VALÈNCIA (EP). Un estudio de la investigadora de la Universitat Politècnica de València (UPV), perteneciente al Departamento de Lingüística Aplicada, Carmen Pérez Sabater, analiza el uso de los emojis en las conversaciones de Whatsapp. Entre sus conclusiones, destaca que los menores de 30 años utilizan muchos gifs y stickers personalizados y no tantos emojis convencionales mientras que, en los usuarios mayores de 50 años, sus conversaciones "son una fiesta de emojis constante".
Según ha informado la institución académica en un comunicado, el primer emoji fue creado en 1999 por el japonés Shigetaka Kurita, si bien no fue hasta 2010 cuando empezaron a utilizarse de forma masiva con las diferentes aplicaciones de mensajería instantánea. Hoy en día, 23 años después, existen ya más de 3.000 emojis diferentes, que no siempre se utilizan de la misma forma. En su uso e interpretación influyen diferentes factores, desde los culturales, hasta la relación entre los interlocutores, la tipología de conversación o si quien escribe es un hombre o una mujer.
Carmen Pérez Sabater ha desarrollado un estudio en el que ha analizado el uso actual en las conversaciones de WhatsApp de estos elementos gráficos, describiendo las principales diferencias existentes y las tendencias del futuro.
"La gente joven, de menos de 30 años, usa muchos gifs y stickers personalizados, no tantos emojis convencionales que, como dicen, no son los suficientemente expresivos para ellos. En aplicaciones como TikTok o Instagram sí que los emplean para las descripciones, pero en sus grupos de WhatsApp los suelen evitar. No sucede así con los usuarios mayores de 50 años, cuyas conversaciones 'son una fiesta de emojis constante'", ha detallado Carmen Pérez.
Por género, el trabajo de esta investigadora valenciana saca a relucir que, en las conversaciones de grupo, el comportamiento de los hombres varía en función de si el grupo es mixto o no. "Si no lo es, no usan tantos emojis como las mujeres, cuyo comportamiento no varía independientemente de por quién esté formado el grupo. Y si lo es -mixto-, los hombres se suelen acomodar al tono general del grupo y a lo que hacen las mujeres", ha explicado la investigadora.
En su análisis, destaca también que la interpretación de los emoji depende del contexto y la cultura. "Estos elementos no son universales, varían según la aplicación que se use y el país donde vivamos", incide Carmen Pérez. Otra de las conclusiones del estudio es que se advierte una tendencia a la personalización del elemento gráfico.
"Nos queremos diferenciar del resto, cada vez buscamos más ser originales en nuestras conversaciones y para ello creamos nuestros propios stickers y gifs. Sobre todo en las conversaciones grupales de jóvenes, cada comunidad tiene su propia batería de gifs y stickers a la carta, que son la seña de identidad del grupo", ha añadido.
Carmen Pérez ha estado analizando una batería de más de 90.000 mensajes. "Cuando una persona habla en un grupo y tiene que compartir una información usa texto. Los graficonos, como se llama a los emojis, stickers y gifs en lingüística, evitan el silencio grupal, refuerzan los lazos de unión con el resto, son el detonante de una risa grupal, pero nunca sustituyen por completo las palabras. Las conversaciones por Internet son mayoritariamente textuales", ha descrito.
En otro trabajo, Carmen Pérez Sabater y la estudiante de doctorado de la UPV Andrea García Montes están analizando un corpus de texto cedido por el Ministerio del Interior de agresores condenados por ciberacoso sexual a menores, con el objetivo de caracterizar el uso que hacen de los emojis los ciberacosadores en las redes.
"Nuestra hipótesis de partida era que nos íbamos a encontrar con elementos gráficos que hicieran alusión implícita al sexo, como berenjenas, cerezas y melocotones. Sin embargo, son conversaciones con una gran presencia de emojis de corazones y besos. Esto se debe a la intención del agresor de ganarse la confianza de su víctima a través del desarrollo falso de una relación de amistad/noviazgo convencional", ha afirmado García Montes.
Según señala, si usara de primeras los elementos gráficos que hacen referencia al sexo, "el agresor desvelaría sus intenciones reales y pondría en alerta al menor, que cortaría probablemente la conversación de inmediato".
Este estudio de los emojis en conversaciones de manipulación sexual está enmarcado dentro del proyecto stoponsexgroom (stoponsexgroom.com). El objetivo de este proyecto dirigido por Carmen Pérez Sabater es la creación de perfiles lingüísticos para el desarrollo de herramientas digitales forenses para prevención, detección y priorización en España del ciberacoso sexual a menores.
La compañía tecnológica castellonense alcanza los 16,8 millones de euros de ingreso anual recurrente, revaloriza su acción un 70% hasta los 32 millones de euros de capitalización y su área de ciberseguridad crece un 46% gracias a su avance en Latinoamérica