Hasta entonces, había ejercido en el restaurante Duna, en El Poblet o trabajado junto a grandes chefs. Asumió el riesgo y montó su baluarte, Gran Azul, ese espacio en medio de la ciudad que respira Mediterráneo por los cuatro costados. Podría haberse acomodado junto a su familia y los demás negocios, pero ¿qué sería de la vida sin los valientes que dan un paso adelante? Gran Azul es un restaurante y varios conceptos.
Es una arrocería y es un restaurante de producto y brasas.
En confianza: Sin miedo a equivocarnos, afirmamos rotundamente que este es un templo en todos los sentidos. Por las mesas desfilan espardenyas, kokotxas, gamba roja de Dénia, angulas del Miño a la bilbaína… y todo tipo de marisco y pescado que ves, pides y preparan a la brasa. A la vista del comensal, sin trampa ni cartón. Y qué decir de esos arroces y fideuàs. En una ciudad con tanta competencia, destacar no es tarea fácil. Brandez los prepara en su punto justo, finos y sabrosos a más no poder. De rape, alcachofas y gambas, de pescado de roca, de carabineros y pichón de Bresse... Otro gran plus es la barra, para un picoteo o para darlo todo y sentirte mimado, como siempre sucede en esta gran casa.