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Krokodil, la revista 'el jueves' de la Unión Soviética

Lenin consideró en 1922 que el humor era un arma fundamental para la propaganda revolucionaria en la Unión Soviética. Para ese fin, creó Krokodil, una revista satírica que se dedicaba a criticar a los capitalistas extranjeros pero también a los burócratas locales incompetentes. La publicación tuvo una tirada de millones de ejemplares, ha sido la más vendida de la historia de las revistas de humor de todo el mundo. En los años 30, su staff fue detenido por Stalin. A su director, Koltsov, lo fusilaron. Sin embargo, el proyecto continuó hasta 2008.

19/07/2021 - 

VALÈNCIA. En Rusia siempre había existido un recelo del pueblo hacia los burócratas. Dio igual que se produjera la revolución del 17 para, en teoría, cambiarlo todo, porque la figura de este estamento siguió en pie incluso con energías renovadas. De hecho, la tradición humorística y de sátira hacia los burócratas era tal que Lenin tras alcanzar el poder decidió que debía continuar. Ese fue el motivo por el que se fundó Krokodil en 1922. Unas páginas que inicialmente eran el suplemento de Rabochaia gazeta (La Gaceta de los Trabajadores). Cuando el cuadernillo se independizó se barajaron los nombres de varios animales para la cabecera y se eligió al cocodrilo. Durante un tiempo, la mascota salía fumando en pipa y se convirtió en una imagen icónica del humor soviético. Cuando Manuil G. Semyonov se convirtió en editor de la revista en 1958 y se llevó a cabo una campaña nacional contra el tabaco, el cocodrilo perdió su pipa.

En unos años de severa restricción de la libertad de expresión, la revista tuvo manga ancha para criticar a los burócratas sin iniciativa ni imaginación y a los trabajadores que se alcoholizaban y descuidaban sus obligaciones. Por supuesto, también dedicó páginas a mofarse de los países capitalistas y de los opositores potenciales, ya fuese políticos o étnicos, de la Unión Soviética. Su popularidad llegó a tal punto que Shostakovich compuso 5 Romances sobre textos de la Revista Krokodil en 1965.

Llegó a haber más de veinte publicaciones similares en toda la URSS en diferentes idiomas, pero solo Krokodil tuvo una difusión de entre dos y cinco millones de ejemplares -según diferentes fuentes-. Es la revista satírica con mayor tirada de la historia. Cada día, recibía entre 400 y 600 cartas de lectores indignados con los vicios de la burocracia del estado. Algunas de estas cartas no llevaban ni dirección, en el sobre el lector dibujaba un cocodrilo y milagrosamente en correos entendían a la primera quién era el destinatario.

A las autoridades y miembros del partido no les hacía mucha gracia la revista. Según contó el New York Times en 1964 cuando un reportero de cualquier medio soviético se dirigía a un pueblo o aldea a hacer un reportaje, había una comitiva que le recibía. Si se trataba de un colaborador de Krokodil, le cerraban con la puerta en las narices.  Según contó este reportaje, la revista, en sus campañas contra la incompetencia, llegó a ser una de las formas más eficaces de crítica dentro de los límites del sistema.

En sus inicios no era más que un panfleto, pero en 1948 el Comité Central del PCUS, después del gran papel propagandístico que había tenido durante la guerra, se decidió revivirla. Los enemigos de sus páginas serían los malversadores de la propiedad socialista, la fanfarronería, adulación o banalidad. Tras la muerte de Stalin, recibió el impulso definitivo. Contaba con un staff de 25 trabajadores divididos en secciones -economía, cultura, exteriores, cartas y arte- y llegó a tener 65 colaboradores freelance.

Como explica Alexander Kozin, de la Universidad Libre de Berlín, cuando en sus chistes se criticaba a los capitalistas, se les caricaturizaba con aspecto grotesco subidos a grandes limusinas junto a mujeres vestidas de forma pomposa y ridícula. Sin embargo, desde 1961 las tintas se cargaron contra el poder local, al menos en parte. La burocratización de toda la sociedad soviética fue intensa en los 60, años en los que también se abrieron las puertas del partido a una militancia masiva. La burla de los burócratas despiadados, tacaños y groseros se convirtieron en un tema recurrente en Krokodil. Una de las caricaturas más impactantes fue la de un funcionario con una cerradura en el pecho. El hombre, caracterizado con rasgos porcinos, decía: "La gente dice que soy no empático. ¡Por supuesto que no lo soy! Tengo todas mis empatías bajo control".

En la década de los 70, en la columna titulada Sonrisas de otras latitudes aparecían chistes escritos. Llegó un momento en la URSS en que los chistes (anekdots) tenían más circulación que la anodina información nacional, pero lógicamente no tenían difusión escrita. En esta sección, Krokodil hacía chistes de extranjeros. Los nombres de los personajes eran de otros países, a veces se veía que eran de fuera por la moneda de la que hablaban o el tratamiento que se les daba -Herr, Sir...-, muchas veces se referían a ciudadanos de otros países del campo socialista, pero la cuestión fue que de esta manera lograban eludir la censura y los lectores, con un razonamiento rápido, podían interpretar la realidad de su país en el chiste.

Vadim V. Dementyev ha reunido varios en el Russian Journal of Communication. Por ejemplo:

Dos policías están en el coche patrulla y dice uno: "Hey, Joe, el sargento dice que revisemos el intermitente, sal a ver si funciona". Sale Joe y dice: "Funciona, oh, no funciona, funciona de nuevo, oh, ahora no funciona..."

Los relativos al trabajo eran difíciles de separar de la esfera soviética:

En la obra, el jefe le carga la carretilla a un nuevo trabajador con unos pesados tubos de plomo. El trabajador se frota la nuca y dice: "Quizá, señor, también debería atarme un par de bloques de hormigón a los brazos" -¿Por qué?, contesta el jefe: "Para evitar que me escape".

Los borrachos, por supuesto, aparecían por todas partes:

Un borracho vuelve a su casa y se encuentra con un astrónomo aficionado inspeccionando el firmamento con un telescopio montado en un trípode. El borracho también quiere ver el cielo, así que se coloca en la mira, justo en ese momento ve una estrella fugaz y le dice al astrónomo: "Es fantástico, probablemente seas en el mejor francotirador de la ciudad".

En algunas ocasiones, la cultura popular anglosajona se filtraba en este humor.

Un tipo llega a un bar que se encuentra encima de una torre. Entra y ve que dentro no hay más que un muchacho, todo vestido de negro, sentado en una mesa y bebiendo vaso tras vaso de vodka sin nada que comer. El hombre se le acerca y le pregunta: "Chaval ¿por qué bebes vodka sin parar y no comes nada?. Este le responde: "Bueno, quiero suicidarme, me tiro por la torre, pero no lo consigo". El tipo no se lo cree. Entonces el chico coge un vaso, bebe y salta. A los  minutos vuelve y dice: "¿Ve? Inténtelo, le va a pasar lo mismo". El hombre coge, bebe su vaso, salta, y muere. Entonces el camarero del local le dice al chaval de negro: "Qué perra eres, Batman, cuando te emborrachas".

John Etty, en su libro Graphic Satire in the Soviet Union: Krokodil’s Political Cartoons explica que el mayor mérito de esta publicación estuvo en contrastar la ideología oficial con la vida cotidiana de los soviéticos. El enfoque, lo que la acomodaba al sistema, era que su humor trataba de remediar o construir y no de destruir. Temas como las diferencias generacionales tuvieron gran importancia, exactamente igual que en el mundo capitalista que abordaba las transformaciones sociales de los años 60.

Antes, los colaboradores de Krokodil habían vivido como cualquier otro ciudadano de su país los mismos padecimientos. En los años 30, su director, Mijaíl Efimovich Koltsov, que había sido considerado el hombre de Stalin en Madrid durante la Guerra Civil española, se convirtió en el periodista más famoso de la URSS por su afilada pluma con la que criticaba y satirizaba a los burócratas en estas páginas. En 1937, justo cuando apareció su libro Diario de la guerra de España, fue denunciado, encarcelado y fusilado en 1940. Junto a él, numerosos colaboradores de la revista fueron detenidos.

Su hermano, Borís Yefímovich Yefímov "Efimov", judío natural de Kiev, fue amigo de Trotsky y luego cercano a Stalin. Dibujó las caricaturas en las que su amigo y Bujarin aparecían caracterizados como cerdos. Se dice que Stalin no acabó también con él porque sus dibujos eran vitales para el régimen. Él mismo explicó en 1999 "A veces la propaganda sugería algo correcto y justo, y otras veces sugería algo completamente absurdo, inhumano, contra la naturaleza. Pero la fuerza de la propaganda siempre venció. La gente comenzó a creer en algo". Sobre las detenciones del staff de Krokodil, recordó que los arrestos les traumatizaron a todos, pero que nada de lo que les estaba pasando difería de lo que estaba ocurriendo en el resto de la sociedad soviética.

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