VALÈNCIA. No hay duda de que las energías renovables (eólica, solar, mareomotriz…) juegan un papel esencial hacia la independencia energética de los países y son una solución a la actual situación geopolítica que se está viviendo con la invasión a Ucrania. De ellas, la solar es una de las grandes bazas para lograr una economía neta de emisiones de carbono y, de hecho, es la que más está creciendo en España —según datos oficiales de la Red Eléctrica Española, ha pasado de representar el 3,55% del total de energía al 8,05%—. Sin embargo, todavía es insuficiente: se estima que el planeta necesita dedicar entre el 0,5 y el 5 por ciento de su superficie terrestre a paneles solares para descarbonizar completamente la economía en 2050. Superficie que no es siempre posible de encontrar, especialmente cuando se habla de proyectos de grandes dimensiones.
Una alternativa podría ser la instalación de paneles solares flotantes, aquellos colocados en superficies acuáticas (embalses, mar, lagos, depósitos de agua potable, presas o canales de riego…). Un sistema que precisamente nació en la Comunitat Valenciana y de la mano del ingeniero agrónomo Emilio Pons, fundador de Isigenere, quién en 2008 tuvo la idea de instalar placas solares encima de una balsa de riego. “Siempre he estado muy concienciado con el tema de la energía solar y, como por aquel entonces estábamos inmersos en proyectos de cubrición de balsas para evitar la elevada tasa de evaporación y los elevados costes de la energía eléctrica del regadío, surgió la idea de hacer algo que cubriera la balsa y al mismo tiempo sirviera de soporte de las placas de energía solar que se aprovechara para los bombeos y para el regadío”, detalla.
Los primeros proyectos fueron con pantalanes de los puertos, pero al ser estructuras grandes, tener altos costes y no ser adecuados para las balsas de riego por las características de estas optaron por buscar nuevos materiales y sistemas. “Era fundamental que el sistema permitiera seguir empleando la balsa para el regadío, que es para lo que estaba diseñada”, sostiene Emilio Pons. Y es así como él junto a su equipo logró crear la primera instalación solar flotante del mundo basada en un sistema modular (con flotadores específicamente diseñados para soportar placas solares). No solo eso, situó a España entre los primeros países en desarrollar esta tecnología (junto a Japón, Francia o Estados Unidos).
Una tecnología que ofrece una serie de beneficios, pues según un equipo de investigadores del Laboratorio Nacional de Energía Renovable (NREL) de EE. UU., ayudan a evitar la evaporación del agua y pueden contribuir a minimizar la proliferación de algas no deseadas, lo que supondría una mejora de la calidad del agua. Beneficios que el propio Pons pone de relieve recordando que “no hay estudios concluyentes sobre una afección negativa o positiva al respecto y estas afecciones siempre serán en función del porcentaje de cubrición del agua”.
Asimismo, el efecto refrigerador sobre los módulos fotovoltaicos hace que los paneles tengan una temperatura más fresca, lo que hace que su rendimiento aumente en torno a un 10% o a un 15%. De hecho, según el Banco Mundial, utilizando tan solo el 10% de los embalses artificiales, se podría generar mediante solar flotante el 6% del consumo eléctrico mundial (aproximadamente 85.000 TWh/año en 2021 ), con una techo de potencia estimado (para el 10% de ocupación de los embalses ) de 4.000 GWp.
Para Emilio Pons este sistema también mitiga —que no soluciona— la problemática de espacio terrestre pues “hay una oposición social por las grandes plantas que ocupan un territorio agrícola, a parte de los impactos visuales que conlleva la instalación de plantas solares flotantes en el agua —sean embalses de riego o grandes plantas en embalses—, puede ser una solución a este problema de ocupación del suelo y darle un segundo uso a la superficie del agua”.
Isigenere tiene proyectos que van en esta línea de aprovechamiento de residuos agroindustriales (alpechín, bodegas, balsas agroindustriales )
Asimismo, Pons apunta que sería interesante también explorar las denominadas obras lineales (carreteras, canales y líneas ferroviarias) pues “ahí caben muchísimos megavatios, especialmente en el caso de las líneas ferroviarias”. Además, insiste en los canales pues podría evitar la evaporación del agua, que es una pérdida importante, además de las fugas y otros problemas en los canales. En lo que respecta a los paneles flotantes “quedaría por explorar el sector agroindustrial, el ganadero y el vitivinícola”. De hecho, Isigenere ya tiene proyectos que van en esta línea de aprovechamiento de residuos agroindustriales (alpechín, bodegas, balsas agroindustriales ) y las zonas portuarias. “No tenemos la visión a corto y medio plazo de que el mar abierto sea donde hay que focalizar los esfuerzos. Aún tenemos mucho recorrido en “tierra firme” y no existe, a nuestro entender, la necesidad de afrontar el desafío del mar abierto con la solar flotante”, concluye Pons.
Una superficie al que el gobierno ya le ha puesto el ojo pues, aprovechando el ‘macrodecreto’ de medidas contra el impacto de la guerra, ha allanado el terreno para facilitar la instalación de plantas solares flotantes en las aguas en hasta 106 embalses y en otras infraestructuras hidráulicas estatales (como canales o plantas desaladoras) reformando la Ley de Aguas. Además, prepara un real decreto específico para regular las concesiones de explotación de las instalaciones —seguramente sea a veinticinco años—.
Para hacer posible estas nuevas instalaciones, los proyectos deberán superar unos requisitos técnicos, especialmente para evitar posibles impactos sobre la calidad de las aguas y los ecosistemas, según detalla la propuesta de real decreto presentada a información pública por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco). Un aspecto que Emilio Pons ve positivo pues esa regulación implica que hay viabilidad para llevar a acabo esos proyectos. “Hay empresas, como Acciona, que quieren apostar por la energía flotante pero está a la espera de que el marco regulatorio le ampare para implantar su proyecto”, expresa sobre esa necesidad de las empresas por tener una garantía jurídica.
Como apunta Pons, otra de las ventajas de este sistema es que contribuye a la generación distribuida; es decir, se produce energía donde se necesita (cerca de una regadío, de un campo de naranjas.)… Además, en el caso de los embalses, el punto de conexión es cercano pues casi todos los embalses de centrales hidroeléctricas tienen subestación y punto de conexión. Por lo tanto, “el coste y el impacto de la nueva adecuación es mucho menor”. En el caso de la Comunitat Valenciana, a parte de las balsas de riego, Pons especifica que la solar flotante se podría plantear en embalses como el Embalses de Bellús (92 MWp con la ocupación que indica el borrador de real decreto), el de Beniares (34 MWp), el de la Forata (10 MWp) o el del Algar (5 MWp).
Un marco que hace mirar con esperanza el futuro de la fotovoltaica en España, aunque como resalta Pons, a España le quedan meses y años para que las plantas de grades dimensiones más allá del regadío sean una realidad: “Llegaremos a esa realidad por convicción y necesidad pero aún nos quedan unos años”. Una sentencia que hace reflexionando sobre los proyectos que en la actualidad tiene Isigenere pues los de grandes dimensiones están fuera de España. Una análisis que le lleva a expresar que “quien gana con esta solución es es el regadío y la agricultura, que ya están pidiendo flotantes. La necesidad existía y la solución ya está por lo que es el sector que más ha ganado”.
En cuanto a los nuevos materiales, Isigenere ya está estudiando e implantando nuevos materiales, como la fabricación de flotadores de polietileno aditivados con corcho natural, con lo que se consigue un balance de CO2 prácticamente neutro del sistema: “un kilo de polietileno emite un kilo de Co2, un kilo de corcho fija a lo largo de su vida útil 100 kilos de Co2 por lo que por un kilo de corcho que yo aditivo en mi flotador compenso cien kilos de polietileno”. Material que ya se ha empleado en el embalse de Alqueva (Portugal). Y es precisamente en esa línea donde se centran los esfuerzos de Isigenere, que está llegando a un acuerdo con Amorim Cork Composites para realizar mejores compuestos e intentar conseguir el balance cero de su sistema flotante.