Mientras seguimos enfrascados en una campaña electoral autonómica y municipal con sus refrescantes, es ironía, debates (más bien aburridos y previsibles, esta semana tenemos uno cada día) entre candidatos y el lanzamiento de nuevas promesas y acciones a realizar, ver la certera crónica de Guillermo López en Valencia Plaza, se nos ha pasado por alto un hecho muy importante acontecido en la sede del Parlamento Europeo.
Por cierto, dudo que a estas alturas y después de ocho años de administración, alguien piense que los votantes podemos cambiar el sentido de nuestro voto, hacia uno u otro lado, por el resultado de uno o varios debates o por la propaganda y promesas electorales que estos días se realizan.
Volviendo al Parlamento Europeo, el pasado jueves día 15 los eurodiputados dieron luz verde, por 544 votos a favor, 18 en contra y 17 abstenciones, al proyecto de ley para mejorar el etiquetado y la durabilidad de los productos y acabar con la publicidad engañosa y el lavado verde.
Básicamente, afecta a los productos, aún no a las empresas y organizaciones:
-Deberán prohibirse los reclamos medioambientales generales e infundados.
-Los productos no pueden diseñarse para limitar su vida útil.
-Un producto debe poder funcionar correctamente con piezas de repuesto y consumibles de otro fabricante.
El objetivo de la nueva directiva es el de dotar a los consumidores europeos de mayor poder de decisión bien informada y ayudarles a tomar decisiones respetuosas con el medio ambiente, además de alentar a las empresas a ofrecerles unos productos más duraderos y sostenibles.
Prohibir la publicidad engañosa y los reclamos sobre supuestas bondades medioambientales:
El Parlamento va a defender en las negociaciones del texto final que se prohíban reclamos generales del tipo "respetuoso con el medio ambiente", "natural", "biodegradable", "climáticamente neutro", "neutral en carbono" o "ecológico" si no están respaldados por pruebas específicas. También quiere prohibir alegaciones ecológicas basadas únicamente en sistemas de compensación de carbono. Prohibiría, por último, otras prácticas engañosas, como hacer afirmaciones sobre un producto si solo son ciertas sobre una parte del mismo.
Lucha contra la obsolescencia programada:
En la búsqueda de productos más duraderos, el Parlamento rechaza que se diseñen con características que reducen de entrada su vida útil o provocan un mal funcionamiento prematuro. Además, los eurodiputados quieren prohibir que los fabricantes limiten el funcionamiento de un producto cuando se utiliza con consumibles, piezas de repuesto o accesorios (como cargadores o cartuchos de tinta) fabricados por otras empresas.
Por tanto, este es un movimiento muy significativo que tendrá un efecto dominó en toda la industria. Es importante tener en cuenta que esta nueva directiva se aplicará específicamente a los productos, por lo que seguiremos viendo declaraciones de neutralidad de carbono a nivel de organizaciones y empresas por el momento.
Tal como comentaba en un artículo en Valencia Plaza recientemente, sobre las compensaciones de carbono y su cuestionable eficacia en lo que respecta a la reducción del carbono y su repercusión en el medio ambiente, esto supone un golpe de timón por parte del Parlamento Europeo muy favorable para el futuro de la "neutralidad de carbono". Lo que hasta ahora están haciendo esencialmente muchas empresas es pagar por compensaciones de carbono que impulsan la evitación de la eliminación de carbono.
Mi opinión es que este cambio de rumbo y, aunque de forma velada, reconocimiento por parte de la UE de que las políticas sobre compensación de carbono eran cuestionables y se habían vuelto muy mercantilizadas, se convertirá, una vez aprobada la nueva directiva, en un movimiento positivo que ayudará a impulsar y lograr reducciones reales de carbono, no simplemente tratar de salir de problemas a través parches como la compensación de carbono. Según establece la Science Based Targets Initiative, el 90% de un viaje al NetZero se logra a través de reducciones de carbono y solo un residual 10% mediante compensación de emisiones inevitables.
Ahora bien, estemos o no de acuerdo en las formas en que se está acometiendo este proceso para la reducción del carbono en el medio ambiente, en la Agenda 2030, sobre la que tengo todas mis dudas y expresé en el artículo referido más arriba, lo cierto e innegable es que en un corto espacio de tiempo, (el Consejo de la Unión aprobó su propio mandato de negociación el 3 de mayo). Así pues, las negociaciones entre el Parlamento y los Estados miembros sobre el contenido y la redacción definitiva de la directiva pueden comenzar muy pronto), se convertirá en una ley de obligado cumplimiento para todos los europeos, por lo que debemos estar preparados, tanto nuestra industria en la Comunidad, así como las administraciones públicas y organizaciones privadas para dar una respuesta rápida y adecuada a la propuesta comentada, toda vez que la nueva directiva forma parte del primer paquete sobre economía circular, junto con el reglamento sobre diseño ecológico, el reglamento sobre productos de construcción y un informe de propia iniciativa sobre la Estrategia de la Unión para la circularidad y sostenibilidad de los productos textiles. Allana el camino para una nueva directiva sobre alegaciones ecológicas que detallará aún más los requisitos para poder hacer reclamos medioambientales en el futuro.
En definitiva, esto va muy aprisa, más de lo que quisiéramos y nos va a afectar directamente, tanto a industria como a consumidores por lo que, una vez pasado el fervor preelectoral, deberíamos continuar concentrados en adaptar muestro modelo productivo a las nuevas directivas de la UE y anticiparnos a las consecuencias que sobrevendrán.
Ricardo Romero es consultor en Sostenibilidad y Estrategia de Impacto
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