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Juan Noguera Merle, Marqués de Cáceres: sus veranos junto al mar, entre viñedos y en familia

El octavo Marqués de Cáceres y Grande de España, Juan Noguera Merle, representa lo mejor de la nobleza española: elegancia, sencillez y cercanía. Un empresario del mundo del vino, que combina sus viajes con una intensa vida familiar, especialmente en sus veranos en la Costa Blanca.

3/07/2022 - 

VALÈNCIA. ¿Cómo recuerdas los veranos de tu niñez?
Yo de pequeño estudiaba en los Jesuitas y luego me llevaron al Colegio de los Franciscanos de Utiel y en verano siempre pasábamos una temporada en la Masía San Antonio de Pollo en Ribarroja y luego en agosto nos íbamos a Dénia, a la finca de mi abuelo, el Huerto Merle. A mediados de septiembre volvíamos a Valencia para preparar el colegio.

¿Qué lugar te gustaba más para veranear, campo en interior o campo en la costa?
Sinceramente, los dos. Porque en la masía nos bañábamos en la balsa con el agua fría sacada del pozo y daba un gusto tremendo, al lado de la higuera, era unos baños impresionantes y después en Dénia, íbamos con la jardinera toda la familia a la playa por la mañana y por la tarde hacíamos otros planes.

Esas rutinas de los veranos de infancia que parece que se nos quedan grabadas a fuego. 
Así es, íbamos en aquellas bicicletas antiguas con las que ya entonces pagábamos una chapa para poder circular, y por la tarde siempre nos juntábamos en casas de amigos a merendar, recuerdo algunas de las familias de mis amigos: Hedilla, Rojas, Girona, Oliver, Villalba, Antolí Candela, Doménech, Reyna, etc.

Juan Noguera (izq.) de niño junto a su hermano y su madre Carmen Merle Lassala
Me imagino que en la etapa adolescente todo se vive de manera intensa y especial.
Sin duda, un momento muy especial eran las fiestas de San Mateo en la Jara, muy divertidas. Salíamos todos montados en jardineras (pequeño carro) y salíamos en una cabalgata donde luego se premiaba a la carroza mejor adornada y un año ganamos. Le poníamos parras y la verdad que quedaban preciosas. Lo pasábamos fenomenal, igual que en Semana Santa que a partir del domingo de resurrección teníamos tres días de comer la mona y empinar el cachirulo. Los amigos éramos como una gran familia.

 Y los veranos en la masía, en el interior, ¿tenían también esa intensidad?
Era un veraneo diferente, ahí en julio se celebraban las fiestas de la Venta de Pollo. Algunos vecinos sólo venían a pasar unos días y los veíamos también, como los Puigmoltó o los Sánchez de León. Estábamos en la finca y las rutinas eran más familiares, cazábamos pajaritos, nos bañábamos y también teníamos que estudiar porque siempre teníamos alguna asignatura suspendida. De hecho, recuerdo que venía un profesor de repaso y si no lo hacíamos bien, no podíamos bañarnos.

Juan Noguera (polo blanco) dando la bienvenida a la condesa de Barcelona en el Club Náutico de Jávea junto a Luis Gómez-Acebo y Juan Colomina

¿Cómo recuerdas los años de verano universitarios?
Siempre hemos ido a Dénia toda la familia, pero lógicamente empezábamos a salir más por la noche, nos dejaban volver más tarde y uno de los lugares que solíamos frecuentar era la discoteca Hacienda en la carretera del Cabo San Antonio. Era la época de los guateques, nos sabíamos de memoria las canciones de Manolo y Ramón (Dúo Dinámico), Jorge Sepúlveda, Luis Mariano o Gloria Laso.

¿Algún recuerdo de esas largas noches de verano?
Pues al acabar de cenar estábamos a la fresca y mi padre trajo un tocadiscos de Andorra, y cuando eran las once de la noche, él sintonizaba Radio París para escuchar las noticias sobre España, porque aquí la radio estaba muy controlada y a mi padre le gustaba informarse de lo que ocurría. De hecho, alguna vez en Valencia cuando se iba a la luz, mi padre sacaba un transistor con pilas a la plaza del Correo Viejo, donde vivíamos para que los vecinos pudieran enterarse de todo.

 Y una cosa muy típica de verano es hacer la siesta casi como algo sagrado.
En mi casa había una norma que todos debíamos cumplir de manera estricta, como tú dices, la siesta era sagrada y hasta las cinco de la tarde nadie podía salir. Mi padre lo tenía prohibido para que no interrumpiéramos ese tiempo de descanso. Y un día se me ocurrió la brillante idea de adelantar la hora del reloj, cogí la escoba y moví las manillas, llamé a mis hermanos y les dije que podíamos salir y nos fuimos. Como puedes imaginar, luego nos castigaron, especialmente a mí como ideólogo de esa travesura. 

Juan Noguera junto a Vicente Lassala (d) y Bernardo Lassala (i) en la playa del Arenal.Jávea

 De la etapa de juventud, y habiendo estado en un colegio internado, ¿guardarás buenos amigos?
Sí, ahí conocimos a mucha gente de la Valencia castellana y luego en verano nos visitábamos, recuerdo pasar temporadas en la finca de los Fernández de Córdoba, Casa Royas, cerca del pantano de Benagéber. Otro lugar que recuerdo con cariño fue una estancia que hice en Cañete (Cuenca), en casa del hijo del cartero que era compañero mío del colegio en Utiel. Pero de mis amigos de toda la vida recuerdo con especial cariño a Joaquín Puigmoltó, Juaco como le llamábamos todos, fue un gran amigo al que recuerdo con mucho cariño y también a Francisco Villalonga, Coco.

 Te casaste a una edad razonable, ¿cómo cambian los veranos?
Yo había estudiado parte de mi carrera, Derecho, en Murcia y ahí conocí a mi mujer. Cuando acabé la carrera decidimos casarnos, así los veranos eran repartidos entre la Manga del Mar Menor, Santiago de la Ribera y Dénia, es decir, con su familia y con la mía. Y yo siempre reconozco que me casé con la más guapa de Murcia, y como suelo decir ejerce mejor el marquesado que yo.

 Eres el octavo Marqués de Cáceres, que da nombre a uno de los vinos más famosos de nuestro país, ¿estás vinculado a la bodega?
Así es, mi padre era gran amigo de Enrique Forner y junto a otros valencianos como Sebastián Carpi, el conde de la Vallesa y José Simó decidieron crear una bodega en La Rioja y salió al mercado la primera cosecha en 1970. Y cuando pensaron en qué marca poner al vino, mi padre dio la autorización para que se registrase la marca con el nombre de su título, Marqués de Cáceres.

Juan Noguera en las bodas de oro de la bodega Marqués de Cáceres

Y actualmente te dedicas al mundo del vino exclusivamente?
Ahora estoy jubilado, pero colaboro en la promoción de los vinos de la bodega, visitando a algún cliente y viajando al extranjero donde el vino es muy reconocido, hoy en día lo llaman embajador de marca, aunque en la realidad la mejor embajadora de nuestros vinos es nuestra actual presidenta Cristina Forner, hija del fundador. Estoy muy orgulloso porque en la bodega acabamos de celebrar el 50º aniversario de su Fundación y con su consolidación también se sigue prestigiando el marquesado.

Matrimonio, familia, hijos y el siempre deseado (u odiado) verano.
La vida misma, fueron naciendo mis tres hijos: María, Vicente y Carmen, que han sido tan generosos que me han dado diez nietos. Con la llegada de mis hijos y la desaparición de los abuelos nos fuimos de Dénia a Jávea donde veraneamos actualmente. Cuando mis hijos eran pequeños salíamos mucho al mar en una zodiac, y siempre salíamos por la Granadella, Portichol y Cala Blanca. Pasábamos el día toda la familia con sombrilla incluida, éramos como el clásico dominguero del 600 pero en el mar.

Juan Noguera y su mujer May junto a sus diez nietos

Tres hijos, diez nietos, una gran familia, ¿cómo son los veranos ahora?
Pues sinceramente, me han rejuvenecido, he tenido que implantar un sistema casi cuartelario para que todo funcione, imagínate la logística de 15-20 personas para comer, parece un campamento, pero nos lo pasamos muy bien. Cada uno hace una cosa: baloncesto, piscina, siesta…yo me lo paso genial con ellos, sobre todo con los que van haciéndose mayores porque puedes mantener conversaciones más interesantes.

¿Cómo es un día de verano perfecto para ti?
Cuando salimos a navegar en el barco de unos amigos y nos vamos a Formentera con la única compañía del mar y el cielo. Es un momento de paz, desconexión, relax, amistad. Percibo esa sensación de los veranos de mi infancia cuando vivíamos sin tener que depender del reloj, ni de los horarios y la esclavitud a la que nos llevan las nuevas tecnologías en muchos momentos.

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