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el sur del sur / OPINIÓN

Esto irá de hechos, y no palabras

16/10/2022 - 

El Gobierno ha despertado. No sabemos si a tiempo, pero comienzan a llegar mensajes y actitudes de que el olvido de la provincia de Alicante -de acuerdo con su peso demográfico y económico- merece una rectificación. Hay un convencimiento general de que las cuentas serán enmendadas y que el famoso fondo extra, que durante estos meses ha dormido el sueño de los justos, será activado. Pero crean que con en eso no sirve.

Lo que se ha despertado durante estos días entre las clases dirigentes de la provincia de Alicante es hartazgo. No por estas cuentas, que también, sino por las del año pasado, y las del otro, y así hasta 2013, cuando se puso en marcha la línea de AVE entre Madrid y Alicante, y el esfuerzo inversor fue cayendo, pese a que la economía crecía, pero nunca a los niveles poblacionales ni a lo que reporta económicamente la provincia a la caja central.

Esto lo ha venido diciendo siempre los responsable del servicio de estudios del Instituto de Estudios de Alicante (Ineca); lo conocieron de primera mano los consellers Rafael Climent y Vicent Soler, en marzo de 2017, que compartieron almuerzo con sus representantes. La Generalitat ha intentado cambiar esa línea argumental, con números -en los presupuestos de los últimos años-, pero se ha demostrado que con eso no basta. Pese a lo hecho, que es bastante, pero noes  suficiente. El prisma de cada segmento poblacional y profesional tiene prioridades diferentes: a quien le hayan ejecutado el Edificant, estará satisfecho; pero quién exige una mayor movilidad, posiblemente no.

Hay que tener en cuenta que en los últimos años han entrado dos elementos que nos han desviado de ese objetivo: pandemia y efectos de la guerra. Las prioridades suelen desplazar objetivos. Y entiendo que en ese caso, los gobernantes atendieron siempre que era corría más prisa. También esas crisis han servidos para destapar las necesidades de otras infraestructuras. La vida no solo carreteras y vías de tren, también los centros de salud y los hospitales. En ese sentido, sería de justicia, que a la hora de poner el grito en el cielo,  la mayoría de las veces, con razón, se hiciera con una perspectiva global.

No creo que sea necesario enumerar lo que le falta a la provincia de Alicante. Ya se ha encargado Ineca, y se ha mencionado en esta tribuna en anteriores ocasiones. Al Gobierno central, además de aumentar la dotación presupuestaria, le ha faltado tacto político. Como se ha demostrado esta semana, a través de Pilar Bernabé, y el director general del Agua, Teodoro Estrela, hay más, pero estaba escondido, lleno de errores y, sobre todo, mal explicado.

Pero insisto, los números sobre el papel no valen. Es muy fácil mentir en los presupuestos, para lo bueno y para lo mano. Más allá de lo que consiga enmendar a través de las fórmulas expuestas -corrección de los PGE y fondo extra-, a los responsables gubernamentales les harán falta hechos. Hechos tangibles  y visibles para transmitir que algo se está haciendo. Poner cifras sobre el papel se ha demostrado que no vale para nada si de forma paralela no existe una ejecución que transmita voluntad de revertir la situación.

Tampoco vale que una administración -llámese Generalitat- asuma el papel del Gobierno. No valdrá si esa superposición de funciones no traslada que en Madrid hay un cambio de actitud. Ya no es lo que representa la provincia de Alicante en términos de población; en términos de PIB, si no también, como dijo el presidente de la Cámara de Alicante, Carlos Baño, también la población flotante que reside unos meses en sus municipios. Además de los empadronados, aquí hay un millón de personas más durante el año que usan las infraestructuras y posiblemente los servicios, lo cual está muy bien como reivindicación, pero con cautela, pues puede justificar la implantación (o el debate) de nuevas vías tributarias para compensar la financiación del uso de esos servicios.

Así que con este panorama, a Ximo Puig, y por extensión a Pedro Sánchez, más le vale que todo lo que hagan o esté en sus manos se traduzca en hechos que las personas puedan ver y, en un futuro, disfrutar o enorgullecerse. De lo contrario, de nada valdrá ganar el relato de los números. Se ha demostrado que no vale para nada. Esto ahora va de hechos (y de decisiones políticas), y no de palabras. Y un gobierno siempre tiene posibilidades, si no quiere perder las elecciones.

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