escapadas hedonistas

Restaurantes de Madrid en los que tienes que reservar ya 

Antes de que sea imposible, claro.

| 28/04/2023 | 7 min, 40 seg

Ay Madrid, Madrid. Qué locura de ciudad. Qué ritmo, killing me softly. Pero hay que amarla por todo lo que nos da. Y eso que últimamente, llegar hasta ella parece una yincana. Y eso no es por otra cosa que por el cambio de todos y cada uno de los trenes que llegan desde Valéncia a la capital, al tedioso Chamartín. Horror de los horrores. Llegar allí nunca parece presagiar nada bueno y más con el caos que se arma. Retrasos y que te deja en mordor. Eso es así.

Pero bueno, son trámites que uno tiene que pasar para disfrutar de las bondades de esta ciudad frenética. No baja el ritmo, pero si bien mucho de lo que abre son fotocopias unos de otros -lo siento por el tartar de atún, el pichón y la tarta de queso-, también acoge propuestas por las que vale la pena el viaje. Incluso pasar por Chamartín. 

Son esos sitios que recién abiertos, ya están en boca de todos. Y no nos entendáis mal. No os voy a llevar al típico sitio de moda con cachondeo, que eso ya lo encontráis en las redes sociales. Sino a esos restaurantes que sí, que de verdad merecen mucho la pena. La voz ha corrido y casi casi se está poniendo imposible reservar, así que, ahora que no lo sabe todavía mucha gente, os cuento que tres sitios lo van a petar y donde merece la pena dejarse caer. De verdad. 

Osa, la nueva sensación en la ribera del Manzanares

El que no frecuenta mucho Madrid e incluso los que vivimos en ella, apenas transita ciertas zonas que por lejanía o por estar fuera de circuito. Que Madrid tiene río. Eso seguro que lo sabías. Y es cerca de este donde están pasando cosas. Que se lo digan a Madrid Río, la zona que cada día está mas revitalizada. Pero nos vamos a otra zona, una que te hará pensar que ni siquiera estás en Madrid. 

En la ribera más verde del Manzanares ha abierto un restaurante que llevaba tiempo sonando. ¿Qué está pasando en esa casita en medio de un barrio residencial? Pues que Jorge Muñoz ha abierto nuevo restaurante, Osa. Te sonará de Picones de María, restaurante en el que consiguió acumular una de las listas de espera más largas de la ciudad. Dejó aquel proyecto hace un par de años para focalizarse en esto, que es su primer proyecto propio. Por el camino se unió a la también genial cocinera Sara Peral y juntos fueron armando lo que es este pepinazo de restaurante.

En una casa sí. Con una terracita donde tomar el aperitivo del degustación, una sala con apenas seis mesas y una gran cocina vista que te recibe. Lo que pasa allí dentro son palabras mayores. Es llevar el producto a su mayor expresión, es trabajo, es incluso obsesión por el sabor, pero de la buena, claro. Osa es sofisticación, a veces francesa, a veces nipona. Son platos de un ingrediente o dos a lo sumo, que han buscado de una red de proveedores con nombres y apellidos, dejando de lado los que todos utilizan.

Querían que lo suyo fuera único. Y lo han conseguido. Con unos embutidos que curan ellos mismos y que abren boca. Con unos platos ya icono como un salmonete de Chipiona en tres texturas, que se cura con shio koji y se fríe en una delicada tempura. Con unos guisantes lágrima y jugo de sus vainas. Con pimientos chocolate. Con anguila salvaje de Portugal. Con un sando de jabalina y su chuleta. Es como para acordarte de todos y cada uno de sus platos. Van de Madrid al mundo y de vuelta a Madrid. Y sin duda, es una de las aperturas más cotizadas de la temporada. Avisados estáis. 

Ticuí, ¿el nuevo mejor mexicano de Madrid?

El siguiente fácilmente se ha podido convertir en mi mexicano favorito y sin miedo a equivocarme, en el mejor restaurante de este tipo de cocina que hay ahora mismo en la ciudad. Se llama Ticuí y es la segunda marca del exitoso Puntarena, que lleva años ya despuntando en la Casa de México. Detrás de estos conceptos está el chef Federico Rigoletti, autodidacta y entusiasta de la cocina de mar mexicana, que plasma en sus restaurantes los recuerdos de los días de infancia en las playas de Zihuatanejo.

Lo primero que te va a gustar es el sitio. Sencillo, elegante, con una impresionante cocina vista en medio de la sala y un comal donde ves in situ cómo preparan las tortillas para cada servicio. Lo segundo, su otro comedor, que te hará pensar que te has trasladado a Tulum, salvando las distancias, por supuesto. Tercero, su apuesta de coctelería, toda con recetas propias y tragos tan mágicos como el Vuelva Vuela, una versión de la Paloma con Tequila Maestro Dobel. 


Por último y no menos importante, porque se trata en efecto, de lo que te va a hacer volver, por su cocina. Apenas tienen una veintena de platos, divididos en entrantes fríos y calientes y en platos contundentes. Pero es que no necesitan más, porque solo con esos te hacen volar. No te esperes los típicos tacos y guacamole, aquí van un paso más allá y directamente a la cocina marinera como protagonista. Yo no me perdería el kampachi flambeado con salsa macha, manzana y ponzu o el ceviche de corvina, que es literalmente, de los mejores que he probado jamás. La tostada de atún es ya un clásico de los restaurantes Puntarena y aquí se replica, con puerro frito, aguacate y chipotle. 

Y ya para darle duro a la comanda, puedes pedir pescado a la talla o el camarón rosarito y terminar con los principales. El exitazo de ventas es el pork belly que hacen a modo de carnitas, con panceta a baja temperatura y muchas hierbas aromáticas para aligerar el plato. Y por supuesto, viene con tacos para armarte tú mismo la fiesta. 

La Ancha en el Club Financiero: vistazas de fin de semana

Cuando uno viene a Madrid, lo que quiere es divisarla a vista de pájaro. Pero las clásicas azoteas nos las tenemos muy vistas. Y sin desmerecer eh, pero es que acaba de abrir una que hasta hace poco, solo podían disfrutar los socios. Junto a la reforma de la icónica Torre de Colón, que ya ha perdido su antigua linterna y ahora va camino de convertirse en un rascacielos de cristal, se alza otro edificio que en parte es de viviendas, pero que en la parte superior siempre se ha divisado que había algo. 

El mítico Centro Colón posee en las alturas el Club Financiero Génova. Pero claro, era un club privado. Le dieron una vuelta de tuerca y quería que este clásico de principio de los años 70, se adaptase a los nuevos tiempos. Así que lo sometieron a una reforma de arriba a abajo, dejándolo más nuevo que nada. Sigue habiendo zonas exclusivas para socios, pero la novedad es que una de las zonas, ahora está abierta al público. 

¿Lo mejor? Que lo han cogido Azotea Grupo y el Grupo la Ancha, encabezados por Manuel Berganza y por Nino Redruello respectivamente y lo han convertido en un sitio al que todos queremos ir más pronto que tarde. Para socios está siempre abierto, para nosotros mortales, abre las cenas de lunes a viernes y los sábados y domingos en horario de comida y cena. Y siempre bajo reserva. ¿Qué te espera allí? Lo primero, vistazas 360º a la ciudad. Lo segundo, buena comida y bebida. 


La carta es amplia y dinámica, cambiando mucho para no aburrir al comensal. No faltan clásicos como croquetas de jamón o la tortilla velazqueña de La Ancha. Pero también un profundo estudio de recetarios clásicos revisitados con platos como la ensalada de San Isidro, el calamar de anzuelo a lo Sochantre o el caldo consumado, que aseguran que calentaba el alma del mismísimo Valle-Inclán. Y mucho más. Rape a la jacobina en homenaje a Sacha y producto puro y duro como anchoas de Guetaria, alcachofas y espárragos de Tudela o lomo de res nacional. 

Querrás tomar postre y más si es o bien la tarta de queso de Fismuler o un soufflé Alaska. Y terminar con un cóctel, con la carta firmada por Luca Anastasio, de Azotea Grupo, que propone tragos elaborados con la mejor materia prima. Reserva, porque te arrepentirás si no lo haces pronto. 

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