VIAJE A SAN SEBASTIÁN

Donosti, disfrute gastronómico asegurado. Ahora y siempre

En Donosti se pasea sin prisa, admirando la belleza de la bahía ante tus ojos, maravillándote con la buena mesa

| 30/11/2018 | 6 min, 19 seg

VALÈNCIA. San Sebastián vibra. Lo ha hecho siempre, lo hace ahora y lo seguirá haciendo. Todos coincidimos en que es una de las ciudades más bonitas del país y tiene ese 'no se qué' que hace que siempre volvamos a ella y ese halo del que fue el refugio de la aristocracia. Lo viejo, el Gros, playas de postal como la Concha, el monte Igueldo, el María Cristina, las gildas, la Kursaal... pero también sus restaurantes de renombre -es la ciudad con más estrellas Michelin por metro cuadrado- y su cultura de pintxos. Sea como sea, Donosti mola y hemos estado para ver qué se cuece en una de las capitales gastronómicas españolas.

No te hablaremos hoy de estrellas Michelin. Son muchas y muy buenas, pero esta vez nos apetecía más callejear y salirnos del cielo gastronómico, para poner un poco los pies en el suelo. Sin menospreciar el apabullante trabajo de todos los chefs que operan en la zona.

¿Primera parada? El asador Patxikuenea, un caserío en Lezo, a 15 minutos de Donosti y a los pies del monte Jaizkibel, que lleva más de 45 años sirviendo una de las mejores txuletas del país. ¿Cómo te quedas si te cuento que su menú degustación incluye seis platos y un postre por 50 euros? De piedra, ¿verdad? Y más si te decimos que el menú termina con su txuleta... A los mandos de la parrilla está Aitor Manterola, todo un maestro de las brasas que lo mismo asa una txlueta de tamaño titánico, que pescados como merluza, rape o rodaballo que bañan con un refrito de vinagre de sidra, ajos y un puntito picante que aporta la guindilla. El menú además tiene platazos como los hongos salteados con falso huevo -parmentier de patata y yema de huevo- o el pincho de pulpo a la parrilla. Si ya tienes la suerte de poder tomarte el café en su terraza al aire libre, la experiencia será redonda.

Por la tarde no puedes perdonar, para bajar la comida, claro, un paseo desde el puerto hasta el Peine del Viento. En Donosti se pasea sin prisa, admirando la belleza de la bahía ante tus ojos, maravillándote con esas farolas y asomándote a la playa por los óvalos de su sensacional barandilla.

Por la noche el plan obvio e ineludible es irte de pinchos por la Parte Vieja. Sigue siendo imprescindible y se llena cada noche de locales, japoneses con el traductor en mano, franceses, italianos... Quizás de tanto salir en las guías, ha perdido algo del encanto que lo caracterizaba, pero aún así, sigue mereciendo la pena adentrarse en los clásicos de las calles 31 de Agosto, San Jerónimo o Fermín Calbetón. 

¿qué pedir allí? 

Las siempre imprescindibles anchoas con crema de centollo del Txepetxa, la brocheta de gambas de Goiz Argi, el foie a la plancha con compota de manzana o las manitas de cerdo de La cuchara de San Telmo, las setas de Ganbara o el risotto de hongos e Idiazábal de Borda Berri... Otro para el que el tiempo no pasa es para el bar Néstor. Cada día, a las 12 del mediodía y a las 8 de la tarde, puedes ver cómo los parroquianos guardan cola para hacerse con un pincho de una de sus dos tortillas diarias. Patata, huevo y pimiento verde, no hay más secreto. Si no lo consigues, puedes ahogar las penas con su excelsa txuleta de vaca vieja, la ensalada de tomate y sus pimientos de padrón.

Y ahora con lo que voy a decir, puede que os echéis las manos a la cabeza y queráis lapidarme en la plaza del pueblo, pero, la tarta de la Viña no es para tanto. Lo siento, es así. No la había probado y estaba como loca por hacerlo. El pintón y la fama que tiene hacen pensar lo contrario. Las verás allí a todas recién horneadas y se te hará la boca agua. Pero con las expectativas tan altas que tenía, esperaba más, mucho más. ¿Le faltaba sabor? ¿Tuve mala suerte? Más parecía un flan que una tarta de queso. No me acaba de cuadrar lo de que sea considerada como 'la mejor del mundo'. ¿Será que los medios encumbramos cosas que realmente no son tan buenas? De verdad. Hay miles que le dan mil vueltas. La de Cañadío, la de Zuberoa, la de Carbón Negro... 

Encontramos el Gros de lo más animado. Comerse un mini completo -bocadillo de bonito, anchoas y piparras- de la Bodega Donostiarra es obligatorio, así como pasarse a conocer Topa Sukaldería, el proyecto de Andoni Luis Aduriz que fusiona la cultura vasca con la latinoamericana. Ceviches, tacos, causas, guacamole... un festín de sabores memorables. ¡Ah! Y también tienen un divertido take away que te hará el apaño de la cena del domingo, sí, esa cuando vuelves a casa y lo que menos te apetece es meterte en la cocina. Por el módico precio de 16 euros, te preparan un kit de tacos para dos personas con sus tortillas de maíz, un guiso de ossobuco al kalimotxo, otro de cochinita pibil a la vizcaína, crema de aguacate y pico de gallo. Y os diremos que está realmente bueno.

Profesamos amor eterno al María Cristina y al hotel de Londres, pero hay que dejar sitio para lo nuevo. La ciudad estrena hotel. Ubicación privilegiada con vistas a la bahía de la Concha y al monte Urgull, diseño y confort y una taberna llena hasta la bandera. Hablamos de Lasala Plaza, un nuevo art-hotel que toma como hilo conductor la cultura del mar y el puerto pesquero de San Sebastián y que se ubica en un edificio recuperado de 1917. Y decimos que es un art-hotel porque Lasala se ha asociado con museos como el Museo Naval, el Museo Aquarium o el de San Telmo, entre otros, para acoger piezas artísticas, fotos y grabados para adornar sus paredes y ofrecer a sus huéspedes la posibilidad de visitarlos.

Se ha concebido añorando aquel pasado de la belle époque donostiarra con habitaciones a medio camino entre lo clásico francés, el Art Decó y los motivos marineros. Eso sí, con duchas de lluvia, wc's inteligentes -al modo japonés-, hilo musical, una carga de minibar gratuita, vistas al mar y un rooftop con piscina en la azotea. Si el tiempo lo permite, abre la ventana y disfruta un ratito del sonido del mar.

Estando en San Sebastián no podían sino apostar también por la gastronomía y lo han hecho en la taberna La Jarana, un espacio integrado en el hotel y con entrada directa desde la calle, que cuenta con Ander González (Astelena) como jefe de cocina. En la carta encontrarás pinchos, cocina clásica y de producto. Desde un revuelto de morcilla de Orio, hasta unas croquetas de txuleta y foie, pasando por pescados del día en salsa.

¿Necesitas más razones para escaparte al norte?

Comenta este artículo en
next