La cancelación de las Fallas acarrea dificultades para los próximos años
VALÈNCIA. El caos reina en los talleres de los artistas falleros, que hacen auténticos malabares para poder seguir trabajando. Lo hacen con cuidado porque en sus instalaciones almacenan los ninots que se tendrían que haber quemado el 14 de marzo de 2020. No fue así, y hoy esos monumentos se han convertido en un problema, tanto para las comisiones, como para las administraciones y los artistas. Muchas de las fallas están almacenadas en Feria Valencia y en La Marina de València, pero la gran mayoría se encuentran en los talleres de los artistas o en naves cercanas. "En el taller tenemos dos fallas terminadas de València, una Primera A y una Tercera B", comenta el artista Pau Soler mientras examina las piezas que está elaborando para un encargo de 2022.
No oculta que almacenar las piezas en su almacén de Ròtova “supone un gasto” y le ocupa un espacio esencial para poder trabajar, pues 250 metros cuadrados están ocupados por las fallas de 2020. Sin embargo, prefiere tenerlas en su almacén “a buen recaudo” que en otro lugar. De hecho, Soler tiene otra falla en Feria Valencia (Santa María Micaela), que fue trasladada allí porque tuvo que desmontarse el día que finalmente se tomó la decisión de cancelar las Fallas de 2020. Otra, de Gandia, es custodiada por la comisión. “Me gustaría que se guardaran en un lugar seguro para que todos podamos disfrutar de la fiesta y que se plantaran los monumentos, porque de lo contrario el sector lo va a pasar realmente muy mal”, comenta.
En la misma tesitura se encuentra Gonzalo Rojas, pero con la particularidad que él se ha especializado en las fallas infantiles, por lo que el volumen que ocupan es menor. Concretamente, un quinto de su nave está ocupado por esas fallas que se tendrían que haber quemado el 19 de marzo. “De los cinco monumentos que realicé para 2020 en mi nave de Real de Gandia solo tengo dos, que son los de València”, describe el artista uruguayo, resaltando que tomó esa decisión por la incertidumbre que se generó en torno a las condiciones de almacenaje. “Preferí tenerlas en mi almacén a llevarlas a cualquier otro sitio para evitar que sufrieran desperfectos que más tarde tendría que solucionar”, concreta. Eso sí, no oculta que “preferiría no tenerlas”.
En cuanto a la posibilidad de que los monumentos pudieran situarse en el puerto, Soler declina esa opción porque las condiciones no serán tan favorables. “La humedad a orillas del mar es mayor, lo que hará que el hierro se oxide. Además, las piezas se elaboran con material perecedero que no sé si podría soportar los cambios de temperatura que se dan junto al mar y que podrían causar desperfectos”. Llegado el caso, explica, intentaría hablar con la comisión fallera en cuestión para intentar almacenarla en otro lugar o firmar una cláusula en la que se indicara que ante cualquier desperfecto deberían hacerse cargo. “Nuestro trabajo está bien hecho pero si se traslada a un lugar en el que las piezas sufren desperfectos por el traslado o el inadecuado almacenaje, alguien debe hacerse cargo”, sentencia.
Precisamente, las condiciones en las que lleguen los monumentos a la plantà preocupa a ambos artistas porque “nunca hemos tenido tanto tiempo las piezas guardadas y no sabemos cómo estarán". Soler quiere realizar la plantà con garantías y que los monumentos luzcan como si salieran del taller ese mismo año. Por su parte, Gonzalo Rojas apunta otro inconveniente: “los monumentos hacen una sátira de ese año y se pueda dar la tesitura de que las críticas estén obsoletas”. De hecho, esa problemática ocurre en el diseño que ha realizado para la falla grande de Sueca-Literato Azorín, ya que este monumento hace una crítica de la metrópolis y la situación política de ese momento. “El contexto de 2021 será muy diferente y no haremos sátira de lo que ocurre en ese momento o de lo que ha ocurrido durante la crisis sanitaria”, indica.
Un aspecto que podría llevar a las comisiones a decidir hacer alguna modificación. Ante esto, ambos vuelven a preguntarse lo mismo: “¿Quién lo costeará?” La respuesta puede estar en el plan de ayudas económicas promovidas desde el Ayuntamiento de València. Según explican, para recibir dichas ayudas, las comisiones se deben comprometer a invertir como mínimo un 75% del mismo presupuesto de 2020 en los años 2021 y 2022. La duda es si las comisiones decidirán ampliar alguna escena o mejorar algún posible desperfecto de las fallas de 2020, o preferirán destinar la mayor parte de esa cuantía económica a la falla nueva de 2022. “Yo creo que las comisiones van a preferir hacer una falla más monumental en 2022, pero dependerá de la realidad de cada una”.
Por el contrario, critican que esa situación se complica en el resto de localidades porque no hay subvenciones tan atractivas para las comisiones falleras. “En estas localidades las comisiones son más reacias a trabajar de cara al 2022, así que está más paralizado”, comentan. Gonzalo Rojas remarca que los pueblos "deben hacer un esfuerzo porque las comisiones falleras, por la falta de dinero, no han podido pagar a los artistas y van a tener muy poco presupuesto para trabajar en 2022”.
Dentro del adverso contexto que está viviendo, Soler se siente un afortunado porque las comisiones de las fallas para las que ha trabajado le han abonado toda la cantidad y, además, el alquiler de la nave no lo pagará hasta enero. “En estos momentos tan complicados cada ayuda cuenta y se agradece porque tenemos un 70% menos de ingresos con respecto al año anterior”, comenta. De hecho, el joven artista confiesa que la compra de material es más ajustada e incluso algunas cosas las hacen ellos mismos para no desembocar tanto: “Estamos bajo mínimos y si el año pasado gastamos 6.000 euros en madera para los monumentos, este año no nos hemos gastado nada”.
Gonzalo tiene una situación similar. “Estoy perdiendo en torno a un 80% o un 90% de los ingresos que tendría por estas fechas pero tengo la suerte de que el casero no me cobra el alquiler hasta enero”, detalla. Una coyuntura que también le ha llevado a hacer un parón laboral: “Estoy en un momento complicado a nivel personal y todo esto ha hecho que decida tomarme un año sabático”. Como Soler, Gonzalo ha percibido el dinero de las fallas realizadas, pero señala que no todos han corrido con la misma suerte porque, o no han cobrado todo el dinero, o siguen pagando el alquiler aún guardando las fallas de las comisiones que no han podido hacerse cargo. Incluso comenta el caso de un compañero que debe volver a construir la falla porque fue quemada aquellos días.
A pesar de estar en un momento sabático, Rojas ha recibido llamadas de comisiones falleras para realizar el monumento para el 2022. “Esto ha hecho mucho daño al sector y, si sobrevivo a la crisis económica, para 2022 y 2023 tendré más trabajo porque habrá menos competencia y las comisiones falleras tendrán más problemas para encontrar artistas falleros”, sentencia.
Ambos se sienten afortunados, pero apenados de la situación que vive el sector y desean que las Fallas de 2021 se puedan celebrar con total normalidad y con los monumentos en condiciones. “Todos nos merecemos celebrar unas Fallas en condiciones y tenemos que poner de nuestra parte para que así sea”.