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tribuna libre / OPINIÓN

"It's very difficult todo esto"

11/11/2020 - 

"It's very difficult, todo esto". Esta frase de Mariano Rajoy en una cumbre europea con el premier británico David Cameron reconozco que me dejó impresionado. Pertenezco a esa generación de los 90 cuyos padres se han dejado medio sueldo en academias, cursos, profesores privados y viajes a la bella y lluviosa Irlanda para que fuésemos capaces de conjugar dos frases medianamente coherentes en inglés. Sin embargo, reconozco que ese día Rajoy, el presidente más enigmático de la democracia, me dio una lección de saber estar y dijo una frase que hermanaba las lenguas de Shakespeare y Cervantes. "It's very difficult todo esto" es una frase bastante elocuente que se puede aplicar a multitud de situaciones, desde una cena con tu cuñado, hasta en una revisión de un examen de universidad y, cómo no, se puede aplicar a la gestión de una pandemia.

Estaría bien vivir en el país de Mariano Rajoy donde dentro del caos siempre se abre un pequeño camino por el que se es capaz de escapar y coger oxígeno, pero en este caso parece que el camino que hemos tomado es bastante más angosto y nos cuesta salir de él, en gran medida porque "el enemigo" ya no son yayas catalanas dispuestas a votar en un referéndum sino que se trata de un virus de escasas micras de tamaño.

Recuerdo que cuando comenzó toda esta historia estaba a punto de marcharme de vacaciones con un par de amigos. Y precisamente fue uno de ellos quien me comentó que un paciente suyo había dado positivo por coronavirus. Fue el primer caso en mi hospital, el primero en Baleares y el segundo en España. No le dimos la menor importancia. Nos creíamos eso de que solo era una gripe y que afectaba únicamente a pacientes crónicos. La semana siguiente estábamos confinados y todo lo que ocurrió después ya lo sabemos. Datos, datos y más datos y mucho miedo e incertidumbre.

Se podrán realizar muchos análisis a posteriori de cómo se ha gestionado esta crisis. Se podrán buscar explicaciones a la falta de mascarillas, respiradores, camas de UCI, PCR o rastreadores. Se podrá criticar la forma en la que se ha hecho el aislamiento domiciliario. Se podrá criticar si las medidas tomadas fueron extremadamente laxas para frenar nuevas olas.

Pero creo que llegados a este punto merece una reflexión la forma no solo en la que se gestiona esta pandemia sino la forma en la que se ha tratado al sistema sanitario de nuestro país.

La crisis del coronavirus ha demostrado que "el sistema sanitario mejor del mundo" como dijo un presidente del gobierno es bastante más precario de lo que creíamos. No tanto a nivel de recursos materiales, sino a nivel de personal.

Hasta el momento muchos de los agujeros del sistema español de salud se tapaban porque dispone de una ejército de becarios, los MIR, que les hacían el trabajo sucio pero en el contexto de una pandemia esto no es suficiente. En el contexto de una pandemia no es suficiente con  becarios y guardias de 24 horas, ni doblar turnos, hace falta más personal ¿estamos dispuestos a que nos opere un cirujano que no ha dormido en toda la noche solo porque es la única manera de que el sistema sea rentable? ¿o preferiríamos tener a alguien con el cien por cien de sus capacidades en ese momento? La triste realidad es que nuestro sistema no puede asumir mucho más personal especializado porque eso le generaría unos costes que no son asumibles pero ¿por qué ocurre esto?

Los medios de comunicación de vez en cuando nos recuerdan lo insignificantes y moralmente indecentes que somos cuando comparan la putrefacción de la instituciones españolas (desde el Rey hasta Isabel Pantoja) con países como Alemania. Nos lo recuerdan y por momentos nos sentimos bastante pequeños (al menos yo) cuando vemos a un ministro dimitir tras copiar dos párrafos de su tesis doctoral mientras aquí aún seguimos sin saber quién es M.Rajoy.

Gracias a las becas erasmus y al dinero de mis padres viví dos años en Alemania y he llegado a la conclusión de que la principal diferencia con estos países no es que ellos sean genéticamente superiores a nosotros. Quizás son más altos y cenan antes que nosotros pero no tienen por qué ser más inteligentes ¿por qué su sistema ha aguantado mejor la presión que el nuestro?

No quiero sonar al típico progre que da la brasa con el franquismo y la guerra del abuelo que diría Casado, pero la realidad es la que es. Su "Estado social" tiene un recorrido más largo que el nuestro. Mientras su país salía de la oscura sombra del fascismo (aún con la ayuda del tío Sam), nosotros nos tragamos 40 años de una dictadura criminal y, aunque nos pese, aun no podemos mirar de tú a tú a nuestros colegas norteños.

La España que nos quedó, la España beatorra y atrasada, generó un país clientelar con negocios vinculados al ladrillo que prosperan a base de BOE y una explotación del turismo que hace que seamos el hotel de 5 estrellas de Europa ¿Qué ocurre cuando una de las dos cosas falla? Pues que el país entra en fallida y no puede sostener “lo público”.

 Vivimos en un país  que experimenta un Déjà vú permanente  en el que cada intento liberalizador y descentralizador siempre acaba siendo machacado por una respuesta reaccionaria.

Sin ir más lejos, en pleno s.XXI, el miedo a darle un mayor poder económico a Cataluña o a que los valencianos arriemos también esteladas ha generado que, uno de los proyectos con más lógica industrial que se pueden plantear en este país, el corredor mediterráneo, aún no haya llegado permitiendo que se den fenómenos paranormales como que los barcos que llegan de Asia tras pasar por el canal de Suez decidan atracar en Rotterdam o Hamburgo en lugar de en Algeciras, Valencia o Barcelona porque no tienen una forma útil de unirse a Europa. Como diría nuestro amigo Rajoy "el corredor mediterráneo es importante pero no todo es la competitividad: antes hay que llevar el AVE a todas las regiones españolas". Mientras entre Valencia y Barcelona seguimos con vías ferroviarias del s.XIX.

Como le dije a un colega alemán: “estoy cansado de ver como lo hacéis mejor que nosotros” pero hay que ceñirse a la evidencia. En Alemania, donde no todos los trenes pasan por Berlín (de hecho la capital es una de las zonas más subsidiadas del país) se ha podido construir una red industrial que permite dar puestos de trabajo de calidad a sus ciudadanos y, por lo tanto, a través de una sistema impositivo importante construir un estado social  fuerte.

En la ciudad donde viví, Bonn (de tan solo 350,000 habitantes), la universidad costaba 250 euros el semestre y me incluía trasporte gratuito (desde el autobús hasta trenes regionales) por todo el estado federado de Renania del Norte Westfalia. Tenía un hospital de referencia que daba cobertura a toda el área de la ciudad y pueblos de la periferia. No conocí a ningún alemán que se hubiera escolarizado en un colegio privado y la escuela concertada ni tan solo existía.

En España  la extremada dependencia a un sector económico con nulo valor añadido nos ha convertido en un país frágil. De hecho, esta crisis no ha hecho más que constatar lo débiles que somos. No puede ser que nada más acabar el confinamiento perdiéramos los pantalones para que nuestros amigos del norte se tomaran sus cervezas en nuestras playas para evitar un auténtico colapso (con el costo de vidas humanas que eso podía suponer). La imagen de Pedro Sánchez pidiendo por favor que no se tuviera miedo a viajar a España (cuando era uno de los países con más casos positivos) fue ridícula.

Desde la crisis financiera del 2008 nuestro sistema público se ha defendido a base de recortes y de ayudas de la UE pero esto no puede durar mucho más. Hace poco leía un titular que decía "España debate cómo usar el salvavidas de la UE para sobrevivir a la crisis".  Cuando el primer ministro Holandés salió diciendo que lo que se da se devuelve con intereses intentamos sacar pecho y hacerle ver que  era muy muy malo pero en cierta manera tenía razón. La  UE, cansada ya de la mala praxis de España, le ha dado un ultimátum a un país que se ha gastado todos los fondos de cooperación en crear aeropuertos vacíos y AVES en el desierto pero no vamos a tener muchas más oportunidades.

Nuestro estado de bienestar no puede depender de las limosnas de países industrializados. Tenemos que dejar de ser el país del pelotazo y el hotel de cinco estrellas si queremos tener el sistema sanitario "mejor del mundo". Un sistema que no dependa de becarios ni de guardias interminables de 24 horas. Para ello  tenemos que transformar la manera de producir e ir eliminando la visión terraplanista de que todo ha de pasar por Madrid. El éxito de contención de la pandemia no solo se basa en cómo gestionar lo agudo sino en cómo se ha gestionado el sistema crónicamente. Se basa en la robustez del sistema y para ello tenemos que abandonar el "Spain is different".

Por Xavier Bodoque Cubas, médico valenciano que trabaja en un hospital de Palma de Mallorca.

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