Son unas cuantas las mujeres que en los restaurantes de Ricard Camarena cumplen un papel esencial. Una de ellas es Cristina Salas, al mando de la cocina de HABITUAL. Una cocinera rigurosa –seria, ordenada, respetuosa, dicen quienes mejor la conocen– con un amor innegable por el oficio.  Llegó un día desde tierras palentinas, pasó por Ricard Camarena Restaurant y desde hace varias años está al frente de la nave en HABITUAL. Un eslabón imprescindible del grupo Camarena. 

Ana Becerro estudió publicidad y antes de comenzar su idilio con la hostelería, estuvo un tiempo organizando congresos médicos. Un verano trabajó en el restaurante Duna, donde conoció a Chemo que estaba en cocina. Ninguno venía del universo hostelero, pero la atracción por aquel mundo era evidente.  Al año habían montado una franquicia de sushi de la que pronto renegaron. Llegó Gula donde, durante cinco años Ana aprendió los secretos de la sala. Luego, el primer Napicol, en Blanquerías sería la antesala del Napicol definitivo, en Meliana. Allí, junto a Anselmo y Chemo, han creado el restaurante que siempre soñaron, en el que, como la familia que son,  consiguen que te sientas en casa.  

Susana Salvador aprendió a cocinar junto a su suegra, Nieves, un año antes de que la segunda generación de este santuario que es el bar Ricardo diera paso a la tercera. Antes estudió optimetría y estuvo trabajando en una óptica cuando, junto su marido Richard, tomaron el timón de la nave perpetuando el mito de esa barra y esas bravas que todo lo curan. Desde la discreción, Susana continúa, 22 años después, al mando de una cocina de la que solo salen alegrías y sin la que no se entiende la historia de esta ciudad.  

Lydia Strimenos es el corazón del restaurante griego Kuzina –además de copropietaria–. Nacida en Reino Unido aunque con sangre valenciana, lleva trabajando en hostelería desde que tenía 13 años. Comparte vida y trabajo con Alkis, su pareja, cuyos orígenes griegos determinan la cocina del restaurante que nació, primero como un pequeño local en la calle Salvador antes de trasladarse al actual local junto a la plaza de la Virgen, desde donde siguen conquistando a los paladares a través de sus spanakopitas o su moussaka. 

El olorcito a leña –solo de de naranjo y algarrobo– que desprenden los paelleros de L'Alter se percibe desde lejos. El restaurante ubicado en la urbanización de Picassent con el mismo nombre es toda una institución en el universo de las paellas tradicionales. Carmina Crespo, tercera generación, continúa al pie del cañón, cuidando cada detalle. Ella es uno de los pilares fundamentales junto a su marido Jose, encargado de hacer las paellas, del restaurante por el que más grupos de música de todo el panorama nacional han pasado.

Violeta Turdean llegó en el año 2000 a nuestro país y entró a trabajar en un restaurante sin saber hablar una palabra de castellano. Aunque la experiencia no fue muy allá, a los 9 meses manejaba el idioma y los códigos de la hostelería. Se ha curtido en todo tipo de establecimientos, poniendo copas o sriviendo menús en bares de polígono. Pero en 2008 entró a trabajar en Farigola&Menta y allí lo que antes solo era un trabajo se transformó en otra cosa.  En el restaurante de Torrent empezó a disfrutar de la hostelería. 16 años después, Violeta es la jefa de sal del restaurante, lidera un equipo y sigue formándose en un profesión que continúa ilusionándole.

Nacida en Argentina hace 28 años, Denise Kupervaser pasó su infancia en México. Su interés por la nutrición y la dietética surgió durante esos años. Comenzó su carrera en el mundo de la hostelería y el turismo en el país azteca, primero desde un proyecto familiar dedicado a la formación en el sector, hasta que se enamoró del universo del vino y la sumillería. Denise se incorporó a Casa Montaña en 2018 como directora de calidad y sostenibilidad. Hace pocas semanas fue reconocida en la lista ‘100 Jóvenes Talentos de la Gastronomía’ que realiza Basque Culinary Center. 

Su amor por el vino le hizo querer entenderlo en profundidad y le acercó a un sector, el hostelero, del que era ajeno hasta entonces. Estudió el máster de Sumillería en el Basque Culinary Center y pasó una temporada en Akelarre junto a Pedro Subijana. Sents, en Ontinyent, o Tavella, fueron otras paradas antes de recalar en Arrels, donde, desde 2020, dirige la sala con calidez y moldea una bodega en constante búsqueda de la selección de vinos que mejor acompañe a la cocina de Vicky Sevilla. 

Gonzalo Silla estudió dos años de Farmacia para continuar el camino familiar, pero pronto se dio cuenta de que a él, lo que le gustaba, era cocinar. Y se fue a aprender a la ciudad de España en la que mejor lo hacen: Donosti.  Mientras estudiaba en el Basque Culinary Center trabajó en el restaurante Foodoo. Pasó por Q d Barella, Momiji y Geranium (Copenhague) antes de volver definitivamente a casa. Al poco de dejar el currículum en Vuelve Carolina le llamaron, y allí lleva casi seis años, hoy al mando de la nave como jefe de cocina y después de haber pasado por todos los puestos. Esas patatas bravas ganadoras del campeonato nacional en versión creativa en Madrid Fusión son obra suya. 

Tres décadas lleva Miguel Ángel Pisano dedicándose a la hostelería. Entre su primer trabajo como camarero en su Argentina natal y Manãw han pasado muchas cosas. Trabajar de camarero, formarse como barman, mudarse de continente con 23 años, montar proyectos en Ibiza y coquetear con el sushi, pasar por Martín Berasategui, mudarse de ciudad y recalar en Valencia donde montó Sushi Room junto a su pareja y unos amigos... Hace siete años vendió su parte y se fue una temporada a Tailandia y Malasia a empaparse de la cocina de allí. La consecuencia de todas aquellas influencias es Manãw, uno de los restaurante de cocina nikkei más destacados de la ciudad, que dentro de nada se mudará de local.