VALÈNCIA. ¿Cómo recuerdas los veranos de tu infancia?
Los recuerdo siempre al lado del mar, con mi madre fundamentalmente porque mi padre trabajaba casi todo el verano, él tenía una empresa de depuración de piscinas y en verano tenía mucho trabajo. Veraneábamos en el Faro de Cullera y siempre me iba quince días con mi abuela paterna a Figueres, ella trabajaba en el Hotel Ampurdà donde me lo pasaba bomba, conocía todas las tripas del hotel. Recuerdo que iba por todo el hotel, igual me dormía la siesta en la lavandería o me subía en los carros que recogen la ropa sucia y jugaba como si fuera un barco. Y también recuerdo las fiestas del pueblo de mi madre en agosto, Villanueva de la Jara en Cuenca. Pero sobre todo mi recuerdo de los veranos de niña es en Cullera.
Háblame un poco de cómo recuerdas esa Cullera, imagino que distinta a la actual.
Nosotros estábamos en el Faro y había muy poca construcción, a diferencia de otras zonas como San Antonio, a mí siempre me apetecía estar en esos chalets. Nuestra casa tenía una vista magnífica, pero había que bajar muchas escaleras para llegar a la playa. Eran veranos en pandilla, íbamos todos los amigos de la urbanización y nos lo pasábamos genial, la verdad sea dicha éramos un poco gamberros, yo de hecho era muy peleona y me enfrentaba a los chicos y todo.
Cullera es un clásico destino de vacaciones, me viene a la mente Aquasol, ¿lo frecuentabas?
Bueno, era la fiesta principal del verano, el gran premio era pasar el día allí. Íbamos tres o cuatro veces cada verano, tanta ha sido mi vinculación que con los años acabé trabajando allí, en mi etapa universitaria para obtener unos ingresos.
La adolescencia en un lugar de playa y tan concurrido como Cullera, sería realmente intensa.
Aunque parezca increíble la intensidad de la adolescencia la viví más en el pueblo de la familia de mi madre, Villanueva de la Jara, donde mis padres compraron una casa y empezamos a ir en el mes de agosto. Aquí debo confesarte que en Cullera al vivir en el Faro no tenía tanta libertad de movimiento en cambio en el pueblo era total, dice el refrán “ancha es Castilla” y nunca mejor dicho. Allí desde por la mañana hasta por la noche, nos movíamos con total libertad, ahí empecé a trasnochar. Otra cosa muy divertida es que había gente de toda España, tenía amigas de Sevilla y de Madrid y yo era la valenciana, formamos un grupo muy original y nos uníamos a las chicas de allí.
Llega la etapa universitaria y mucha gente prefiere viajar con amigos o trabajar en verano. ¿Qué hiciste tú?
La segunda opción, siguiendo lo que habían hecho mis hermanos, ellos siempre trabajaban en verano con mi padre y yo empecé a trabajar en Aquopolis, el nuevo nombre del histórico Aquasol. Aquello era un trabajo para disfrutar a tope, todos los compañeros éramos de la misma edad y cada día al acabar la jornada salíamos juntos de fiesta y la mañana siguiente era un drama, pero nada que unas gafas de sol no pudieran disimular. Aún recuerdo la felicidad que suponía el día que llovía y no había que trabajar o era mucho más light.
Empiezas tu carrera política muy joven, ¿cambian mucho tus veranos?
Empecé en 2004 a colaborar con el PSOE, justo acababa de ser la campaña de Carmen Alborch como candidata por Valencia a las generales, fue muy intenso y guardo un grandísimo recuerdo de ella, tenía una capacidad para cansarnos a todo el equipo. Y ese verano fue de desconexión total, me fui a los Pirineos, a Andorra y la sensación de tener quince días de vacaciones total, me fui con mi novio.
Te casas relativamente joven con tu novio de siempre, ¿cambian tus veranos?
El primer verano nos fuimos una semana al norte, País Vasco, Cantabria, Galicia y al final se convirtió en tres semanas. Entre los paisajes y la comida, recuerdo que no comía mucha carne y allí probé un chuletón que era mel y nos gustó tanto todo que nos quedamos por allí recorriendo todo el norte durante varios días, buscábamos casas rurales y poco a poco logramos encontrar sitios. Visitamos la bodega de Viña Pedrosa y nos quedamos cuatro días visitando bodegas en la Ribera del Duero, unos días de ensueño que espero poder repetir.
Ya con tu familia y tu trabajo estables ¿sigues yendo a Cullera?
Al principio sí, pero años más tarde conocimos Xeraco por motivos familiares y me enamoré de ese sitio. Para mi es un paraíso total, cuando llego allí hay días que no piso el asfalto, porque no hay paseo marítimo, es ir de la urbanización a la playa y los chiringuitos están dentro de la playa y además organizan muchas actividades, para niños por la tarde y para adultos de noche. Muchos días comemos y cenamos en el chiringuito porque dejan que pidas comida de otros restaurantes y ellos sirven la bebida.
¿Cuál es tu rutina un día de verano?
Me levanto muy temprano y me voy a correr por el río Vaca que pasa por Xeraco, después me doy un baño a las 8h en el mar que está como un plato, es una playa brutal, un agua limpia y fresca y la tranquilidad total. Luego llego a casa, se despiertan mis hijos, desayuno y leo en la terraza y luego toda la familia nos bajamos a la playa. Ahí tengo mi sitio fijo en el chiringuito, es mi lugar de disfrute total, con tumbonas y sombrilla, nuestro aperitivo, algún bañito y por supuesto la siesta es de obligado cumplimiento. Por la tarde solemos dar paseos por la playa y por la noche con amigos.
¿Cómo se presenta este verano post Covid más o menos?
Es un verano complicado, tendré días sueltos porque mi compañera Sandra Gómez está de baja por maternidad y además este verano tendré que estar como alcaldesa accidental algunos días sustituyendo a Ribó. De todos modos. Necesito porque ha sido un año muy duro y quiero escaparme tres días para celebrar mi aniversario de boda en Formentera.