el interior de las cosas / OPINIÓN

Colapso gravitacional

7/02/2022 - 

 Desde el pasado miércoles los días han viajado extraños. Un tiempo alborotado, ausente, triste. Unos días donde las palabras y los sentimientos han vivido vertiginosamente, generando un vacío doloroso, replegando el cuerpo dentro de una concha espiral, como el caracol que se refugia y que espera la salida del sol de medianoche, esa majestuosa estrella del tipo-G que nunca se esconde. El sol se formó hace 4600 millones de años a partir del colapso gravitacional de la materia dentro de una región de una gran nube molecular, esa atracción que nos une en función de la masa y los corazones.

El pasado miércoles murió mi querida amiga y colega, la escritora Fina Cardona-Bosch, un sistema planetario propio y un astro solar que irradiaba su luz y calor sobre el pasaje de una nave que surcaba la Vía Láctea y que siempre se detenía en Casiopea, una de las constelaciones del cielo circumpolar boreal. La estrella del Norte que más brilla junto a sus cinco puntos estelares. Fina es la estrella polar que siempre buscaremos en el firmamento, en las noches transparentes, sin contaminación, que permitan otear todas las luces.

Desde el pasado miércoles los días han sido, asimismo, lentos y vagos, descaradamente tendidos al sol. Tiempo estático que devora cualquier neurona dispuesta a batallar. Una semana para abrir los ojos mojados por esas lagrimas que se expulsan sin consuelo. Y volverlos a cerrar.

Unos días en los que la realidad parece una ficción, una malvada distopía. La votación del Congreso sobre la reforma laboral ha sido un circo monumental. Un diputado del PP se equivoca cuatro veces ese día, votando de forma telemática. En todo momento, votó lo contrario dictado por la secretaría del Grupo Popular, hasta el extremo que, en uno de los casos,  las indicaciones directivas del PP en el Congreso confundieron el voto y el señor diputado, desde su casa, fue el único de la bancada de la derecha que votó correctamente lo que pretendía su partido al no ver las señales de votación. Un surrealismo insultante. No protestó por esos otros 3 errores, y, al final, reconoció también el cuarto error garrafal. 

Frente a esta patética situación, derechas, extrema derecha, nacionalismos y otras supuestas izquierdas se enredaron en sus mensajes sobre el voto negativo. Todos votaron en contra de la reforma laboral. Todos se quedaron lívidos con el resultado de la votación. Primero, por el error de lectura de la presidenta del Congreso, que dejó sin aliento a aquellos de supuestas izquierdas que habían votado en contra postureando, y que daban por sentado que la reforma laboral saldría adelante, sin saber el voto de los dos diputados tránsfugas, que ya conocían antes de votar el PP y Vox. En tan solo un instante, y tras la equivocación del voto del diputado Casero, estas mismas personas debieron pensar tierra trágame.


Un disparate que, a pesar de que el PP retirara su ofensiva por presunta irregularidad informática, sigue bien vivo en el espíritu campeón de Pablo Casado, que se mantiene en la sandeces de si pucherazo, que si golpe de estado a la democracia… En fin, momentos bochornosos para un joven de derechas que no da la talla. Lo más peligroso e intolerable es la falta de respeto y frivolidad que dedica este señor de la derecha a las instituciones públicas y al sistema democrático. Estas actitudes son realmente muy preocupantes. 

Hemos vivido una semana de esperpentos encadenados. De redes sociales encendidas, de una opinión pública envenenada y envenenando. Porque esos medios de comunicación de la derecha, populistas y destructivos, han ido sembrando rayos para que lleguen estos temporales, para que la crispación rompa los diques de esta democracia.  Para destruir todos los puentes.

Querida Fina, siempre nos quedará, para escapar, la estrella polar Casiopea, donde brilla el sol de medianoche. 

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