enfoque político cada vez más centrado en la desigualdad y en potenciar la igualdad de condiciones, la desglobalización, el envejecimiento (menor fuerza global) o el cambio climático son algunas de las fuerzas estructurales que pueden apoyar la inflación en el futuro. Por supuesto, el shock de inflación de 2021 es en parte transitorio, un mensaje que los bancos centrales han repetido hasta la saciedad. Sin embargo, los riesgos de que la inflación se agudice van en aumento:
Vincent Chaigneau es director de Análisis de Generali Investments