VALÈNCIA. En los últimos 5 años, el sector financiero se ha sometido a cambios radicales que entre otros provienen del empuje hacia una mayor digitalización. Lo ha hecho aprovechando las nuevas tecnologías, que facilitan soluciones que cumplen con las expectativas cada vez más exigentes y cambiantes de los clientes inversores. Un buen ejemplo que ilustra estos cambios es la irrupción de los activos financieros digitales, a día de hoy principalmente criptomonedas. Como la evolución y rentabilidad de los activos tradicionales (renta variable y renta fija) ha sido muy irregular en los últimos años, muchos inversores han comenzado a poner su mirada en nuevos activos alternativos para obtener rentabilidades satisfactorias.
Las clases de activos digitales llevan años penetrando el mercado, con unos reguladores financieros escépticos hacia ellos por falta de transparencia y un sistema de control armonizado. Pero según un reciente estudio de State Street Bank, el inversor que se aventuró a probar suerte en aquel mundo parece no haberse arrepentido. En el informe indican que solo un 6% de los inversores americanos encuestados no tenían activos digitales en sus carteras ni tenían tampoco pensado incluirlos. Es más, hasta un 69% de inversores institucionales indicaban que su intención era incrementar esta clase de activo dentro de su distribución de activos durante los próximos años. Todo ello es claro fruto del debate que se ha ido generando alrededor de la digitalización de activos financieros durante los últimos dos años.
En varias ocasiones en el pasado, entidades financieras y operadores de infraestructura financiera mostraron fundado optimismo de cara a la utilización de ‘tokens’ (proceso de sustitución de un elemento de datos sensibles a uno de datos no sensibles en lo que aplica la seguridad de datos) para una futura digitalización de activos convencionales en el mercado de capitales. En los tiempos actuales en cambio, los expertos ven más probable utilizar ‘tokens’ para los mercados de capital menos líquidos, como por ejemplo el inmobiliario industrial o el mercado de capital privado (private equity). Consideran que para las bolsas tradicionales existe menos necesidad al tratarse de mercados con alto grado en eficiencia por lo que tendría mucho menos impacto.
No sucede así en el caso de los mercados con activos de menor liquidez. En estos, con la ‘tokenización’ se consigue que un mayor número de inversores -también inversores particulares– puedan obtener participaciones negociables de activos a los que hasta ahora no tenían mucho acceso. En este sentido, podríamos ver a la 'tokenización' como una especie de 'democratización' de inversiones, dado que contribuye a proveer con mayor liquidez a mercados hoy poco líquidos y mejora la transparencia y eficiencia en este tipo de operaciones.
Con todo lo que se está ‘cociendo’ en este ámbito, el mayor reto lo tiene el sector financiero tradicional: debe adaptar su infraestructura y trabajar para armonizarla a una regulación ‘en movimiento’ que debe culminar con un proceso de digitalización que parece ya inevitable debido a la creciente demanda de los inversores. Para no quedarse atrás frente a las empresas de tecnología financiera (fintech), los grandes actores tradicionales que intermedian en el sector financiero buscan ahora a contracorriente mejorar su tecnología y plataformas para adecuarlas al cambio que se avecina. No solo las entidades financieras están exigidas sino también las plazas financieras con sus bolsas, los operadores de custodia de valores y los depositarios para ver de qué manera se podrán custodiar respectivo depositar a estos nuevos activos digitalizados.
A nivel internacional, el sector financiero por tanto hace fuerza y ha creado gremios y equipos de trabajo, con la intención de conseguir unos estándares en el complejo proceso de trasformación digital de activos. En estos gremios se incluye a un elevado número de empresas tecnológicas de renombre para que contribuyan a una solución apropiada. Una vez encontrado una solución viable y eficaz quedara por resolver una mayor regulación de dichos activos, pero es cuestión de tiempo hasta que las grandes entidades financieras den su visto bueno a la digitalización de ciertos activos; y este será el momento clave en el que grandes inversores institucionales decidirán apostar con mayor peso en los activos financieros digitalizados.
Christian Dürr es socio-director de ETICA Patrimonios EAF