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20 años de 'parís, tombuctú'

El cine con Berlanga: una conversación entre sus colaboradores Sol Carnicero y Rafael Maluenda

Dos de las personas más cercanas durante su filmografía reivindican su figura, que sigue "muy viva"

6/06/2019 - 

VALÈNCIA. París, Tombuctú cumple 20 años. El último largometraje de Luis G. Berlanga se hace mayor y nos recuerda que su cine ha dado paso a la realidad que predijo en sus films. Desde entonces, el director -fallecido en 2010- ha tenido el mejor club de fans posible: el formado por la gente del cine que le rodeó durante su carrera cinematográfica. En los últimos años se han creado iniciativas llamadas a preservar su legado e impulsadas por sus compañeros y compañeras de rodaje. Como el Berlanga Film Museum, que reúne en una página web desde los guiones originales hasta un importante fondo fotográfico con su vida y obra. También el Centro de Altos Estudios Berlanguianos, una iniciativa de la que salió un cortometraje (el último trabajo rodado por el realizador valenciano) y un documental sobre su filmografía.

Dos de esos fans de Berlanga son Sol Carnicero y Rafael Maluenda, que participaron en diferentes rodajes desde la Transición hasta su últimos trabajos.  La primera se encargó del departamento de producción en algunas de sus películas más brillantes: La escopeta nacional (1978), Patrimonio Nacional (1981) y Nacional III (1982) y La Vaquilla (1985). El segundo colaboró en su última etapa, ejerciendo de ayudante de dirección o de cámara. Los dos de una manera especialmente estrecha con el realizador.

El pasado martes, el Aula de Cinema de la UV les reunió junto al realizador Jaime Chávarri, coetáneo de Berlanga, para hablar de la vigencia y brillantez de su cine. Horas antes, Carnicero y Maluenda atendieron las preguntas de Culturplaza. Lo que pretendía ser una entrevista se convirtió, gracias al entusiasmo de los dos, en un diálogo en el que fluyeron anécdotas, pero también profundas reflexiones sobre qué significa su cine, el por qué de su vigencia actual, y qué atención merece su memoria. De paso, la vida de Berlanga sirve para hacer una enmienda a la historia de España desde la libertad con la que decidió vivir, a pesar de todo. 

España, cada vez más ‘berlanguiana’

En la RAE, José Luis Borau llegó a plantear la inclusión en el diccionario del adjetivo berlanguiano. Solo dos realizadores españoles han conseguido ser palabra, Berlanga y Almodóvar, quedando a la altura de otros grandes nombres de la cultura hispana como Dalí, Goya o Cervantes

Jaime Chávarri, Sol Carnicero y Rafael Maluenda. Foto: LAS NAVES

¿Se hace un buen uso del término? Según Sol Carnicero y Rafael Maluenda, sí. Algo berlanguiano es una situación posible pero cuyo absurdo supera lo máximo esperado y se acaba convirtiendo entonces en comedia. “También debe tener un carácter coral”, matiza Maluenda. Por ejemplo, se dijo que la noche del cierre de RTVV, que se intentó hacer con nocturnidad y acabó convirtiéndose en 12 horas de televisión en directo en el que se relató todos los deslices del gobierno valenciano al intentar apagarla.

España cada vez es más berlanguiana, como afirman en la conversación: “esto demuestra la vigencia del cine de Berlanga, que de alguna manera recogía siempre algún conflicto de la época, pero lo elevaba hasta hacerlo profético. Así pasa con Calabuch y las pruebas nucleares, por ejemplo”. Si la Peñíscola de Calabuch era un lugar por descubrir, idílico, por proteger; en París, Tombuctú la localidad se convierte en un infierno terrenal, superficial, que despierta lujuria y fechorías.

Foto: BERLANGA FILM MUSEUM

Muchos cambios se le atribuyen al cine de Berlanga entre esos primeros films y la película de aniversario. Pero, ¿cambió su cine o cambió el cine? "Cambia el país, cambia la manera de hacer cine, cambia todo... Pero Luis demostró, tanto en el franquismo como después de este, que su cine era libre, que su única intención era coger aquello que veía y no le gustaba y hablar de ello. Por ese se le entiende en todo el mundo", cuenta Maluenda. Carnicero añade: "La conjunción de Berlanga con Rafael Azcona y Alfredo Matas era perfecta, porque un director necesita tanto una idea brillante como una productora que le deje hacer lo que quiera, y el último cine de Luis no fue así".

Caos delante de la cámara, precisión tras ella

En un momento (o varios) de cualquier film de Berlanga, llega el clímax: una escena con muchos personajes, cada uno con un conflicto y un objetivo diferente, que se mezclan y convierten una situación cotidiana en algo frágil. Todo es caótico, se entremezclan diálogos, el volumen aumenta… Todo es una representación, no un reflejo de la mente del autor. Detrás de la cámara, Luis G. Berlanga permanece atento a lo que se hace, y repasa su plan de rodaje, hecho milimétricamente.

“Berlanga era una persona muy pulcra en su cine. Todos los presupuestos, los planes de rodaje, la producción… Si en un plano había 20 movimientos de cámara, Luis los quería todos a la perfección. Cada encuadre estaba estudiado”, cuenta Sol Carnicero. Y añade: "Yo no he sido consciente de su excelencia a la hora de rodar hasta que he tenido que hacerlo con otros realizadores". 

Foto: RAFA MALUENDA

La autoría de Berlanga no respondía a ninguna tendencia fílmica europea -como podría ser previsible por la época en la que quiso hacer cine-, sino a su libertad a la hora de narrar historias que construía sin ningún miedo, no solo atreviéndose sino manipulando una cámara traviesa. "Yo no sé si fuimos unos inconscientes, pero puedo asegurar que teníamos muy claro lo que debíamos hacer y lo que no en todo momento. No acabo de comulgar con ese miedo con el que -según cuentan algunos artistas y periodistas- se vivía esa época", cree la directora de producción.

Buen ejemplo de ello es ¡Bienvenido, Mister Marshall!, encargado por la productora estatal Uninci, que exigió una película folclórica donde "el tema andaluz" se tenía que ver reflejado por contrato. Bardem, Mihura y Berlanga construyen así una historia en el que el folclore es el objeto principal porque se convierte en una parodia, y los momentos musicales sirven para descubrir algunos personajes en vez de ensalzar a Lolita Sevilla. Cuando Franco vio la burla que hacía sobre los estadounidenses y la situación del país entonces, cuentan una anécdota que simplemente dijo: "Estos españoles se ríen de todo". 

El Berlanga Film Museum y la manera de mantener su obra

El tiempo pasa para todo, y los signos de nuestro tiempo será aquello con lo que la sociedad futura nos entenderá. El cine de Berlanga es el mejor retrato de la España del franquismo, y de la Transición en la que cambiaron algunas cosas tanto y otras tan poco. “El cine tiene que ser una disciplina que se sume al currículo escolar, como ocurre con la literatura. Los autores del siglo XX son los cineastas, y el alumnado actual está acostumbrado a lo audiovisual”, replica Carnicero.

Foto: LAS NAVES

El proyecto que está más explícitamente enfocado a proteger la vida y obra del realizador valenciano es el Berlanga Film Museum, que se creó con el apoyo de la Generalitat Valenciana en 2012. Le ha servido, entre otros proyectos, a la distribuidora Criterion para diseñar su cuidada edición de la filmografía más destacada del valenciano para el mercado norteamericano; pero prácticamente desde su lanzamiento, no se ha actualizado su contenido. “El museo tiene que ser un espacio vivo, y más cuando la obra de Berlanga está viva”, asevera Maluenda, que fue uno de los ideólogos y director del museo online. Actualmente, no hay nadie cubriendo ese puesto, así que la web ha quedado en estado vegativo, quedando desfasada poco a poco.

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