VALÈNCIA. Tener los tipos de interés de referencia en niveles bajos se interpreta como ventaja para el desarrollo económico. Supone menos dificultad para acceder al crédito y generalmente mayor inversión empresarial. Esto a su vez mejora los avances tecnológicos que impulsan la productividad y la economía crece fomentando así prosperidad entre la sociedad. Uno podría interpretar que es el 'croquis perfecto. Y sí, en teoría un entorno de tipos bajos también es sinónimo de una sólida salud económica, de una baja inflación y de primas de riesgo en niveles sostenibles. Al menos es esto lo que hemos podido aprender durante los últimos años.
Pero los pensamientos y opiniones evolucionan como todo en la vida y lo que ayer se consideró como bueno, hoy no necesariamente tiene que serlo. De hecho hay quienes consideran que un periodo tan largo de tipos deprimidos en los países industrializados -como al que estamos asistiendo- es un mal síntoma. Muchos bancos centrales mantienen los tipos de interés por debajo de 0. En el mercado líquido de bonos, pasa lo mismo con los papeles estatales y corporativos como también con los de vencimiento a largo plazo. Significa que ahora es el prestatario quien paga al deudor y no al revés, que es a lo que solemos estar acostumbrados. Además, el endeudamiento de los países crece desde hace años, en cambio la velocidad de crecimiento económico es inferior a años anteriores. Lo mismo se aplica para la productividad de los últimos años mientras los mercados financieros siguen a su propio aire, con periodos muy 'desvinculados' a la economía real.
Los economistas se debaten ahora por encontrar la fuente principal de este desarrollo inapropiado. ¿Es la baja velocidad de crecimiento o hay que buscar la causa en el elevado volumen de endeudamiento? ¿O tal vez no podamos dejar que crezca tanto la tasa de ahorro de los hogares que a su vez afecta al consumo? Pero no se queda solo en estos aspectos sino que también existe un fuerte intercambio de opiniones sobre la forma del papel político que se debe introducir para que volvamos a la senda de crecimiento saludable. Gobiernos y bancos centrales probablemente tendrían un papel clave si tratasen de incrementar su colaboración y coordinación a nivel global con un único objetivo común a medio/largo plazo: elevar los niveles de tipos de interés de referencia.
En el centro del debate para lograr este objetivo conjunto a nivel global se encuentra como referente la tasa de interés real (descontada por inflación) donde se produce el equilibrio entre oferta y demanda para la financiación, a lo largo de un ciclo económico de óptimo funcionamiento. A este valor se le considera como tasa óptima solo que tiene el problema de que únicamente se deja estimar debido a que algunos componentes que lo constituyen también se basan en previsiones (como por ejemplo el potencial crecimiento económico). A pesar de todo, el cálculo para establecer su nivel y contrastar una seria, por regla general, no suele estar muy alejado de la realidad; mientras lo más preocupante a este efecto es que la serie de dicha tasa equilibrada de interés delata que ha bajado mucho a nivel global y es lo que ha puesto en alerta para que expertos y gobiernos busquen nuevas fórmulas para contrarrestar aquella tendencia.
Hay mucho en juego. Es importante encontrar nuevas fórmulas, ya que el valor antes comentado esta anormalmente bajo debido a una deformación estructural y desequilibrios en la economía mundial. Si la demanda -por seguridad debido a la pandemia- se incrementa hará que la tasa de ahorro de las familias cogerá todavía más fuerza en detrimento del consumo -y por extensión- las inversiones y la productividad también bajarán. Un escenario que todos todavía tenemos en buena memoria. Es lo que ocurrió durante la crisis financiera de 2008/2009.
Estamos a tiempo para reconducir y encontrar la fórmula adecuada aunque es cierto que suena algo utópico, que justo cuando el mundo se ha convertido en un lugar más crispado en las relaciones transfronterizas -y con los países centrados en mirar más por sus propios intereses-, la solución para arreglar el bajón económico tenga que venir a través de una mayor colaboración y coordinación de instituciones y política a nivel global. ¡Veremos! De momento, el mandato parece que todos lo tienen asimilado: trabajar juntos para para llevar los tipos reales globales a niveles más sostenibles y cerrar así los desequilibrios económicos latentes.
Christian Dürr es socio-director de ETICA Patrimonios EAF
Informe elaborado por Julian Abdey, Justin Toner, y Damien J. McCann