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¿A qué huelen los premios? El fotoperiodismo frente a sus premios

26/02/2016 - 

VALENCIA. Se podría decir que en Valencia somos privilegiados. Tenemos la exposición World Press Photo en nuestra ciudad durante un mes, del 13 de febrero al 13 de marzo, y este año ha sido en estas fechas cuando se ha anunciado el ganador de este premio. El fotógrafo australiano Warren Richardson se ha hecho con el galardón de 2015 por una foto que muestra los refugiados que cruzan la frontera de Serbia a Hungría, un evento de "gran importancia periodística" según el jurado de este año. Una vuelta a los orígenes de este premio, que en la edición anterior intentó salirse del esquema.

¿Hasta qué punto los premios marcan la pauta de lo que hay que fotografiar? Hablamos con Carlos Spottorno, ganador del premio World Press Photo 2003 por su foto de un voluntario cubierto de chapapote tras el desastre del Prestige, entre otros muchos galardones. Spottorno escribió un artículo en 2013 en el que reflexionaba sobre lo que los premios suponen al fotoperiodismo. Asegura que tres años después su opinión no ha cambiado al respecto: los premios condicionan lo que se fotografía ya que siempre hay un intento de repetir lo que ha triunfado en ediciones anteriores. El jurado de los premios cambia cada año pero es imposible no condicionarse, algo que le pasa sobre todo a los más jóvenes.

El World Press Photo 2014 intentó salirse del esquema “y se lió parda”, asegura Spottorno. Este año también hay polémica: la fotografía de Daniel Ochoa de Olza que muestra la lluvia cayendo sobre las fotos de las víctimas de los ataques de París en noviembre, que tras ganar el tercer premio en la categoría People Stories, ha sido retirada por AP lo que conlleva que se le retire el galardón. “El trabajo de Ochoa era fantástico e impecable y se encajaba con inteligencia. El fotoperiodismo no puede olvidar la parte de periodismo”.

Spottorno asegura que ha dejado de presentarse a algunos premios por falta de tiempo. La inscripción a un concurso supone el pago de una cuota “rara vez superior a 100 euros, pero cambia en cada concurso. Depende de cuántas fotos se presenten y en qué formato sea” y también la creación de un texto introductorio que suele ser producción propia pese a que hay “presentadores” que se encargan de escribirlos por algunos fotógrafos. Su opinión es firme, “los premios a los que me presento tienen que servir de algo. Lo único que verdaderamente te distingue son tus publicaciones y tus galardones”.

Cuestionado sobre si cree que las redes sociales han cambiado el mundo del fotoperiodismo: “sí, la repercusión en las redes importa, pero sigue siendo más importante que te conozcan los diez editores más importantes que diez millones de personas anónimas”. Premios como el World Press Photo suponen reconocimiento y visibilidad al fotoperiodismo a nivel mundial. El día que se anuncia el ganador, este aparece en todos los informativos, repercusión que no se consigue con otros premios que son más prestigiosos dentro del sector. El reconocimiento es necesario al principio hasta en el círculo más cercano al fotógrafo. "Tras ganar el World Press Photo en 2003 me empezaron a tomar en serio”. Los galardones fijan unos esquemas de tendencias de fotografía, tanto al estilo como al tema, y son una herramienta imprescindible para alcanzar reconocimiento social, que no profesional. ¿Conclusión? “Los premios son buenos si no te obsesionas”.

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