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La aventura de la música en viñetas, La Familia Carter y Bravo for Adventure

3/11/2017 - 

ALICANTE. Esta vez el lugar de encuentro ha sido el brazo de un sillón, al lado de una mesa repleta de fotografías que son memoria de lugares y momentos placenteros, incendiada por la luz de una lámpara de pantalla redonda. Un lugar de lectura que durante el día se encuentra en el silencio solitario de un salón que espera acoger la vida hogareña, tras las largas horas de rondar por el mundo.

Sobre ese brazo han descansado durante algunos días dos volúmenes de cómic que ahora mismo deben ser imprescindibles en la estantería de todo coleccionista que mantenga un espacio en el corazón de su biblioteca, con el peligro de tener en casa visitas periódicas de amigos que van a ocupar un rincón de lectura, sin horas de apertura, si has excluido de los servicios de tu biblioteca el de préstamo a domicilio. En su defecto, siempre los puedes regalar, estos dos volúmenes se prestan especialmente a ello.

La editorial Impedimenta, entre su catálogo literario, ya de por sí consistente y con un cariño especial por al aspecto objectual del libro –cubiertas, tipografías, camisas, portadas, información enriquecida-, no se están, de vez en cuando, de ofrecer algún elaborado dulce de repostería gráfica. En este caso una obra de características tales que lo convierten en una rareza. Cuando el mantra del cómic se encuentra en ese cajón de sastre llamado novela gráfica –cajón de sastre no demasiado lejano al sustantivo sin calificar, la novela “pura”-, el escritor , editor y músico Frank M. Young (Florida, 1963), y el dibujante David Lasky (Washington D.C., 1967) se meten de lleno en el mundo de la literatura antropológica y biográfica, con La Familia Carter. Recuerda esta canción

El conocimiento de la familia Carter, elemento troncal de la popularización de la música de raiz norteamericana, heredera de algunas de las tradiciones folklóricas trasplantadas a tierras norteamericanas por las consecutivas oleadas de emigración de origen europeo, entremezcladas con elementos del folklore sonoro de la comunidad afroamericana, la esclavitud y la emancipación, se suele producir como un flasback. ¿Carter? ¿June Carter? ¿La June Carter Cash de Johnny Cash? Pues sí, June era la hija de Maybelle Carter, guitarrista principal  y cantante de La Familia Carter, junto a Sara Dougherty y Alvin Pleasant (A. P.) Carter, un raro muchacho que desde su Virginia natal, rodeado de plantaciones de tabaco, empezó en un lejano 1913 a recoger granja por granja canciones que fue fijando sobre pentagrama, hasta completar una colección de más de 300 que lo convertirían en el “chef jefe” de la música country, influenciando a grandes de la música como Woody Guthrie, Hank Williams Sr., Bob Dylan o Lucinda Williams. Desde su big bang de las grabaciones en Bristol en 1927, hasta su final en 1943, fueron los protagonistas de la mayor revolución producida en la reproducción y la difusión de la música popular, la radio y la generación de las nuevas compañías discográficas. Todo esto es lo que Young y Lasky muestran en 186 páginas de estructura de caja, oscilando entre las 6 y las 12 viñetas, letra minúscula y un trazo que recuerda el de un Crumb muy contenido. Cada uno de los 43 capítulos toma como eje narrativo –aunque sea únicamente en espíritu- una de las canciones recogidas o compuestas por Carter, desde la inicial My Clinch Mountain Home, hasta el emotivo cierre de Don’t Forget This Song. El volumen viene acompañado de una lista spotify que recoge todos los temas de La Familia Carter citados en la obra: http://spoti.fi/2mjzjHa .

El otro miembro de esta breve, pero intensa, relación es la recuperación de la obra de un maestro. A costa de resultar hiperbólico, cualquier lector de cómic estará de acuerdo en que en este caso se trata de un Maestro: Alex Toth.

La editorial Planeta Cómic ha recuperado en un solo volumen las aventuras de Jesse Bravo, ese aventurero de los tiempos heróicos, gemelo “involuntario” de Errol Flynn, que se encuentra en el ADN de personajes con recorrido más popular, como el Corto Maltés de Hugo Pratt, o el Roco Vargas de Daniel Torres.

“Cuarenta años después de su creación, Bravo for Adventure sigue siendo un divertídísimo pastiche de las grandes historias de aventuras de los años 30, repleto de los adornos visuales del film noir sin ninguna de las depresiones existenciales del género”. Bravo es una obra ligera en cuanto a su planteamiento narrativo, pero tal vez sea un poco arriesgado decir que no contiene “ninguna de las depresiones existenciales”, ya que su apuesta por la ironía, la sátira y, a veces, la ópera bufa, son suficientemente “existenciales” como para concederle una mayor categoría literaria. En cuanto a la parte gráfica, Toth llega a Bravo libre de todas sus anteriores ataduras, con un trazo ya definitivo, unas sombras entintadas con pincel seguro, y una expresividad que será la influencia definitiva de autores como el nombrado Pratt o Jordi Bernet. Alguna de las viñetas presentes en esta edición de gran formato, ha sido reinterpretada u homenajeada en alguna de las historias del marino anarcoide, o del Torpedo de Sánchez Abulí/Bernet.

Lectura para todos los públicos, en el sentido más amplio del término: ningún público se debería quedar sin el placer de su lectura.


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