VALÈNCIA. La comarca de la Safor se suele vincular, a escala autonómica e incluso nacional, con espigadas y soleadas playas repletas de veraneantes. Esa imagen se puede captar, perfectamente, en la costa de su capital, Gandia. O en Oliva y Tavernes de la Valldigna, sus siguientes localidades en población. Incluso en el litoral de Daimús, Miramar o Piles, por ejemplo.
No obstante, contrasta con la realidad de Castellonet de la Conquesta que, con sus 150 habitantes empadronados, aparece en el último lugar en cuanto a censo de esta comarca constituida por 31 municipios que agrupa a unas 180.000 personas de manera permanente y que en verano supera el doble de esa cifra.
"El pueblo más pequeño pero con el nombre más largo de la provincia, compara que no encontrarás otro con más letras", replica con orgullo Juan Espinosa, alcalde de Castellonet, al preguntarle por el padrón. Lo hace en plenas fiestas locales en honor al Cristo del Amparo y a San Jaume que se celebran el último fin de semana de julio.
Espinosa optó al cargo ya jubilado. Nacido en la población de Alustante, en la provincia de Guadalajara, emigró a Gandia con 17 años. Allí conoció a la que después se convertiría en su esposa, oriunda de Castellonet. Desarrolló su iniciativa empresarial y su existencia en la capital de la Safor para, al convertirse ya en pensionista, "retornamos a los orígenes". Así se instalaron de forma definitiva en esta minúscula localidad de interior, cercana a la Vall d´Albaida.
De manera casi paralela, el anterior primer edil, Rafael Pablo Sjoblorn, decidió, tras 16 años en posesión de la vara de mando, no volver a optar al cargo. "No encontrábamos candidato y a mi siempre me ha gustado la actividad", relata Espinosa.
Por tanto, la solución estaba clara. El actual alcalde se presentó en 2019, sacó los cinco concejales en liza y, en 2023, revalidó su mayoría abrumadora al frente del PP. PSPV y Compromís también concurren con candidatura autóctona, pero no logran ni siquiera una mínima representación en el pleno.
El hecho de no haber nacido en Castellonet no supone inconveniente alguno para que Espinosa saque a relucir las bondades de su municipio en la conversación a la mínima que tiene ocasión. Incluso las lleva hasta su máximo exponente. "Es el pueblo más bonito de la Safor, muy tranquilo y acogedor", describe su localidad, que se acerca a la decena de calles.
Cuenta con una venta y un restaurante aunque carece de polígono industrial o de comercios. "Para comprar hay que ir a Rótova o a Gandia, que está a 11 kilómetros por la autovía", apunta.
Y si sobre la economía local poco más puede apostillar, respecto a la historia se explaya en afirmaciones. "Es muy interesante, con origen musulmán, como el arco de entrada al municipio. Se llamó Castellonet (por el castillo genuino) de Santa Fe debido a la familia que lo compró. Luego vinieron los Almunia, de ahí el palacio del mismo nombre", resume para añadir, a modo de reclamo turístico, "la ermita de Santa Ana".
No se queda en esa construcción religiosa, sino que alude también a "nuestra preciosa iglesia, en restauración desde 2017 que ha permitido sacar la piedra original". O al lavadero, "que nunca se ha quedado sin agua". Con esos hitos contrapesa el drama del incendio que devastó "el 90% de la preciosa pinada que teníamos, con sus fuentes", el pasado 2023.
Castellonet tuvo una eclosión -dentro de sus parámetros- demográfica a principios del pasado siglo, cuando llegó a los 240 habitantes. "Entonces las familias eran largas y todas las viviendas estaban ocupadas", afirma su alcalde, que, sin retrotraerse tanto en el tiempo, apela a sus propios recuerdos. "Me casé hace 52 años, que no son pocos, y por entonces también se hallaban todas las casas habitadas", señala.
La realidad actual, pese a la incorporación de una decena de moradores en los últimos años, consiste en que "la mayoría de nativos tiene el negocio, el trabajo o la familia fuera y viene a Castellonet los fines de semana o en las vacaciones de verano y puede disfrutar de la piscina".
"La gente quiere tranquilidad y salud", repite tras aludir a la ajetreada jornada que lleva. "No tenemos ni alguacil ni agentes de Policía Local. Aquí te toca ayudar en todo, desde la orquesta a la barra de los festeros", explica para narrar su día a día como alcalde en las fiestas locales del municipio menos poblado de la Safor, comarca abarrotada de veraneantes en los actuales meses estivales.