VALÈNCIA. Fue en el año 2013 cuando Simone Pilon comenzó a dar sus primeros pasos en la universidad privada Berklee College of Music. Lo hizo como directora del departamento de humanidades de Berklee en Boston, en el año 2013, donde pudo trabajar tanto con alumnos de la escuela como del conservatorio. Siete años más tarde, en el 2020, se incorporó al equipo de Berklee Valencia como decana de asuntos académicos, donde lideró la gestión y desarrollo de los programas de posgrado. Este trabajo le ayudó, a lo largo de cuatro años, a “conocer la escuela desde dentro” y a prepararse para el puesto que desempeña desde hace unos meses: directora ejecutiva de Berklee Valencia.
Este puesto viene “con apellidos”, con la dirección ejecutiva también se convierte en la responsable de la visión y la dirección estratégica del campus de València, el único de Berklee fuera de Estados Unidos. Tras su nombramiento, también ha quedado a cargo de las operaciones diarias de todas las áreas del campus, como la consecución del proyecto de ampliación del campus prevista para inicios del 2025 y que ampliará su extensión en aproximadamente 900 m². Una obra que se está intentando avanzar más este mismo verano “porque es cuando hay menos estudiantes” y que hace que se reúna entre cajas con Culturplaza para conversar sobre su ascenso dentro de Berklee y los proyectos de futuro para la escuela en València.
-¿Para cuándo estará lista la reforma?
-Es la gran pregunta, queremos poder empezar el curso que viene con más espacio para el personal, salas de reuniones y aulas específicas para grandes instrumentos como los pianos, y una nueva biblioteca. Se prevé que el proyecto final esté terminado a principios del 2025.
-Este es uno de los campus internacionales de Berklee, ¿qué rol juega el de València en el proyecto internacional de Berklee?
-El campus de València es único porque imparte cuatro programas de máster: de interpretación, de producción musical, tecnología e innovación, de composición para cine, televisión y videojuegos y también uno de gestión empresarial de la industria de la música y del entretenimiento. Son especialidades que diferencian a València del resto de centros de Berklee. Uno de nuestros principales proyectos es ver cómo podemos desarrollar y expandir estos programas para generar un tejido entre las diferentes escuelas.
-Es difícil hablar de los sectores culturales y sus condiciones sin hablar de la relación con las administraciones públicas, ¿es España o la Comunitat Valenciana un lugar donde se cuida a los músicos?
-No puedo hablar por los músicos, pero en Berklee Valencia tenemos muy buenas relaciones con las instituciones y con el gobierno autonómico. Hay un apoyo y un interés clave por el desarrollo de la música y es algo que se siente dentro de nuestra comunidad.
-Operan a pocos metros de Les Arts y en un río que vio hace unos meses reabrir el Palau de la Música, ¿qué relación tiene Berklee con los espacios musicales valencianos?
-La ubicación geográfica es perfecta y tenemos muy buena relación con nuestros “vecinos”, además vamos ampliando nuestra presencia en estos espacios. Cuando empezamos a trabajar con Les Arts teníamos tres conciertos diferentes al año, cada uno con una única representación. Ahora, hemos ampliado a dos sesiones por concierto y podríamos llegar a tener hasta una tercera. Con el Palau de la Música nos vamos a reunir en las próximas semanas para valorar la relación.
-¿Estáis trabajando en algún nuevo proyecto actualmente?
-Estamos trabajando en la primera edición de la “Fira de Berklee” que tendrá lugar el próximo 6 de julio con actividades a lo largo de todo el día. Tendremos unos conciertos gratuitos en la sala Martín i Soler y se presentarán composiciones de bandas sonoras de alumnos en en el Hemisfèric. Para cerrar haremos una DJ dance party con los alumnos disc jockeys de la escuela.
-¿Cómo contribuye Berklee al tejido musical valenciano?
-Trabajamos con el Institut Valencià de Cultura en un programa de arreglos y dirección de bandas sinfónicas para alumnos de las Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana. También colaboramos con festivales como Ruge Rosario -desde hace 3 años- y el festival de música Fronteras -desde hace 2- y estamos muy interesados en ir ampliando nuestra presencia en València, es uno de nuestros principales objetivos.
-Hablamos mucho de Berklee València desde el punto de vista de cómo atrae talento y grandes figuras de la música, desde la gestión a la creación, pero, ¿también hay un camino a la inversa? ¿En qué medida el talento valenciano viaja gracias a Berklee?
-Todos nuestros alumnos tienen oportunidades internacionales. Durante el curso pueden asistir a un encuentro de música, arte y tecnología en Portugal o a un congreso en Barcelona de composición de cine, arte y música. Hace poco los alumnos de composición fueron a Londres para grabar sus proyectos finales en Air Studios y otros estuvieron en Holanda para participar en un proyecto con la Metropole Orkest, para comprender cómo funciona desde dentro. Además, todos los alumnos forman parte de la red de exalumnos de Berklee donde pueden acceder a diferentes opciones de empleos, becas y prácticas internacionales.
-¿Cuál es la mayor diferencia educativa en el campus de València?
-Partimos de la base de que en Boston la mayoría de alumnos son de grado y aquí la mitad de alumnos son de máster. Por otro lado, aquí contamos con clases de “conjuntos musicales” y grupos para tocar flamenco o música de la región, donde contamos con profesores como Perico Sambeat y Sergio Martínez- exalumno de Berklee en Boston- que aplican su lectura sobre la música valenciana. Más allá de las diferencias, todos los campus de Berklee tienen un enfoque muy internacional que prepara a los alumnos para desarrollar sus carreras en un entorno global, con programas de máster en gestión empresarial de la industria de la música y el entretenimiento como el Global Entertainment and Music Business, o en producción musical, tecnología e innovación como el Music Production Technology and Innovation.
-¿Cómo se adapta la enseñanza musical a la tecnología?
-Creo que es importante adaptarse a la era digital y ser conscientes de que para muchos de los alumnos internet es una herramienta primordial para aprender. Obviamente no es sustitutivo de trabajar con un profesor enfrente, pero puede ser de gran utilidad. Nosotros trabajamos con los Moocs que son cursos gratuitos en línea para aprendizajes muy específicos y para fomentar el interés y la pasión por la música.
-La Academia de la Música de España (ACAMUS) nació hace apenas unos meses y, entre otras cuestiones, se puso como objetivo la regulación de la Inteligencia Artificial (IA) para que los artistas no se vean perjudicados. En estos meses hemos hablado mucho y, de hecho, ha habido algunos avances, ¿cómo cree que va a afectar al sector?
-Creo que la irrupción de la IA puede tener un gran impacto en el sector musical. Desde Berklee intentamos trabajar junto al alumnado y el profesorado, en qué situaciones se puede emplear la IA y en cuáles no. Tenemos que ayudar a los alumnos y a los profesores a trabajar con la tecnología existente y a adaptarse al futuro mientras aprendemos a usar esta herramienta a nuestro favor, siempre utilizándola desde la ética y “con cabeza”.
-¿Cuál es la fotografía del futuro de la propia escuela?
-Nos interesa ampliar nuestro impacto aquí en València y seguir generando comunidad.Una buena manera de hacerlo es colaborar con festivales como Ruge Rosario, Fronteras o también con la “Fira de Berklee”. También queremos ampliar el conocimiento de nuestra marca en Europa y generar nuevas relaciones. Por otro lado, con la ampliación de la escuela, también esperamos crecer y poder dar cabida a más alumnos.
-Uno de tus retos desde dirección era ofrecer nuevos programas desde Berklee Valencia.
-Vamos a añadir dos programas de verano: un programa de una semana en producción musical -con especializaciones en música en vivo y en estudio- para alumnos de 15 años y más, y un segundo programa de interpretación para alumnos más jóvenes de entre 11 y 14 años. Esos dos programas tendrían un máximo de 40 a 45 alumnos, y esperamos ponerlos en marcha de cara al verano que viene, cuando se terminen las reformas. También estamos contemplando la posibilidad de un nuevo máster sobre la industria musical en el que se estudie desde gestión, hasta interpretación y tecnología, con capacidad para aplicarse en otras escuelas de Berklee, aunque estamos hablando de una idea de aquí a dos o tres años.
-¿En qué debe centrarse una escuela de música para tener un buen funcionamiento?
-Para mí es muy importante preparar a los alumnos para el futuro laboral y no solo una educación basada en sus estudios específicos. Por ejemplo, alguien que toca el violín también tiene que estudiar sobre composición y gestión musical. La idea de formar a un alumno solo en su instrumento es algo del pasado, tienen que aprender a producir sus grabaciones y compartir su música con su público.
-¿Cómo se trabaja esto desde la docencia?
-Nuestro profesorado está compuesto por personas muy activas en la industria, profesores que organizan conciertos, festivales y que graban canciones y discos regularmente. En nuestro ámbito es muy importante que los profesores contemplen la industria más allá de nuestras paredes, que formen parte de la industria, para asegurar que nuestra educación prepara a los futuros profesionales de la música partiendo de una base realmente sólida.
-¿Cuál contemplas que es la fotografía de futuro del sector musical?
-Creo que hay muchísimas opciones en el sector musical actualmente, el 92% de nuestros alumnos trabaja en la industria musical. Ahora mismo hay muchas opciones para los innovadores gracias a YouTube y las redes sociales, la industria de la música en vivo también está creciendo cada vez más.
-¿Cómo es el músico del siglo XXI?
-Para mí, con internet y las nuevas tecnologías, se ha ampliado mucho la figura del músico, y sus funciones son mucho más diversas que en el pasado. También han surgido nuevas disciplinas, iniciativas y oportunidades que han permitido aumentar el espacio para la cultura y las artes en la sociedad, como por ejemplo la musicoterapia o la música en exposiciones inmersivas.