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análisis del debate 'a cuatro'

El otro lenguaje de la 'guapocracia'

Los gestos y el aspecto de los representantes desvelan su inquietud y mimetizan con las posiciones de su partido

8/12/2015 - 

VALENCIA. Sin atriles, sin asesores, sin soporte tecnológico. Sólo los cuatro representantes de los principales partidos que aspiran a la Moncloa -tres candidatos a la presidencia y la número dos del Gobierno actual- planteando sus propuestas al estilo norteamericano. Soraya Sáenz de Santamaría (PP), Albert Rivera (Ciudadanos), Pablo Iglesias (Podemos) y Pedro Sánchez (PSOE) protagonizaron el debate 'a cuatro' para defender sus programas de cara al 20D.

Los cuatro tienen características comunes a lo que se empieza a conocer como guapocracia. Cuatro representantes jóvenes, de buen aspecto físico y con un importante equipo de asesores de comunicación detrás. Santamaría tiene 44 años, sólo uno más que el candidato socialista, de 43; Iglesias tiene 37 años y Rivera, el más joven, 36. Salvo la vicepresidenta, todo son caras nuevas en los partidos y aparecen con un discurso aparentemente fresco y en línea con la regeneración política que ha ido tomando fuerza.

La guapocracia roza el consenso en cuanto a la vestimenta. Rivera y Sánchez, aparecieron prácticamente iguales. Ambos con un traje impecable en tonos oscuros -el socialista en azul marino, el candidato de C's en negro- y con el mismo color para la corbata, aunque algo más oscura en el caso de Rivera. Por su parte, la vicepresidenta del Gobierno vestía también muy sobria, en una chaqueta azul marino de terciopelo y unos pantalones oscuros. Aunque con unos labios en un fuerte rosa y unos tacones de aguja en los que aguantó todo el debate.

Los nuevos líderes se mantienen fieles al estilo clásico, sin riesgos; mientras Iglesias hacía lo propio con su estilo más informal, heredero del 15M. El líder de Podemos llevaba camisa sin corbata, con el primer botón desabrochado y pantalones vaqueros. En la muñeca llevaba varias pulseras trenzadas y su característica coleta. 

Los nervios se cuelan en el debate

Las ausencias de soporte físico y psicológico condicionaron buena parte del debate. Durante las más de dos horas de las intervenciones, los candidatos echaban de vez en cuando la vista atrás. Ninguno se sentó, pero en la primera parte del debate el nerviosismo era latente. Tanto Rivera como Sánchez apretaban las manos cruzadas y se las acercaban a las chaquetas. Aunque especialmente incómodo se veía al líder de C's. Rivera no cesaba su movimiento en plató, girando la cabeza y dando pasos hacia delante y hacia detrás.

La ansiedad se acentuó en la primera mitad del debate, en el que el líder de Ciudadanos cogía continuamente los folios de la mesa auxiliar y cuyo inquieto movimiento hizo que las mangas de su traje no aguantaran lisas cinco minutos. También en la primera parte de la intervención hablaba acelerado y algunas palabras se le trababan. Paulatinamente fue desapareciendo la intranquilidad y Rivera fue adquiriendo fuerza e intensidad en el discurso; incluso hizo alguna broma a Sáenz de Santamaría, hablando sobre Saber y Ganar.

Sánchez no se mostraba demasiado nervioso, pero adoptaba una pose hierática y asomaba una sonrisa ligeramente forzada, especialmente cuando le planteaban preguntas incómodas. Iglesias tampoco parecía preocupado, aunque no soltó el bolígrafo a lo largo de la intervención. Bolígrafo que pasaba de izquierda a derecha cuando intervenían el resto de candidatos. El líder de Podemos también cabeceaba cuando los moderadores le planteaban alguna pregunta y no despegaba los brazos del cuerpo, preocupado por el sudor.

Por su parte, la número dos del Gobierno del PP permanecía en una pose erguida, relajada y sin sobresaltos durante su discurso. Esta tendencia a la seriedad de Santamaría se rompía en algunos momentos del debate, en los que interrumpía al resto de representantes, por alusiones, en defensa de la gestión de Mariano Rajoy. 

Al finalizar el debate, los cuatro intervinientes van directos a su equipo de asesores. Sánchez se quita enseguida la corbata. Rivera sale sonriente. Saénz de Santamaría también sale de plató tranquila y bromeando:"se me ha olvidado el móvil en casa". Iglesias, último en abandonar plató, lo hace igualmente calmado. Un minuto de los candidatos con sus hombres de confianza bastan para eliminar todo rastro de más de dos horas de tensión a trece días de las elecciones generales.

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