Mientras muchas empresas luchan por sobrevivir ante el confinamiento global, las mayores tecnológicas se mantienen a flote y algunas están prosperando
MADRID. Mientras que muchas empresas luchan por sobrevivir ante el confinamiento global, las mayores empresas de tecnología se mantienen a flote y en algunos casos, incluso están prosperando. Por ejemplo, Microsoft ha reportado un fuerte aumento en el uso de su servicio de nube Azure, ya que millones de personas trabajan desde casa. Amazon, por su parte, está contratando a 75.000 trabajadores más, además de los 100.000 que contrató el mes pasado, para hacer frente al aumento de la demanda de su servicio online de entregas.
El número de videollamadas y mensajes en Facebook se ha disparado, mientras que un número récord de aplicaciones de juegos se han descargado en China en la tienda de aplicaciones de Apple. Asimismo, YouTube Kids, propiedad de Google, ha sido la aplicación más utilizada en el primer trimestre de 2020 según un informe de Apptopia y Braze, tras el cierre de la mayoría de las guarderías y escuelas.
Las restricciones para viajar y las normas de distanciamiento social han incrementado nuestra dependencia de estas plataformas digitales para atender necesidades básicas, entretenernos y mantenernos conectados con amigos y compañeros de trabajo. Sin embargo, hay ciertas sombras en su creciente control sobre la sociedad. A medida que las pequeñas empresas y las nuevas empresas se tambalean, esta pandemia probablemente hará que las empresas tecnológicas más grandes sean mucho más poderosas. Las tendencias de las que ya se estaban beneficiando se están acelerando, como los efectos de red, las altas barreras de entrada y la creciente concentración del mercado.
No es de extrañar que las acciones FAMAG (Facebook, Amazon, Microsoft, Apple y Google) hayan superado ampliamente los índices de mercado como resultado de los pedidos del 'quédate en casa'. El acrónimo más común de 'FAANG' incluye a Netflix pero no a Microsoft. Utilizamos una agrupación alternativa porque Microsoft es la empresa cotizada estadounidense de mayor valor - el total de sus acciones (su capitalización de mercado) la hace siete veces más grande que Netflix.
Cuando escribimos estas líneas, Amazon y Microsoft acumulaban una subida del 28,5% y del 13,3% respectivamente, mientras que el índice S&P 500 baja un 10%. Pero como el S&P 500 está fuertemente influenciado por las acciones FAMAG (constituyen el 20% del índice), es ligeramente circular comparar su rentabilidad con este índice de referencia (si tienen un mejor comportamiento, el S&P 500 tendrá una mayor rentabilidad). Para comparar mejor la rentabilidad podríamos usar el índice S&P 500 equiponderado, que refleja la rentabilidad media de las empresas estadounidenses. Este ha caído un 19,4%, casi el doble que el índice ponderado por capitalización de mercado. Esto indica que las acciones más grandes registraron mayor rentabilidad que empresas más pequeñas. De hecho, aunque Facebook tuvo una rentabilidad inferior al resto de valores FAMAG y al S&P 500, superó, al promedio del resto de compañías.
Para muchos negocios que se han visto obligados a cerrar, las ventas se han desplomado hasta, literalmente, cero. Por tanto, lo que importa ahora no son tanto los ingresos, sino si una empresa ha acumulado suficiente efectivo para superar el parón global. En esta medida, los FAMAG son ganadores relativos - la mayoría de ellos tienen reservas de caja superiores a la media, pocos pasivos a corto plazo y una fuerte capacidad de generación de efectivo. Esto es cierto tanto en relación con el mercado amplio como con el resto del sector tecnológico.
Tomemos el ejemplo de Microsoft: dispone de 134.000 millones de dólares de efectivo y equivalentes de efectivo, lo que es suficiente para financiar 2 años y 4 meses de sus compromisos actuales (por ejemplo, deuda a corto plazo, salarios y otros pagos pendientes). Esto es significativamente superior a la media de 6.000 millones de dólares de saldo de caja y colchón de efectivo a 10,5 meses que tienen las empresas del S&P 500. Además, Microsoft cuenta con mayor capacidad para transformar sus ventas en efectivo que otras empresas. Por ejemplo, su flujo de caja operativo en relación con las ventas fue de 38, lo que significa que recaudó 38 dólares de efectivo por cada 100 dólares de ventas. Esto se compara con sólo 22 dólares de media de las empresas del S&P 500.
En cambio, aunque Amazon tiene una cantidad sustancial de efectivo a su disposición, se ve empequeñecida por sus costes operativos, que son relativamente altos y sus pasivos a corto plazo. Pero dada la revalorización de sus acciones este año, los inversores no le están dando demasiada importancia. Además, se espera que las ventas se mantengan estables en comparación con la mayoría de empresas; asimismo, también puede recurrir fácilmente a otras fuentes de liquidez si es necesario, como los préstamos a corto plazo.
Sin embargo, los balances de otras empresas no están en tan buena forma. Una consecuencia es que las compañías vulnerables, pero prometedoras, que de otro modo podrían haber montado la competencia contra las grandes firmas dominantes del sector tecnológico podrían ser sacadas del mercado o compradas. Esto afianzaría aún más su dominio del mercado. La noticia de que el organismo de control de la competencia del Reino Unido haya aprobado la inversión de Amazon en Deliveroo para evitar el riesgo de su colapso sólo sirve para confirmarlo.
Pero, ¿son realmente inmunes las grandes tecnológicas? Para nada, sin embargo, significa que las principales empresas tecnológicas están completamente protegidas de los efectos económicos del bloqueo global. Por ejemplo, a pesar del aumento del tráfico en las plataformas de medios sociales, muchos anunciantes han recortado el gasto, ya que el hecho de que más gente esté en sus casas, se traduce en que no están gastando en productos y servicios que normalmente tendrían. Esto ha sido un problema para Google y Facebook porque generan el 83% y el 98% de sus ingresos por publicidad, respectivamente. Apple también ha sufrido un duro golpe por su dependencia de la demanda del iPhone de los consumidores chinos y del suministro de las fábricas chinas, muchas de las cuales han sido cerradas temporalmente.
Pero una vez que se levante el confinamiento y la economía global mejore, las FAMAG podrían beneficiarse de los cambios en el comportamiento de los consumidores adquiridos durante la crisis. Las plataformas de medios sociales están ganando nuevas audiencias, la gente pasa más tiempo pendientes del teléfono y los compradores se están acostumbrando a pedir comida a domicilio. Estos cambios en las tendencias de consumo digital podrían dar lugar a disrupciones permanentes en los hábitos de consumo.
Para protegerse contra futuras paralizaciones y recortes de gastos, las empresas también están tratando de trasladar su carga de trabajo informático online para que los empleados puedan acceder a sus datos desde sus casas. Esto sería una gran ayuda para los principales proveedores de servidores en la nube, como Microsoft y Amazon. Además, Apple y Google están desarrollando aplicaciones de rastreo de contactos, un sistema por el cual se puede alertar a aquellos que han entrado en contacto con una persona que ha dado positivo en el test de Covid-19. Juntos tienen acceso a alrededor de 1.500 millones de dispositivos en todo el mundo que son compatibles con el software de rastreo.
Aunque los gobiernos de China e Israel ya están utilizando los datos personales de los móviles para rastrear a las personas infectadas y sus interacciones, existe la preocupación de que estos datos puedan ser aprovechados una vez que la pandemia haya terminado. Sobre todo, lo más alarmante es la medida en que la rentabilidad de las acciones de EE.UU. se han vuelto tan dependientes de las grandes empresas tecnológicas. No obstante, esto ha beneficiado a muchos inversores. Entre 2015 y 2019, el índice S&P 500 subió un 74%, de los cuales las acciones de FAMAG - sólo cinco compañías de 500 - contribuyeron con un 22%, o alrededor de un tercio del rendimiento total. Estas compañías se han hecho tan grandes que están impulsando el mercado.
Sin embargo, desde el brote del virus, la mayoría de los precios de las acciones se han desplomado, mientras que las FAMAG han resistido mucho mejor. Como consecuencia, su peso combinado de capitalización de mercado se ha más que duplicado, pasando de aproximadamente el 8% del índice S&P 500 en 2015 a casi el 20% en la actualidad. Las cinco acciones más grandes de EE.UU. representan ahora una porción mayor del mercado que en el pico de la burbuja de las puntocom en 1999.
Para poner esto en contexto, supongamos que, hipotéticamente, las FAMAG cayeran un 10%. Eso significaría que las 455 acciones restantes en el S&P 500 tendrían que aumentar al menos un 2,5% sólo para que el nivel de todo el índice se mantenga igual. Así de importantes se han vuelto las acciones tecnológicas de las grandes compañías del sector. Teniendo este contexto en cuenta, un mercado tan dependiente debería ser motivo de preocupación. De hecho, los inversores creen estas compañías son imparables. Pero, ¿qué ocurrirá cuando dejen de funcionar tan bien? Quizá, las ganancias excesivas lleven a pérdidas excesivas.
La disminución en ingresos por publicidad y la interrupción de la cadena de suministro son hechos negativos a corto plazo para las FAMAG, pero también se enfrentan a una serie de presiones que podrían tener un impacto disruptivo a largo plazo en sus modelos de negocio. La preocupación regulatoria sobre su creciente poder está en el epicentro. En los últimos 18 meses, las FAMAG ya han enfrentado un aluvión de críticas por su comportamiento anticompetitivo. Cuanto más grande sea el sector, es más probable que sea más estrictamente regulado. La historia está repleta de estos ejemplos. En algún momento, esto podría tener serias implicaciones para sus perspectivas de crecimiento.
Dado que varios gobiernos recurren a las empresas de tecnología para que ayuden a gestionar el brote del virus, una posibilidad es que las principales plataformas digitales se regulen como los servicios públicos, dado su creciente tamaño e influencia. En el pasado, los gobiernos no dudaron en regular los servicios que se consideraban bienes públicos esenciales, como los ferrocarriles y los proveedores de energía. Podrían imponerse nuevas reglamentaciones que limiten la forma en que esas empresas monetizan los datos y los mercados en los que pueden participar.
Los organismos reguladores estadounidenses ya han señalado que les gustaría ampliar su escrutinio antimonopolio de las FAMAG y ya están en marcha muchas investigaciones sobre el comportamiento anticompetitivo. Aunque es poco probable a corto plazo, un mayor escrutinio podría frenar la futura expansión de las fusiones y adquisiciones, que ha sido un ingrediente importante para su éxito.
A pesar de la conmoción que la pandemia ha causado en el mundo de los negocios, las acciones de FAMAG han surgido como ganadoras en este contexto. Sus sólidos balances, combinados con el aumento de la demanda de sus servicios, se ha reflejado claramente en el precio de sus acciones. Los cambios en el estilo de vida podrían mantenerse después de la crisis, mientras que los negocios en crisis podrían abrir oportunidades de expansión. Si eso sucede, las FAMAG podrían resurgir con más fuerza que antes. Esto, sin embargo, no significa que los reguladores vayan a mirar hacia otro lado. En todo caso, aumenta la probabilidad de que se tomen medidas en algún momento para reducir su control del mercado.
También está el precario historial de las empresas dominantes que mantienen su posición de liderazgo con el paso del tiempo. Según el Instituto Global McKinsey, casi el 50% de todos los líderes del mercado dejan de estar entre el 10% más fuerte de su sector durante el ciclo de actividad. Las empresas dominantes de hoy podrían ser las Nokia o Blackberry de mañana. Dadas sus altas ponderaciones de referencia, podría arrastrar a todo el mercado si la confianza en ellas se derrumba por cualquier razón. Cuanto más se acerquen las ponderaciones de una cartera al índice de referencia, mayor será el riesgo. Las estrategias pasivas son las más expuestas. Como mínimo, los inversores deberían ser conscientes del riesgo que corren en una cartera, de si se sienten cómodos corriendo esos riesgos e, idealmente, de si se les está recompensando por asumir esos riesgos.
Sean Markowicz es estratega de Análisis de Schroders